“El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas”

Dios habita en su santa morada. Él congrega en su casa a los dispersos. Él dará poder y fortaleza a su pueblo.
Sal 67, 6-7. 36


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Primera Lectura
Lectura del libro del profeta Jeremías
Jr 15, 10.16-21
10 ¡Qué desgracia, madre mía, que me hayas dado a luz, a mí, un hombre discutido y controvertido por todo el país! Yo no di ni recibí nada prestado, pero todos me maldicen.
16 Cuando se presentaban tus palabras, Señor, yo las devoraba, tus palabras eran mi gozo y la alegría de mi corazón, porque yo soy llamado con tu Nombre, Señor, Dios de los ejércitos. 17 Yo no me senté a disfrutar en la reunión de los que se divierten; forzado por tu mano, me mantuve apartado, porque tú me habías llenado de indignación. 18 ¿Por qué es incesante mi dolor, por qué mi llaga incurable, se resiste a sanar? ¿Serás para mí como un arroyo engañoso, de aguas inconstantes?
19 Por eso, así habla el Señor: Si tú vuelves, yo te haré volver, tú estarás de pie delante de mí, si separas lo precioso de la escoria, tú serás mi portavoz. Ellos se volverán hacia ti, pero tú no te volverás hacia ellos. 20 Yo te pondré frente a este pueblo como una muralla de bronce inexpugnable. Te combatirán, pero no podrán contra ti, porque yo estoy contigo para salvarte y librarte –oráculo del Señor–. 21 Yo te libraré de la mano de los malvados y te rescataré del poder de los violentos.
P/ Palabra de Dios
R/ Te alabamos Señor
Salmo Responsorial
Sal 58,2-18
R/. Dios es mi refugio en el peligro
Líbrame de mi enemigo, Dios mío;
protégeme de mis agresores,
líbrame de los malhechores,
sálvame de los hombres sanguinarios. R/.Mira que me están acechando,
y me acosan los poderosos:
sin que yo haya pecado ni faltado, Señor. R/.Por ti velo, fortaleza mía,
que mi alcázar es Dios.
Que tu favor se me adelante, Dios mío,
y me haga ver la derrota de mi enemigo. R/.Pero yo cantaré tu fuerza,
por la mañana proclamaré tu misericordia,
porque has sido mi alcázar
y mi refugio en el peligro. R/.Y tocaré en tu honor, fuerza mía,
porque tú, oh, Dios, eres mi alcázar,
Dios mío, misericordia mía. R/.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según San Mateo
Mt 13, 44-46
“EL REINO DE LOS CIELOS SE PARECE A UN TESORO ESCONDIDO EN UN CAMPO”
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: 44 El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo.
45 El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; 46 y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró.
P/ Palabra del Señor
R/ Gloria a ti, Señor Jesús
MEDITACIÓN
“Se trata de una invitación a renunciar a todo para poseer el Reino de los cielos”
Destacamos que las parábolas del Reino, son exclusivas del evangelio según san Mateo. En cuanto a la parábola del tesoro escondido, el autor insiste en su carácter oculto del Reino. En la Biblia se insiste en que todo lo divino es primaria y esencialmente oculto o escondido y, por tanto, sólo accesible por revelación. El Reino viene calificado al mismo tiempo como celestial (cf. Mt 6,20) y como escondido (cf. Mt 13,33.44), al igual que el Padre. Si está escondido y es lo más valioso, se necesita de criterios de discernimiento para lograr encontrar y valorarlo adecuadamente, más allá de los criterios humanos autorreferenciales y que no llegan a trascender.
Además, considerando que en esta breve parábola el hombre que encuentra el tesoro lo vuelve a esconder, se podría ver en esto una invitación a que la acción humana tenga el mismo carácter oculto que la presencia y acción del Reino; “lo importante para el narrador es la apuesta decidida del descubridor, que renuncia a todo lo demás para adquirir el reino de los cielos”. Es un don, pues se descubre por casualidad. La parábola de la perla compara el Reino de los cielos a un mercader o comerciante que busca perlas finas, y encuentra una de gran valor. El acento está puesto aquí también en su acción de vender todo lo que tiene para poder comprarla. Se descubre porque se busca.
Por tanto, ambas parábolas señalan como acción principal el vender todo para poder comprar algo de gran valor, lo que encuentran pasa a ser lo más importante y valioso al punto de estar dispuestos a vender todo con tal de poseerlo. Parece claro, en el contexto del evangelio según san Mateo, que se trata de una invitación a renunciar a todo para poseer el Reino de los cielos. Pero también es claro que esta renuncia sólo se puede dar si primero se ha encontrado el Reino de Dios y se lo ha sabido valorar. Desde ese encuentro que fascina y rompe todos los esquemas, la persona puede discernir comparando con todo lo que tiene y comprende que aquello encontrado es lo que su alma estaba anhelando desde siempre y le impulsa a la toma de decisión para adquirir lo encontrado. Es una opción fundamental, que implica el cambio de dirección y de estilo de vida desde el momento en que se encuentra y adquiere el tesoro o la perla. Las dos parábolas nos enseñan el valor superior del Reino de Dios, en comparación con el cual hay que estar dispuesto a renunciar a todo, y a hacerlo con entusiasmo y alegría. Y refiere la toma rápida de decisión para aprovechar la oportunidad que se presenta. No hay lugar para las vacilaciones y delaciones; es preciso tomar ya una decisión; arriesgarse a venderlo todo para poder conseguir lo mejor, lo deseado y muy buscado (para el comerciante de perlas); o lo encontrado de repente pero que se aprecia como una valiosa oportunidad que no se puede dejar pasar (como el caso del campesino). En el contexto del evangelio según san Mateo, es una invitación a una pronta decisión por el seguimiento de Jesús, que está anunciando y haciendo presente la llegada del Reino de Dios.
¿Vale la pena arriesgarlo todo por el Reino de Dios? Primero tiene que darse, aunque sea de modo incipiente, el descubrimiento del Reino como valor supremo, para que entonces tenga sentido y sea viable la renuncia a todo lo demás. Jesús es el tesoro escondido y la perla buscada y al encontrarla produce alegría inmensa; algunos hacen todo un camino para encontrarlo y, otros, lo encuentran como por casualidad, lo importante es que Dios se deja encontrar de alguna manera. Una vez que se lo encuentra, se debe ponerlo en primer lugar en nuestras vidas y dejar el resto como menos importante.
El Reino que nos trae Jesús: se difunde libremente, mediante una elección consciente de cada persona, no es nada impuesto; crece lenta y gradualmente, gracias al triunfo del bien sobre el mal, aunque coexistan juntos; se da por un proceso de conversión personal y transformación social; tiene un alcance universal, no exclusivo para un grupito; busca satisfacer los sueños más profundos del ser humano; está aquí y se pueden gozar sus primeros frutos, aunque llegará a su plenitud en la “otra vida” (la eterna).
El evangelio nos precisa que Dios se ha hecho hombre y presente en Jesucristo. Él mismo es el tesoro escondido y la perla preciosa; y la sabiduría divina nos lleva a considerarlo como el valor supremo por quien vale la pena arriesgarlo todo. Por tanto, hay que pedir la gracia de poder obrar en consecuencia, o sea, poner a Jesús en el primer lugar de nuestra vida, no anteponer nada al amor de Cristo (cf. san Benito).

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