Lecturas del día y Reflexión al Evangelio de Hoy  jueves 4  de agosto  de 2022 «Lectio Divina»

“Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”

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San Juan María Vianney, Presbítero (MO).

Día de los cura párrocos y de todos los sacerdotesTus sacerdotes, Señor, se revistan de justicia y tus fieles exulten de alegría.

Sal 131, 9
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Primera Lectura

Lectura del libro del profeta Jeremías  

Jer 31, 31-34

31 Llegarán los días –oráculo del Señor– en que estableceré una nueva Alianza con la casa de Israel y la casa de Judá. 32 No será como la Alianza que establecí con sus padres el día en que los tomé de la mano para hacerlos salir del país de Egipto, mi Alianza que ellos rompieron, aunque yo era su dueño –oráculo del Señor–. 33 Esta es la Alianza que estableceré con la casa de Israel, después de aquellos días –oráculo del Señor–: pondré mi Ley dentro de ellos, y la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios y ellos serán mi Pueblo. 34 Y ya no tendrán que enseñarse mutuamente, diciéndose el uno al otro: «Conozcan al Señor». Porque todos me conocerán, del más pequeño al más grande –oráculo del Señor–. Porque yo habré perdonado su iniquidad y no me acordaré más de su pecado.

P/ Palabra de Dios
R/ Te alabamos Señor
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Salmo Responsorial

Sal 50  

R/. Oh Dios, crea en mí un corazón puroR/. El Señor nos guardará como un pastor a su rebaño

Oh, Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme.
No me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R/.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso.
Enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti. R/.

Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
El sacrificio agradable a Dios
es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú, oh, Dios, tú no lo desprecias. R/.

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Evangelio

Lectura del santo evangelio según San Mateo

Mt 16, 13-23

“Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella”

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En aquel tiempo, 13 al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?». 14 Ellos le respondieron: «Unos dicen que Juan el Bautista; otros Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas».

15 «Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?».

16 Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo». 17 Y Jesús le dijo: «Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. 18 Y yo te digo: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella. 19 Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo». 20 Entonces ordenó severamente a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías.

21 Desde aquel día, Jesús comenzó a anunciar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén, y sufrir mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar al tercer día.

22 Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo: «Dios no lo permita, Señor, eso no sucederá». 23 Pero él, dándose vuelta, dijo a Pedro: «¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres».

P/ Palabra del Señor
R/ Gloria a ti, Señor Jesús

MEDITACIÓN

Su lugar es no como obstáculo para la concreción del plan de Dios, sino en obediencia”

San Juan María Vianney, más conocido como el “cura de Ars”, nació el 8 de mayo de 1786 en Lyon, Francia, y fue ordenado sacerdote en 1815. Se le envió a Ars, un pueblito pequeñito y marginal en ese entonces, donde se dedicó a evangelizar con el amor y la bondad.

Confesaba muchísimas horas por día y hacía mucho ayuno. El demonio muchas veces lo atormentó por su extraordinaria santidad. Dios le regaló tanto, que su mayor servicio lo hacía en el confesionario y en la Eucaristía. Sus prédicas estaban llenas de la sabiduría de Dios. Con su testimonio todo el pueblo de Ars se convirtió y se iban personas de todas partes del mundo junto al “cura de Ars”, saliendo de ahí renovadas y alegres, con ganas de seguir mejorando en la vida. Falleció en 1859. El papa Pío XI lo proclamó santo en 1925 como modelo y patrono de los párrocos y, desde 2010 por el papa Benedicto XVI, de todos los sacerdotes. Por eso hoy, te invito a que le tengas en tu corazón y en tus oraciones al sacerdote que te bautizó, al que te ayudó para la primera confesión o comunión, al que te solía confesar y aconsejar. Elevamos nuestras plegarias por los sacerdotes enfermos y cansados, por los tristes y alegres, por los perseguidos y calumniados, por los que están luchando y por los que se dejaron vencer por la situación que están enfrentando. Hoy Señor nos comprometemos a apadrinar a un sacerdote para orar por su santidad, porque sabemos que los sacerdotes son seres de carne y hueso con una misión tan grande que les has confiado dándoles tu poder de amor para servir

Jesús interactúa con sus discípulos y en un ejercicio de diálogo, pregunta sobre el Hijo del hombre. Le manifiestan que la gente dice que es un profeta, aunque la respuesta se aproxima, no es la exacta. Pedro, en nombre del grupo de los Doce, expresa que es el Mesías, el Cristo, el que tenía que venir. En Él y por Él Dios vivo actúa. Es el mismo Dios viviente presente en la historia, el Dios verdadero. Jesús alaba la respuesta de Simón, manifestación del mismo Dios, fueron palabras de Dios, y no meras palabras humanas. Por ello, le da el nombre de Pedro (es decir, piedra) y sobre esa piedra edifica Su Iglesia, es la roca sobre la cual edifica Su Iglesia y el poder de la muerte nunca prevalecerá contra Ella. Nunca el mal -o el maligno- tendrá poder sobre la Iglesia, porque Ella es obra de Dios. Jesús se encuentra con Simón y le cambia el nombre porque ve que el mismo Padre habla a través de Pedro, es decir, lo que está diciendo no es sólo palabra humana sino Palabra de Dios. Por eso le dice: “Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo”. Es que Dios escoge a los pequeños para manifestarse y para pronunciar su Palabra. Existe toda una dinámica a través de su Palabra, que es viva y eficaz, produce en la realidad lo que dice, pero en este caso está anunciando el cumplimiento de las promesas antiguas. Y Jesús habla como Mesías: “Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella”. Con toda autoridad le cambia el nombre a Kephas, que quiere decir “piedra”, roca. Ahí Jesús confirma tener todo un proyecto sobre este discípulo. Ante la afirmación de

“Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo” (Mt 16,16), Jesús le declara su nuevo nombre y que nunca podrá el poder de las tinieblas o del infierno derrotar a la Iglesia de Cristo. Jesús no dice “mis” iglesias, sino “mi” Iglesia. Esto nos indica que está declarando una sola Iglesia, no varias iglesias independientes que manifiestan la división y terminan siendo un escándalo, porque así no puede llegar a ser signo para que el mundo crea. Se nos invita con esto a la unidad, a pesar de que exista diversidad de dones, carismas y ministerios dentro de la única Iglesia fundada por Jesucristo.

Las llaves simbolizan la Tradición católica para presentar con fundamento la autoridad del papa sobre la Iglesia Universal (o católica). Quien tiene la llave, puede entrar o salir por la Puerta (Cristo), por tanto, Dios le confiere esa autoridad que debe administrar (no aprovecharse de ella) como servicio para que a tantas personas se les abran las puertas del cielo. Luego de la Resurrección Jesús le da el primado a Pedro, diciéndole “Apacienta mis ovejas” (Jn 21,15s.). Y encontraremos a Pedro ejerciendo esa autoridad que Cristo le confirió. Pedro es el portavoz principal entre los apóstoles; había problemas y recurrían a él, lo cual podremos constatar en todo el Nuevo Testamento.

Si Pedro es fundamento y roca de la Iglesia, no puede destruirse sólo con la muerte del apóstol, persiste en sus sucesores también el ser fundamento y roca. Todo sucesor de Pedro, el papa de turno, es Pedro a la cabeza visible de la Iglesia de Cristo. Debe apacentar a las ovejas, es decir, darles de comer alimentos nutritivos y sabrosos con la Palabra de Dios y su Persona. En la misma línea va el atar y desatar. Si Pedro, o su Sucesor, desata una situación acá en la tierra, ocurre también en el cielo. Por tanto, la autoridad, el poder que tiene es verdadero, pero conferido, con una misión: custodiar esa unidad para que todos estén en la Única Iglesia y más personas salgan de las ataduras del pecado y de las garras del enemigo para entrar por la Puerta, Cristo, y participar de su Cuerpo para siempre.

Pero también deben comprender que el camino es pasar por la Cruz, para que siguiendo toda la Pasión, se pudiera alcanzar la muerte redentora y la resurrección. Cuando les anuncia eso, a Pedro no le gustó y se pone enfrente. Por eso Jesús le pide que se ubique, pues su lugar es no como obstáculo para la concreción del plan de Dios, sino en obediencia, detrás del Maestro, como discípulo, que pueda cumplir siempre su voluntad.

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