“El que tenga oídos, que oiga”

San Apolinar, Obispo y Mártir (ML). Divino Niño Jesús.
Dios es mi ayuda, el Señor es mi verdadero sostén. Te ofreceré un sacrificio voluntario, daré gracias a tu nombre, porque es bueno.
Sal 53, 6. 8


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Primera Lectura
Lectura del libro del profeta Jeremías
Jer 1, 1.4-10
1 Palabras de Jeremías, hijo de Jilquías, uno de los sacerdotes de Anatot, en territorio de Benjamín.
4 La palabra del Señor llegó a mí en estos términos: 5 «Antes de formarte en el vientre materno, yo te conocía; antes de que salieras del seno, yo te había consagrado, te había constituido profeta para las naciones». 6 Yo respondí: «¡Ah, Señor! Mira que no sé hablar, porque soy demasiado joven». 7 El Señor me dijo: «No digas: «Soy demasiado joven», porque tú irás adonde yo te envíe y dirás todo lo que yo te ordene. 8 No temas delante de ellos, porque yo estoy contigo para librarte –oráculo del Señor –».
9 El Señor extendió su mano, tocó mi boca y me dijo: «Yo pongo mis palabras en tu boca. 10 Yo te establezco en este día sobre las naciones y sobre los reinos, para arrancar y derribar, para perder y demoler, para edificar y plantar».
P/ Palabra de Dios
R/ Te alabamos Señor
Salmo Responsorial
Sal 70
R/. Mi boca contará tu salvación, Señor.
A ti, Señor, me acojo:
no quede yo derrotado para siempre.
Tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo,
inclina a mí tu oído y sálvame. R/.Sé tú mi roca de refugio,
el alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar eres tú.
Dios mío, líbrame de la mano perversa. R/.Porque tú, Señor, fuiste mi esperanza
y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno tú me sostenías. R/.Mi boca contará tu justicia,
y todo el día tu salvación.
Dios mío, me instruiste desde mi juventud,
y hasta hoy relato tus maravillas. R/.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según San Mateo
Mt 13, 1-9
“Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto: unas cien, otras sesenta, otras treinta”
1 Aquel día, Jesús salió de la casa y se sentó a orillas del mar. 2 Una gran multitud se reunió junto a él, de manera que debió subir a una barca y sentarse en ella, mientras la multitud permanecía en la costa. 3 Entonces él les habló extensamente por medio de parábolas. Les decía:
«El sembrador salió a sembrar. 4 Al esparcir las semillas, algunas cayeron al borde del camino y los pájaros las comieron. 5 Otras cayeron en terreno pedregoso, donde no había mucha tierra, y brotaron en seguida, porque la tierra era poco profunda; 6 pero cuando salió el sol, se quemaron y, por falta de raíz, se secaron. 7 Otras cayeron entre espinas, y estas, al crecer, las ahogaron. 8 Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto: unas cien, otras sesenta, otras treinta. 9 ¡El que tenga oídos, que oiga!».
P/ Palabra del Señor
R/ Gloria a ti, Señor Jesús
MEDITACIÓN
“La convivencia con Cristo es el medio o método de aprendizaje. Para entender a Jesús hay que seguirlo”
Hoy celebramos al Divino Niño Jesús:
“El P. Juan del Rizzo difundió esta devoción en Colombia: El sacerdote salesiano P. Juan del Rizzo llegó a Barranquilla (Colombia) en 1914 y con gran esfuerzo se dedicó a recaudar fondos para la construcción de un templo, aunque sin éxito. Entonces sintió que debía pedirle este milagro al Señor por los méritos de su infancia. Desde entonces, el éxito del sacerdote fue extraordinario y se convirtió en un gran devoto del Divino Niño, dedicando su vida a la propagación de la devoción. En 1935 el P. del Rizzo fue trasladado a Bogotá, donde providencialmente se encontró con una preciosa imagen del Divino Niño. Luego, se la llevó a los campos de la obra juvenil salesiana en el barrio 20 de julio. De esta manera, los fieles empezaron a venerar la imagen como el Divino Niño, y son muchos los que hasta ahora dicen que al acogerse a esta advocación han obtenido muchos milagros y conversiones”
(Devoción al Divino Niño, Corazones.org).
Iniciamos la narración sobre la parábola del sembrador. Los destinatarios son la gente (a quienes sólo les habla en parábolas –cf. 13,1-33-) y los discípulos (a quienes les instruye con más profundidad –cf. 13,36-52-). Lo que se pretende con las parábolas es responder al interrogante sobre el Reino de Dios, sobre todo, de los primeros cristianos: ¿Por qué muchos no aceptan el Reino de Dios? Nos corresponde la parábola del Sembrador con su interpretación alegórica. En la introducción (cf. Mt, 13,1-3) hay cierta solemnidad como el Sermón de la Montaña (cf. Mt 5,1-2). También en este caso, Jesús está sentado (actitud del maestro que se predispone para enseñar) para hablar a una multitud. Sólo que ahora hablará no directamente, sino en parábolas (de manera indirecta).
El término parábola en la LXX traduce normalmente el hebreo massal que abarca varias formas literarias: proverbios, adivinanzas, sátiras, oráculos, metáforas y alegorías. Esto nos indica que no se puede encerrar la parábola bíblica en una definición estrecha. Genéricamente, la parábola es una narración que habla de una realidad superior, el Reino de Dios en este caso, tomando imágenes de la cotidianidad con la que se compara. Es un lenguaje figurado, no directo, sobre el Reino de Dios, lo que implica un esfuerzo del oyente, quien debe “involucrarse” con Jesús y su mensaje para comprender adecuadamente. Al no ser un lenguaje directo, debe la persona hacer mayor esfuerzo para interpretar correctamente el mensaje, utilizando su inteligencia, intuición, los sentimientos y, fundamentalmente, la fe. Tener en cuenta que la tierra en Palestina es bastante irregular y la siembra siempre se realiza “al voleo”, por eso, las semillas pueden caer en distintos tipos de suelo. Lo que notamos también es que el sembrador desaparece pronto de la escena y todo el desarrollo se centra en la relación entre la semilla y los tipos de suelo. Discípulo es aquel que aprende conviviendo, aunque pregunte porque no entiende, esperando la respuesta correcta del maestro. La convivencia con Cristo es el medio o método de aprendizaje. Para entender a Jesús hay que seguirlo, hay que estar con Él. En el fondo no la entiende quien no quiere sino quien no se siente suficientemente querido. Esto nos indica que la persona amada siempre estará más abierta a aprender del maestro. Al escuchar y sentir el llamado para seguir a Jesús, se experimenta profundamente su Amor y es lo que seduce a la persona comprendiendo que no existió, no existe ni existirá nadie quien ama tanto como Él, y entonces la persona se decide a seguirlo dejándolo todo. La explicación de la parábola, que la encontraremos más adelante (cf. Mt 13,18-23) decodifica cada una de las situaciones de la semilla que aquí se la identifica con “la palabra del reino”, mientras que los terrenos, con el corazón.
En los cuatro casos se habla de quienes escuchan la palabra, la diferencia está en la reacción ante la palabra. En el primer caso se dice que no la entienden; entonces el maligno se la lleva. En el segundo hay recepción alegre al comienzo, pero sin echar raíz, se es inconstante y ante la persecución o tribulación se la abandona. En el tercer caso, entre abrojos o espinos, las preocupaciones del mundo y el amor a las riquezas la ahogan. Sólo en el cuarto caso se dice que la escuchan, la entienden, dan fruto y producen 100, 60 o 30. En Mateo el entender implica obedecer, llevar a la práctica la palabra, hacerla vida, dar fruto. Está aquí la intención de la explicación de la parábola: examinar los frutos para diagnosticar el estado del propio corazón del discípulo. En efecto, “el hecho de que el mensaje no produzca fruto no depende del sembrador ni de la semilla, sino sólo del suelo en el que ésta cae”.
Nos parece muy buena la siguiente síntesis de A. Rodríguez: «Comienza invitando a los discípulos a oír la parábola. La semilla sembrada a lo largo del camino representa la incredulidad, que se atribuye a Satanás. La semilla en terreno pedregoso representa una religiosidad superficial, que simpatiza en un primer momento, pero que se seca en el momento de la prueba. La semilla entre zarzas remite a la pretensión de los discípulos de servir a Dios y al dinero y vivir las inquietudes de este mundo (ver Mt 6,19-34): la semilla queda infructuosa. Finalmente, la semilla sembrada en tierra buena representa el ideal del discípulo, el que «oye, entiende y obra» (Evangelio de Mateo (DDB; Bilbao 2006) 134).
Por tanto, el sentido final de la parábola sería que «Jesús quiere hacer comprender que el crecimiento del Reino no es inmediato ni triunfal, como muchos esperaban, sino que está confiado a la libre acogida de los hombres y a su cooperación perseverante, capaz de vencer las asechanzas del maligno y las inevitables dificultades. Sin embargo, el Reino ha de ser llevado y anunciado a todos, sin prejuicios y sin reparar en las fuerzas»(Benedictinas de la Isola S. Giulio, Lectio Divina para la vida diaria. El Evangelio de Mateo (Verbo Divino; Estella 2007) 213).

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