“Dejen a los niños, y no les impidan que vengan a mí.”

Santos Ponciano, Papa, e Hipólito, Presbítero, Mártires (ML)
Acuérdate, Señor de tu alianza, y no olvides para siempre a tus pobres. Levántate, Señor, defiende tu causa y no desoigas el clamor de los que te invocan.
Sal. 73, 20. 19. 22. 23


Audios originales tomados de: panversia.com
Primera Lectura
Lectura del libro del profeta Ezequiel
Ez 18, 1-10.13b.30-32
1 La palabra del Señor me llegó en estos términos: 2 ¿Por qué andan repitiendo este refrán en la tierra de Israel: «Los padres comieron uva verde, y los hijos sufren la dentera»? 3 Juro por mi vida –oráculo del Señor– que ustedes nunca más dirán este refrán en Israel. 4 Porque todas las vidas me pertenecen, tanto la del padre como la del hijo: la persona que peca, esa morirá.
5 Si un hombre es justo y practica el derecho y la justicia; 6 si no participa de las comidas sagradas en las montañas y no levanta sus ojos hacia los ídolos de la casa de Israel; si no deshonra a la mujer de su prójimo y no se acerca a una mujer en los días de su menstruación; 7 si no oprime a nadie, si devuelve la prenda al deudor y no quita nada por la fuerza; si da su pan al hambriento y viste al desnudo; 8 si no presta con usura ni cobra intereses; si aparta su mano de la injusticia y juzga imparcialmente en los litigios; 9 si camina según mis preceptos y observa mis leyes, obrando con fidelidad, ese hombre es justo y seguramente vivirá –oráculo del Señor–.
10 Pero si engendra un hijo ladrón y sanguinario, que hace alguna de esas cosas, 13b este hijo no vivirá. A causa de todas las abominaciones que cometió, morirá irremediablemente, y su sangre recaerá sobre él.
30 Por eso, casa de Israel, yo los juzgaré a cada uno de ustedes según su conducta –oráculo del Señor–. Conviértanse y apártense de todas sus rebeldías, de manera que nada los haga caer en el pecado. 31 Arrojen lejos de ustedes todas las rebeldías que han cometido contra mí y háganse un corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿Por qué quieres morir, casa de Israel? 32 Yo no deseo la muerte de nadie –oráculo del Señor–. Conviértanse, entonces, y vivirán.
P/ Palabra de Dios
R/ Te alabamos Señor
Salmo Responsorial
Sal 50,12-13.14-15.18-19
R/. Oh Dios, crea en mí un corazón puro
Oh, Dios, crea en mi un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme.
No me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R/.Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso.
Enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti. R/.Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
El sacrificio agradable a Dios
es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú, oh, Dios, tú no lo desprecias. R/.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según San Mateo
Mt 19, 13-15
“El Reino de los Cielos pertenece a los que son como ellos”
En aquel tiempo, 13 le trajeron a Jesús unos niños para que les impusiera las manos y orara sobre ellos. Los discípulos los reprendieron, 14 pero Jesús les dijo: «Dejen a los niños, y no les impidan que vengan a mí, porque el Reino de los Cielos pertenece a los que son como ellos».
15 Y después de haberles impuesto las manos, se fue de allí.
P/ Palabra del Señor
R/ Gloria a ti, Señor Jesús
MEDITACIÓN
“Dios toma la iniciativa y su gracia se derrama sobre la persona que se siente pequeña y necesitada”
“(Roma, siglo III) Ponciano asumió la Cátedra de san Pedro cerca al año 230. En esos tiempos tuvo que enfrentarse a las divisiones ocasionadas por el presbítero Hipólito, hombre de prestigio por su sabiduría. Sin embargo, esta pugna no duró mucho, pues en el 235, Maximiano arrestó a ambos, sabiendo que eran los referentes inmediatos entre los cristianos. En el exilio, Ponciano renunció al papado e Hipólito a su ideal revolucionario, se amistaron y, profesando una sola fe, recibieron la corona del martirio”
(La Liturgia Cotidiana, 13/08/2021, pág. 51).
Queremos recordar que la imposición de manos y bendición de los niños era común en esa época, practicadas por los padres y se pedía la bendición de los rabinos famosos. En el texto que hoy tenemos, van junto a Jesús con los niños para que los bendiga, porque la fama por sus enseñanzas, oración y milagros que hacía el joven rabino de Galilea era bastante. Jesús oraba mucho (cf. Mt 14,23; Mc 1,35…). Los judíos presentaban a sus hijos a los rabinos para que los bendijeran con la imposición de manos, un gesto con oración bíblica era una forma de bendición, para mostrar la grandeza moral y taumatúrgica en que la gente tenía a Jesucristo.
El evangelista nos presenta otra escena con los niños y Jesús. Seguramente las madres se aglomeraban y con gestos y a los gritos pidiendo tener la preferencia para sus niños. Ya en Mt 18,1-5 encontramos que los niños juegan un papel funcional, simbolizando a quienes deben pertenecer al Reino: lo fundamental hacerse como niños. Como cualidad se destaca la humildad, impotencia frente a la vida, necesidad y dependencia de los padres. Indicando que es la actitud que debe tener una persona frente al Reino, ante el cual nos encontramos también imposibilitados e impotentes, siendo mendigos ante ello; Dios toma la iniciativa y su gracia se derrama sobre la persona que se siente pequeña y necesitada.
Los apóstoles no vieron con buenos ojos el proceder de los niños, ni de sus madres, tal vez porque eran muchos y estaban molestando al Maestro, o por la inoportunidad de su presencia en el momento en que Jesús estaba enseñando su doctrina que fascinaba (se entiende también que los niños no podían estar donde se hacía enseñanzas, ni tampoco las mujeres); y se nota que con gestos y palabras empezaron a impedir que los niños se acercaran a Jesús. El Señor reprueba la actitud de los apóstoles y dio la orden para que dejaran que los niños se acercaran a Él, pues también los niños generan que nuestras miradas descansaran y se alegraran. La bendición que Jesús da no tiene nada de mágico. Su bendición está relacionada con el Reino, esto es, Dios se da incluso a los más pequeños y a los que se hacen como ellos. La bendición propia del Reino es todo lo contrario a la maldición; Jesús se manifiesta en el Evangelio como quien supera cualquier tipo de maldición, quien vence a Satanás (cf. Mt 4,1ss.; 6,13). Bendecir, es decir el bien, y al decir Jesús el bien, ese bien se realiza, se materializa, se concreta en la persona o en aquello que Jesús desea que sea.
Hoy tenemos la Catequesis para los niños, y la catequesis familiar da un gran ejemplo de involucrar a toda la familia para transmitir la fe a través de los adultos. Pero recordar que la tierra en la vida de los niños es fértil, de corazones sencillos y puros, es fundamental hacerles saborear de la divina Providencia y que se fascinen con la figura de Jesucristo como su Salvador y mejor Amigo. El niño pasa a ser como un árbol recién plantado que requiere de mucho cuidado y atención para que crezca adecuadamente. También hoy Jesús nos dice: “Dejen que los niños vengan a mí”. Hagamos posible la experiencia para que los niños experimenten la Eucaristía y la Reconciliación, vayan al sagrario, que oren al Señor presentando sus intenciones por quienes conocen y por quienes no conocen. ¿Será que Jesús no escuchará una plegaria de un niño? Estoy seguro que el Corazón de Jesús se derretirá ante tanta ternura.
Jesús muestra que su amor se dirige fácilmente a los sencillos, limpios de corazón, a los puros de verdad, no así a quienes sean soberbios y se sientan dueños de sus peticiones y de lo que puedan alcanzar, como si el resultado dependiese de los méritos, del esfuerzo humano. El niño es el prototipo de un discípulo de Jesús, pues son pequeños, los sencillos de corazón, sin poner resistencia para recibir el mensaje del Evangelio, dóciles a escuchar y acoger su Palabra con su significado verdadero y dejándose amar en plenitud para obrar en consecuencia. Por tanto, hacerse como niños sería sinceridad, sencillez, docilidad, humildad para pedir y expresar las necesidades, total dependencia de Dios en las buenas y en las malas.
Organicemos las experiencias para que los niños tengan hábito a orar y rezar algunas oraciones. Que lo hagan de manera bien generosa, suplicando, alabando, bendiciendo, dando gracias, ofreciendo y entregando pequeños sacrificios de acuerdo a su edad, y verán el resultado que irá generando en sus conciencias. Si queremos una familia sana, procuremos por educar sanamente a nuestros niños. Si queremos una sociedad sana, vivamos sanamente nuestras relaciones interpersonales, llegando a ser solidarios con las personas con quienes compartimos y especialmente con los más pequeños y necesitados de nuestros barrios.


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