“Jesús se encaminó decididamente”

San Vicente de Paúl, Presbítero (MO)
El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unión. El me envió a llevar a nueva noticia a los pobres y a sanar a los que se arrepienten de corazón.
Lc 4, 18


Audios originales tomados de: panversia.com
Primera Lectura
Job 3, 1-3.11-17.20-23
1 Job rompió el silencio y maldijo el día de su nacimiento. 2 Tomó la palabra y exclamó: 3 ¡Desaparezca el día en que nací y la noche que dijo: «Ha sido engendrado un varón»!
11 ¿Por qué no me morí al nacer? ¿Por qué no expiré al salir del vientre materno? 12 ¿Por qué me recibieron dos rodillas y dos pechos me dieron de mamar? 13 Ahora yacería tranquilo, estaría dormido y así descansaría, 14 junto con los reyes y consejeros de la tierra que se hicieron construir mausoleos, 15 o con los príncipes que poseían oro y llenaron de plata sus moradas. 16 O no existiría, como un aborto enterrado, como los niños que nunca vieron la luz. 17 Allí, los malvados dejan de agitarse, allí descansan los que están extenuados.
20 ¿Para qué dar a luz a un desdichado y la vida a los que están llenos de amargura, 21 a los que ansían en vano la muerte y la buscan más que a un tesoro, 22 a los que se alegrarían de llegar a la tumba y se llenarían de júbilo al encontrar un sepulcro, 23 al hombre que se le cierra el camino y al que Dios cerca por todas partes?
P/ Palabra de Dios
R/ Te alabamos Señor
Salmo Responsorial
Salmo 87
R/. Llegue hasta ti mi súplica, Señor
Señor, Dios mío, de día te pido auxilio,
de noche grito en tu presencia;
llegue hasta ti mi súplica,
inclina tu oído a mi clamor. R/.Porque mi alma está colmada de desdichas,
y mi vida está al borde del abismo;
ya me cuentan con los que bajan a la fosa,
soy como un inválido. R/.Tengo mi cama entre los muertos,
como los caídos que yacen en el sepulcro,
de los cuales ya no guardas memoria,
porque fueron arrancados de tu mano. R/.Me has colocado en lo hondo de la fosa,
en las tinieblas del fondo;
tu cólera pesa sobre mí,
me echas encima todas tus olas. R/.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según San Lucas
Lc 9, 51-56
“Ellos partieron y entraron en un pueblo de Samaría para prepararle alojamiento”.
51 Cuando estaba por cumplirse el tiempo de su elevación al cielo, Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén 52 y envió mensajeros delante de él. Ellos partieron y entraron en un pueblo de Samaría para prepararle alojamiento. 53 Pero no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén. 54 Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron: «Señor, ¿quieres que mandemos caer fuego del cielo para consumirlos?». 55 Pero él se dio vuelta y los reprendió. 56 Y se fueron a otro pueblo.
P/ Palabra del Señor
R/ Gloria a ti, Señor Jesús
MEDITACIÓN
“El Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido”
“Vicente nació en Pouy el 24 de abril de 1581. A los 19 años fue ordenado sacerdote. Comprendiendo que la acción hacia los más pobres debe estar bien organizada, fundó varias organizaciones para atenderlos. Por ello fundó la confraternidad de las Damas de la Caridad, la congregación de los Sacerdotes de la Misión (Lazaristas) y las Hijas de la Caridad. Murió el 27 de septiembre de 1660” (La Liturgia Cotidiana, 27/09/2021, pág. 78). “Este santo, verdadero innovador parar su época, vivió en Francia entre los años 1581 y 1660. De sus muchas obras podemos destacar la fundación de las ‘Hijas de la Caridad’. Estas religiosas, a diferencia de las órdenes de mujeres existentes hasta ese momento, que vivían en clausura, fueron preparadas para la atención de los más pobres y la presencia en los hospitales. San Vicente de Paúl es el patrono de todas las organizaciones cristianas de caridad”
(La Liturgia Cotidiana, 27/09/2022, pág. 84).
Encontramos una situación en donde se querría caer en la venganza, pero sabemos que la venganza y la violencia engendran más venganzas y violencias a la vez. Lo lógica del Reino de Dios no es igual a lo que plantea el mundo, nosotros no podemos caer en querer hacer justicia por mano propia, porque llevará a ampliar el dolor y la angustia que han originado el conflicto o la diferencia. Si somos rechazados por los demás no está bueno caer en la misma medida con la que los demás han obrado. Pero nuestra humanidad normalmente nos traiciona, haciéndonos reaccionar devolviendo mal por mal. ¿Será eso lo que Jesús nos enseña?
En este texto notamos que hay una mala acogida en un pueblo samaritano. Los samaritanos estaban enemistados con los judíos, hasta el punto de que no se hablaban y se mostraban hostiles con quienes peregrinaban a Jerusalén desde hace mucho tiempo atrás, particularmente por sus diferencias religiosas y su monte cismático, el monte Garizim, lo que les llevaba a obstaculizar el paso de los judíos por su territorio. Si es que iban de Galilea a Jerusalén, sí o sí tenían que pasar por Samaría. Jesús iba con sus discípulos y pasaron por esa experiencia encontrando la mala voluntad de los samaritanos, quienes han negado la hospitalidad.
Es un texto donde se le rechaza a Jesús por los samaritanos y sus discípulos no comprenden el mensaje de Jesús. Son actitudes que cualquier creyente puede sufrir en sus vidas, la del rechazo y la incomprensión. Por más que el rechazo de Dios sea algo grave y de fatales consecuencias para nuestra vida, no deberíamos descartar esa posibilidad quizá inconsciente, de rechazar a Dios, oponiéndonos a su plan de salvación, obstaculizando la obra de la Gracia en nosotros o en los demás. Existen formas y formas de rechazar a Dios. Existiría un rechazo abierto y consciente cuando se conoce cuál es la voluntad de Dios y no queremos aceptarla y seguirla, ya sea por comodidad, ya sea por alejarnos del sacrificio, o por egoísmo, pero sobre todo, por falta de amor, de un amor intenso, verdadero y entregado. Puede haber un rechazo oculto o subconsciente, pero real y obstinado, cuando nos empeñamos en seguir en todo nuestros gustos e inclinaciones, nuestros propios criterios y modos de ver y juzgar el mundo, las cosas, los acontecimientos y las personas. En vez de dejarnos orientar por el Evangelio, por lo que nos enseña el Señor, o por la Gracia o mociones del Espíritu, nos dejamos llevar por los propios gustos y placeres.
Tal vez no sea tan frecuente en nosotros la actitud de rechazo del Señor, pero sí la actitud de incomprensión, que puede ser también rechazo de Dios, de su plan y de su voluntad. En la pregunta que Santiago y Juan hacen al Señor brotaba no sólo la ofensa inferida al Maestro al no recibirlo, sino incluso algo del fondo humano y del odio judío contra sus enemigos tradicionales, los samaritanos. Jesús les reprende porque no era el espíritu del Reino, pues no se debería caer en la venganza que ciertamente eso no proviene del Espíritu sino del diablo, ya que la misión del Señor no es destruir sino salvar.
“El Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido” (Lc 19,10), ya que “Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él” (Jn 3,17). Que el Señor nos reprenda está bien, pues Él es Padre y como Padre quiere y busca siempre el bien para todos sus hijos. Si nos reprende es porque nos ama y busca nuestra salvación y santificación. Lo ideal es que Dios nos ayude a purificarnos ya en este tiempo, que nos dé el conocimiento sobre nuestras fallas y descuidos. Nuestro mayor temor debe ser la condenación eterna. Que digamos como san Agustín: Señor, quema aquí, corta aquí, no perdones aquí, para que luego me perdones en la eternidad.
Llevemos la tarea de conocer alguna obra cercana en donde tienen al fundador: San Vicente de Paúl. Vayamos a compartir en algún servicio específico, y encontraremos que el Señor tiene mucho que enseñarnos. Él está presente en el hermano que más sufre. Pero atención: la mayor caridad siempre será ser puentes, instrumentos de salvación. Si hemos sido alguien de quien Dios se valió para que el hermano pudiera alcanzar la vida eterna, es la caridad máxima, así como el Hijo del Hombre vino a dar su vida es rescate por muchos.

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