“Quien tiene, se le dará y tendrá de más, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene”

Santa Mónica (MO)
La mujer que teme al Señor merece ser alabada; su marido la elogia y sus hijos la felicitan.
Sal 85, 1. 3


Audios originales tomados de: panversia.com
Evangelio
Lectura del santo evangelio según San Mateo
Mt (25,14-30)
“Echen afuera, a las tinieblas, a este servidor inútil; allí habrá llanto y rechinar de dientes.”
Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: El Reino de los Cielos es como un hombre que, al salir de viaje, llamó a sus servidores y les confió sus bienes. A uno le dio cinco talentos, a otro dos, y uno solo a un tercero, a cada uno según su capacidad; y después partió. En seguida, el que había recibido cinco talentos, fue a negociar con ellos y ganó otros cinco. De la misma manera, el que recibió dos, ganó otros dos, pero el que recibió uno solo, hizo un pozo y enterró el dinero de su señor. Después de un largo tiempo, llegó el señor y arregló las cuentas con sus servidores. El que había recibido los cinco talentos se adelantó y le presentó otros cinco. “Señor, le dijo, me has confiado cinco talentos: aquí están los otros cinco que he ganado”. “Está bien, servidor bueno y fiel, le dijo su señor; ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor”. Llegó luego el que había recibido dos talentos y le dijo: “Señor, me has confiado dos talentos. Aquí están los otros dos que he ganado”. “Está bien, servidor bueno y fiel; ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor”. Llegó luego el que había recibido un solo talento. “Señor, le dijo, sé que eres un hombre exigente. Cosechas donde no has sembrado y recoges donde no has esparcido. Por eso tuve miedo y fui a enterrar tu talento: ¡aquí tienes lo tuyo!”. Pero el señor le respondió: “Servidor malo y perezoso, si sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido, tendrías que haber colocado el dinero en el banco, y así, a mi regreso, lo hubiera recuperado con intereses. Quítenle el talento para dárselo al que tiene diez, porque a quien tiene, se le dará y tendrá de más, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. Echen afuera, a las tinieblas, a este servidor inútil; allí habrá llanto y rechinar de dientes”.
P/ Palabra del Señor
R/ Gloria a ti, Señor Jesús
MEDITACIÓN
“Vigilar es cooperar seria y responsablemente con el don recibido, pues hay que dar cuenta de él
(Tagaste, 331 – Ostia, 387) Estamos recordando a santa Mónica, quien naciera en Numidia en el año 331. Casada con Patricio, un modesto propietario de Tagaste (hoy Túnez), llegó a ser la madre de tres hijos, donde Agustín fuera el mayor de ellos. Su marido le hizo sufrir mucho con el vicio y las infidelidades, quien se convirtiera y se bautizara un año antes de morir gracias a las oraciones de ella. Muchas lágrimas ella derramó para la conversión de su hijo Agustín, quien también llegó a cambiar su vida, con la gran ayuda de san Ambrosio de Milán en aquella época. Su testimonio nos enseña que nunca se derrama sin frutos las lágrimas de una madre quien clama a Dios de corazón por su hijo. Feliz porque vio cumplida su misión y entregó su vida dando el paso a la eternidad.
Lo más importante es la rendición de cuentas que tienen que hacer los servidores ante su Señor, quien les confió los talentos. Se cuenta el encuentro con el Señor que llegó al cabo de mucho tiempo (cf. Mt 25,19), mostrando a los dos siervos, para enseñar estar preparados siempre para la venida del Señor, pues su llegada es inesperada. Trata sobre la necesidad del obrar del hombre tanto en el orden natural como sobrenatural. Se invita a la fidelidad activa en relación a los talentos recibidos, se trata de una fuerte invitación a poner los talentos personales al servicio de la comunidad, al servicio del Reino de Dios. Los talentos representan lo que hemos recibido de Dios, o sea, todo. Por tanto, se refiere a los dones naturales, morales y espirituales.
La parábola inicia narrando las acciones de un señor o amo quien, antes de emprender un viaje, les confía sus bienes a tres servidores, quienes reciben en cantidades distintas de talentos: cinco, dos y uno, “cada uno según su capacidad”. “Talento” era originalmente una medida de pesa equivalente a 35 a 40 kg. de metal precioso. Como valor monetario representaba unos 6000 dracmas o denarios, jornales diarios. Se trata, por tanto, de sumas considerables de dinero, depende si se trata de oro, plata o cobre. Si los talentos fueran de plata, se calcula hipotéticamente que hoy nos darían 6.500 dólares por un talento. Entonces los 5 talentos serían 32.500 dólares y los 2 talentos 13.000 dólares. Los dos primeros servidores «inmediatamente» negocian, hacen trabajar el dinero y obtienen el doble de ganancia.
Pero, el tercero esconde en un campo el talento, lo pone a resguardo, según una costumbre común en Oriente Medio por aquel tiempo. Llega el amo o señor y comienza la «rendición de cuentas». Los dos primeros dan cuenta de las ganancias obtenidas y reciben el mismo reconocimiento de su señor. El señor los reconoce como buenos y fieles en lo poco, por lo que se han hecho merecedores de que se les confíe mucho más y de entrar en el gozo de su señor. Se valora en los servidores la fidelidad en lo poco; y el entrar en la alegría o gozo del señor remite claramente a la fiesta escatológica. El Señor de la parábola, al dar su juicio, deja en claro que lo dicho por el servidor era sólo excusa y lo califica de “malo y perezoso” (cf. Prov 6,6-11; 20,4; 26,14; Eclo 22,1-2; Rom 12,11). Por tanto, al igual que a las vírgenes necias, el tercer siervo es castigado por su inactividad, su “pecado” es de omisión; la sentencia es: «Echen afuera, a las tinieblas, a este servidor inútil; allí habrá llanto y rechinar de dientes». En síntesis, “la parábola de los talentos ofrece otra faceta de la vigilancia: vigilar es cooperar seria y responsablemente con el don recibido, pues hay que dar cuenta de él”. Santa Mónica es ejemplo de quien hiciera producir los dones y talentos que Dios le dio, pues con su persistente intercesión, logró que tanto su marido, cuanto su hijo, el más rebelde, se convirtieran a Dios..

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