Dedicación de la basílica de Santa María

Dedicación de la Basílica de Santa María (ML)

Líbrame, Dios mío. Señor, ven pronto a socorrerme. Tú eres mi ayuda y mi libertador; no tardes Señor.

Sal 69, 2. 6

Audios originales tomados de: panversia.com

Primera Lectura

Lectura del libro del profeta Nahúm  

Nah 2, 1. 3; 3, 1-3. 6-7

^2:1 Miren sobre las montañas los pasos del que trae la buena noticia, del que proclama la paz. Celebra tus fiestas, Judá, cumple tus votos, porque el hombre siniestro no pasará más por ti: ha sido exterminado por completo. ³ Sí, el Señor ha restaurado la viña de Jacob y la viña de Israel. Los salteadores las habían saqueado y habían destruido sus sarmientos.

^3:1 ¡Ay de la ciudad sanguinaria, repleta de mentira, llena de rapiña, que nunca suelta la presa! ² ¡Chasquido de látigos, estrépito de ruedas, galope de caballos, rodar de carros, ³ carga de caballería, centelleo de espadas, relampagueo de lanzas! ¡Multitud de víctimas, cuerpos a montones, cadáveres por todas partes! ¡Se tropiezan con los cadáveres!

⁶ Arrojaré inmundicias sobre ti, te cubriré de ignominia y te expondré como espectáculo. ⁷ Así, todo el que te ve huirá lejos de ti, diciendo: «¡Nínive ha sido devastada! ¿Quién se lamentará por ella? ¿Dónde iré a buscar alguien que te consuele?».

P/ Palabra de Dios
R/ Te alabamos Señor

Salmo Responsorial

Sal 50  

R/. Yo doy la muerte y la vida

El día de su ruina se acerca,
y se precipita su destino.
El Señor hará justicia a su pueblo,
y tendrá piedad de sus siervos. R/.

Pero ahora mirad: Soy Yo, solo Yo,
y no hay dios fuera de mí.
Yo doy la muerte y la vida,
yo hiero y yo curo. R/.

Cuando afile el rayo de mi espada,
y empuñe en mi mano el juicio,
tomaré venganza de mis enemigos
y daré su paga a los que me aborrecen. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según San Mateo

Mt 16, 24-28

“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: El que quiera seguirme que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga”

En aquel tiempo, ²⁴ Jesús dijo a sus discípulos: «El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. ²⁵ Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará. ²⁶ ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida?

²⁷ Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces pagará a cada uno de acuerdo con sus obras. ²⁸ Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán antes de ver al Hijo del hombre, cuando venga en su Reino».

P/ Palabra del Señor
R/ Gloria a ti, Señor Jesús

MEDITACIÓN

“Para empezar a seguir a Cristo, hay que renunciar”

“La basílica Santa María, en Roma, es el primer santuario mariano construido para darle el “mayor” honor y veneración a la Madre de Dios. Es conocido también como “Santa María del pesebre”, porque allí se encuentran los restos de lo que sería la cuna donde María, apenas madre, recostó al niño Jesús. Además, se la llama “Santa María de las nieves”, porque, según una antigua leyenda, el papa Liberio, para cumplir el deseo de la Virgen de tener un templo, le pidió que le dé un signo. Es así como el 6 de agosto, en pleno verano romano, nevó en la colina donde se alza el santuario” . Había caído ahí nieve en pleno verano, esta dedicación se remonta a mediados del siglo IV, luego de la aparición de la Virgen a unos nobles romanos en el monte Esquilino. Se interpretó que cayera ahí la nieve como la voluntad de la Madre para que se le levantara un templo en su honor

(La Liturgia Cotidiana, 05/08/2020)

Los discípulos deben pasar por lo mismo que su Maestro. Por eso, llevar la cruz y renunciar a sí mismo son condiciones indispensables para caminar en el seguimiento por el mismo camino de Jesús. La fidelidad total, que no se logra sin el auxilio de Dios, para seguir a Jesús, implica también dificultades y persecuciones, como pasó Jesús durante su paso por este mundo. Si Jesús nos muestra el camino de la humildad para alcanzar la vida, no se logra ser humilde sin sufrir humillaciones, y en la mayoría de las veces son realmente injustas. Si pensáramos mejor, el verdadero discípulo es quien necesariamente sufrirá persecuciones de distintas maneras, desde las disfamaciones, calumnias, amedrentamientos, amenazas y hasta violencia física. Pero, en definitiva, siempre seremos perseguidos por el Malo, que querrá apartarnos a los discípulos del Camino.

Discípulo es la persona que sigue a Cristo por el camino de la inmolación de la vida, así como Jesús, en obediencia al Padre sirviendo a todos (no sólo a los más buenos o a quienes no nos molestan), que nos delimita el estilo de vida de Cristo. El sí del discípulo debe ser incondicional, dispuesto a morir mártir si fuere necesario (viviendo la fe hasta la muerte de manera cruenta si se da la oportunidad), en nuestro mundo fragmentado y disperso, falso e hipócrita, agresivo y violento. Cada papá y mamá, cada hijo y hermano está llamado por el Señor a seguirlo. El creyente entiende que Dios normalmente no llama a los capacitados (en el amor, en la fe, en la esperanza), sino que capacita a quienes llama en la experiencia del amor compartido, para donar su vida como verdadero discípulo de nuestro Señor Jesucristo en estos tiempos. Para empezar a seguir a Cristo, hay que renunciar. Seguramente renunciar a los bienes y a varias cosas que nos pertenecen, que no es tan difícil como renunciar a uno mismo. Fácilmente somos autorreferenciales, queremos ser el centro en la vida, que se nos aplauda y que se nos reconozca por lo que tenemos y hacemos. Sin embargo, Jesús pide para ser su discípulo, renunciar a ser el centro de referencia, esto es, renunciar a uno mismo y ponerle a Él en el centro. Porque la cruz acompañará al discípulo hasta que la muerte la separe, porque el Maestro ha muerto en la cruz y su discípulo está destinado a pasar por lo mismo.

La renuncia a uno mismo supone posponer sus intereses y su comodidad. Es dejar de lado la propia afirmación y vivir sólo la voluntad de Dios. ¿Puede una persona que no haya renunciado a sí misma, seguir adecuadamente a Cristo? No se puede seguir bien a Cristo sin la renuncia. Si la persona está apegada a personas, lugares o cosas, no puede tener la plena disponibilidad que exige el discipulado. Es dejar de lado el propio capricho o la propia voluntad y anteponer siempre la voluntad de Dios. ¿Qué quiere Dios de nosotros, con nosotros, y para nosotros?

Si nos pide que tomemos la cruz para seguirlo, entonces Él es nuestro modelo de seguimiento. Que vivamos como Él vivió todo su ministerio público, Pasión, Muerte hasta la Resurrección. ¿Cómo Jesús tomó su cruz? Con amor, con oblación, con entrega total, comprendiendo en profundidad la misión para la que el Padre le envió. Sabiendo que no se llega a la gloria de la Resurrección sino pasado antes por la Pasión y la muerte, esto es, llevando la cruz hasta el final. Es como dar una ley muy austera de la crucifixión de la carne y del corazón, sin estar apegados a nada ni a nadie, para llegar a la vida.

Lo más grande y sagrado es la vida. Es esa vida la que determina el valor de las cosas y de las decisiones. ¿De qué le servirá a uno amontonar riquezas materiales si destruye su vida y la de otros hermanos? Sobre todo, ¿de qué le sirve amontonar bienes materiales si no compartirá con los hermanos que pasan necesidades? Lo que Dios nos da es no sólo para nosotros mismos, sino para compartirlo generando experiencias de solidaridad y amor. Lo único que tiene valor absoluto y definitivo es la salvación del alma, el fin de cada persona creyente, ahí está la verdadera vida.

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