“El más pequeño de ustedes, ese es el más grande”

Santos Cosme y Damián, mártires (ML).
Todo lo que hiciste con nosotros, Señor, es verdaderamente justo, porque pecamos contra ti y no obedecimos tu ley; pero glorifica tu nombre, tratándonos según tu gran misericordia.
Dn 3, 31. 29. 30. 43. 42


Audios originales tomados de: panversia.com
Primera Lectura
Job 1, 6-22
6 El día en que los hijos de Dios fueron a presentarse delante del Señor, también el Adversario estaba en medio de ellos. 7 El Señor le dijo: «¿De dónde vienes?». El Adversario respondió al Señor: «De rondar por la tierra, yendo de aquí para allá». 8 Entonces el Señor le dijo: «¿Te has fijado en mi servidor Job? No hay nadie como él sobre la tierra: es un hombre íntegro y recto, temeroso de Dios y alejado del mal». 9 Pero el Adversario le respondió: «¡No por nada teme Job al Señor! 10 ¿Acaso tú no has puesto un cerco protector alrededor de él, de su casa y de todo lo que posee? Tú has bendecido la obra de sus manos y su hacienda se ha esparcido por todo el país. 11 Pero extiende tu mano y tócalo en lo que posee: ¡seguro que te maldecirá en la cara!». 12 El Señor dijo al Adversario: «Está bien. Todo lo que le pertenece está en tu poder, pero no pongas tu mano sobre él». Y el Adversario se alejó de la presencia del Señor.
13 El día en que sus hijos e hijas estaban comiendo y bebiendo en la casa del hermano mayor, 14 llegó un mensajero y dijo a Job: «Los bueyes estaban arando y las asnas pastaban cerca de ellos, 15 cuando de pronto irrumpieron los sabeos y se los llevaron, pasando a los servidores al filo de la espada. Yo solo pude escapar para traerte la noticia». 16 Todavía estaba hablando, cuando llegó otro y le dijo: «Cayó del cielo fuego de Dios, e hizo arder a las ovejas y a los servidores hasta consumirlos. Yo solo pude escapar para traerte la noticia». 17 Todavía estaba hablando, cuando llegó otro y le dijo: «Los caldeos, divididos en tres grupos, se lanzaron sobre los camellos y se los llevaron, pasando a los servidores al filo de la espada. Yo solo pude escapar para traerte la noticia». 18 Todavía estaba hablando, cuando llegó otro y le dijo: «Tus hijos y tus hijas comían y bebían en la casa de su hermano mayor, 19 y de pronto sopló un fuerte viento del lado del desierto, que sacudió los cuatro ángulos de la casa. Esta se desplomó sobre los jóvenes, y ellos murieron. Yo solo pude escapar para traerte la noticia».
20 Entonces Job se levantó y rasgó su manto; se rapó la cabeza, se postró con el rostro en tierra 21 y exclamó: «Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allí. El Señor me lo dio y el Señor me lo quitó: ¡bendito sea el nombre del Señor!».
22 En todo esto, Job no pecó ni dijo nada indigno contra Dios.
P/ Palabra de Dios
R/ Te alabamos Señor
Salmo Responsorial
Sal 16, 1. 2-3. 6-7
R/. Inclina el oído y escucha mis palabras
Señor, escucha mi apelación,
atiende a mis clamores,
presta oído a mi súplica,
que en mis labios no hay engaño. R/.Emane de ti la sentencia,
miren tus ojos la rectitud.
Aunque sondees mi corazón, visitándolo de noche;
aunque me pruebes al fuego,
no encontrarás malicia en mí. R/.Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío;
inclina el oído y escucha mis palabras.
Muestra las maravillas de tu misericordia,
tú que salvas de los adversarios
a quien se refugia a tu derecha. R/.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según San Lucas
Lc 9, 46-50
“El que recibe a este niño en mi Nombre me recibe a mí, y el que me recibe a mí recibe a Aquel que me envió”.
En aquel tiempo, a los discípulos de Jesús 46 se les ocurrió preguntarse quién sería el más grande. 47 Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, tomó a un niño y acercándolo, 48 les dijo: «El que recibe a este niño en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe a mí, recibe a aquel que me envió; porque el más pequeño de ustedes, ese es el más grande».
49 Juan, dirigiéndose a Jesús, le dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre y tratamos de impedírselo, porque no es de los nuestros». 50 Pero Jesús le dijo: «No se lo impidan, porque el que no está contra ustedes, está con ustedes».
P/ Palabra del Señor
R/ Gloria a ti, Señor Jesús
MEDITACIÓN
“El que trabaja y hace el bien, en el nombre de Jesús, se encuentre donde se encuentre, pertenece al Reino de Dios”
“Cosme y Damián eran dos hermanos médicos, a quienes la tradición recuerda solícitos para aliviar las enfermedades de todos quienes acudían a ellos. Vivieron en Siria y murieron mártires en el año 303. Son los patronos de los médicos, cirujanos y farmacéuticos”
(La Liturgia Cotidiana, 26/09/2022, pág. 81).
Es impresionante al notar que Jesús conocía plenamente el interior de los corazones de sus discípulos, lo que pensaban y sentían, lo que planeaban y tramaban, todo lo que podamos imaginar. Así mismo estaba pasando, pues estaban discutiendo entre ellos lugares de honor (y no precisamente quién era o debía ser el más santo y cómo serlo entre ellos). Es porque la imagen de Mesías que tenían era muy terrena, quien tendría que dominar con las fuerzas humanas y someter a los demás en beneficio de ellos. Los discípulos de Jesús quieren ocupar lugares de privilegio, quieren los lugares con mayor poder, pues piensan que el Reino será de carácter temporal (socio-político), como para dominar a los demás.
Al poner al niño como ejemplo, les dice que no busquen ser más que los demás, ni tener más méritos, ni querer dominar (cf. Sal 131), sino buscar el último lugar, como el niño, quien ocupa el último lugar en la instrucción de la Palabra (la Ley). Existe una discusión de los discípulos sobre el puesto que cada uno debía tener en el reino que Él está predicando y del que tenían que ser partes como dirigentes. Si serán partes de la familia de Dios, como discípulos, nadie es más que el hermano, todos son iguales unos con otros, pero con el llamado de estar al servicio de los demás.
El que manda es el que sirve, el que se hace humilde y pequeño, quien no se vanagloria, no busca ni el poder ni el prestigio, ni los aplausos ni los lugares de honor, ni reconocimientos delante de los hombres ni querer mandonear y servirse de los demás. Jesús manda hacerse como niños, sin que pensemos específicamente en la inocencia de los niños. Piensa en su humildad: pues el niño no tiene pretensiones, sabe que es niño y acepta su niñez, su impotencia frente a la vida, la necesidad que tiene de sus padres para subsistir. Humildes no porque se hacen menos de lo que son, sino que reconocen lo que son con sencillez. Me hace recordar a Santa Teresita del Niño Jesús, quien oraba con tanta generosidad a Dios pidiendo desde su pequeñez por las misiones de la Iglesia en el mundo entero. Hacerse como niños significa eliminar del corazón la ambición, la envidia que hace del ser humano persona que quiere apariencia y honor delante de los demás. Es ser humildes y sencillos de corazón. Hacerse pequeños ante los puestos de dignidad y de mando. Además, el niño tiene una relación de dependencia (y en aquella época de total pertenencia) a sus padres. Lo que indica que también el discípulo debe depender del Señor. Es renunciar a uno mismo, al egoísmo, a los aplausos y ser sencillos y simples. Podemos tener presente en el discurso sobre las bienaventuranzas, un proyecto en donde los sencillos y humildes, los pobres de corazón son los que alcanzarán el Reino de Dios.
Por otro lado, el discípulo está llamado a ser abierto e inclusivo, pues también otros hermanos que creen e invocan el nombre de Jesús pueden hacer mucho bien, así como Dios ama a todos los que su Hijo da a conocer (revela). El que trabaja y hace el bien, en el nombre de Jesús, se encuentre donde se encuentre, pertenece al Reino de Dios, por cuanto pertenece al Corazón de Jesús, a su Misericordia. Invita a no tener rivalidades entre los que siguen a Jesús, aunque no sean de la Iglesia católica o del mismo grupo o movimiento, pero si sirven a la justicia, a la verdad, al amor y a la paz, son los fundamentos para construir el Reino de Dios. Si no podemos probar que alguien está en contra de Jesucristo, entonces está con Él.
La medida de la grandeza cristiana se reconoce con la práctica de la caridad fraterna, es decir, que Jesús pone la humildad no tanto en el desprecio de sí mismo sino en la caridad que sirve al hermano, busca siempre el bien del hermano. Que no exista rivalidad entre los hermanos, entre los seguidores de Jesús, ni exista rivalidad con hermanos que en nombre de Jesús hacen el bien, aunque no sean del propio grupo.

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