“Les aseguro que en un abrir y cerrar de ojos les hará justicia”

San Josafat, obispo y mártir
Por la alianza del Señor y la ley de nuestros Padres, los santos de Dios perseveremos en el amor fraterno; mantuvieron un mismo espíritu y una misma fe.

Audios originales tomados de: panversia.com
Primera Lectura
Lectura de la tercera carta del apóstol San Juan
3 Jn 5-8
5 Querido hermano, tú obras fielmente, al ponerte al servicio de tus hermanos, incluso de los que están de paso, 6 y ellos dieron testimonio de tu amor delante de la Iglesia. Harás bien en ayudarlos para que puedan proseguir su viaje de una manera digna de su servicio a Dios. 7 Porque ellos se pusieron en camino para servir a Cristo, sin aceptar nada de los paganos, 8 por eso debemos acogerlos, a fin de colaborar con ellos en favor de la verdad.
P/ Palabra de Dios
R/ Te alabamos Señor
Salmo Responsorial
Sal 111, 1b-2. 3-4. 5-6
R/. Dichoso quien teme al Señor
Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita. R/.En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad dura por siempre.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo. R/.Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
porque jamás vacilará.
El recuerdo del justo será perpetuo. R/.
Evangelio
Lectura del santo Evangelio según San Lucas
Lc 18, 1-8
“Cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?”
En aquel tiempo, Jesús 1 enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin desanimarse: 2 «En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le importaban los hombres; 3 y en la misma ciudad vivía una viuda que recurría a él, diciéndole: “Te ruego que me hagas justicia contra mi adversario”. 4 Durante mucho tiempo el juez se negó, pero después dijo: “Yo no temo a Dios ni me importan los hombres, 5 pero como esta viuda me molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a fastidiarme”.»
6 Y el Señor dijo: «Oigan lo que dijo este juez injusto. 7 Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, aunque los haga esperar? 8 Les aseguro que en un abrir y cerrar de ojos les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?».
P/ Palabra del Señor
R/ Gloria a ti, Señor Jesús
MEDITACIÓN
“La fe explica y da sentido a toda la vida, confronta todas las realidades del ser humano y su contexto, pero proyectándose a la eternidad”
Josafat (Juan) Kuncewicz nació en Volodímir en Volinia, Ucrania, en una familia de nobles mercaderes en el año 1580. Se convirtió en monje de la Orden de san Basilio, luego fue ordenado sacerdote y nombrado abad del monasterio de Vilna, y después obispo de Pólotzk. Trabajó por la unidad de las tres formas de cristianismo que existían en su ciudad: latina, ortodoxa y griega. Su labor no fue comprendida, y fue asesinado por un grupo de fanáticos en Vitesbk, Bielorrusia, el 12 de noviembre de 1623. Su dedicación fue precursora del ecumenismo. “Cultivó con amor el rito bizantino-eslavo y, en Vitesbk en Bielorrusia, en aquel tiempo bajo jurisdicción polaca, fue cruelmente asesinado por sus adversarios durante un tumulto. Murió defendiendo la unidad de todos los cristianos”
(La Liturgia Cotidiana, 12/11/2022, pág. 51).
Este relato nos ubica en el contexto de una situación apocalíptica, pues el mundo se encuentra dividido, dominan los opresores (los criminales, corruptos e injustos) y los pobres son perseguidos, y no teniendo a nadie, claman y gritan a Dios porque les ayude. Es la situación de los seres humanos a lo largo de la historia, pero en el caso de los judíos, durante siglos fueron sometidos al poder de los pueblos extranjeros, padecieron injusticias a consecuencias de las guerras y la pobreza; entonces ven que no se pueden resolver estos problemas que angustian a los hombres y, por tanto, recurren a Dios para que envíe el libertador, el juez y salvador de la historia. Lo mismo pasaba en la época de los primeros cristianos, quienes esperaban la segunda venida salvadora de Jesús; descubrieron a nivel superlativo la maldad del mundo, y no les quedaba otra que suplicar a Dios y sentían siempre Su mano protectora, expresando con esperanza: “Maranatha”, es decir, ¡Ven, Señor!
Hasta hoy día sigue esa actitud en el mundo, el pecado social es cada vez más fuerte que antes, millones de personas claman justicia, hasta algunos piensan que se conseguirá a través de la revolución (o lucha de clases) entre seres humanos derrocando a los que están dominando (ejemplo, el marxismo); pero otros, se dirigen a Dios para que dé respuestas al destino de la humanidad. El evangelista Lucas ubica en este contexto la parábola de la viuda, haciendo notar que la viuda no puede conseguir la justicia por sus propios medios, por ser mujer y marginada en esa época, le será imposible ajustar las cuentas con su adversario; no le queda otra salida que importunarle al juez, rompiéndole la paciencia todos los días hasta cansarlo y logrando así que le hagan justicia. Al parecer la parábola no es del todo lógica, porque el juez podría haber reaccionado distintamente, castigando a la mujer por ser rompe paciencia y prohibiéndole a que vaya al tribunal. Lo que se quiere enseñar es que, así como el juez, Dios recibe el clamor con gemidos de los pobres y más débiles todos los días, y entonces, hará justicia respondiendo favorablemente a dichos clamores. Al mirar la cruz del Señor, que está en el centro de la tierra y de la historia (esa cruz gloriosa, triunfante) de la humanidad, comprendemos que los malosserán condenados acabando con la muerte
eterna, no así los sufrimientos de los pequeños que claman a Dios permanentemente, quienes se unen a los sufrimientos y padecimientos de Jesús que seguirá transformando la vida de las personas en la historia.
Con esta parábola Jesús enseña que se debe orar siempre para conseguir de Dios lo que se pide. Jesús dice que, si este juez injusto hace justicia a una viuda porque insiste tanto, mucho más el Padre celestial escuchará las oraciones y hará justicia, aunque nos haga esperar. Por ello, es una invitación a la perseverancia en la oración. Atención: para ser constantes se debe tener fe, pues sólo el que cree, sabe que Dios siempre cumple con su promesa. ¿Hay tanta fe para insistir en este mundo lleno de corrupción, de crímenes organizados y planes de una cultura de la muerte que se va instalando en todas partes? Cuando venga Jesús en la Parusía, ¿encontrará fe en la tierra? La fe explica y da sentido a toda la vida, confronta todas las realidades del ser humano y su contexto, pero proyectándose a la eternidad. Se entiende esta pregunta si cuando sea el final de los tiempos, cuando haya ya agonía de un mundo cansado y enfermo de absoluta injusticia por todas partes, ¿seguirá habiendo fe sobre la tierra?
Nuestro pensar, sentir y obrar, ¿están ubicados en el plan de Dios teniendo el verdadero sentido y razón de ser para nosotros? Lo que nos hace discernir y da miedo es que la fe, así como Jesús pregunta, significa que se puede perder. No es suficiente que hayamos crecido en los principios de la fe y vivamos en un ambiente de fe, es preciso tener una actitud de permanente vigilancia y estar siempre alerta ante las amenazas sutiles y contaminantes que pueden ahogar y opacar la fe que tenemos, asfixiándola con un estilo de vida un tanto light. Ánimo en seguir orando, porque con la constancia alcanzaremos la vida.
La fe debe obrar revitalizando todo, está al servicio de la vida, plenificando todo lo que encuentra. La fe se testimonia a través de la caridad, entregando la vida para encender la chispa de alegría en las personas que más necesitan en el mundo entero, porque en cada uno de esos hermanos está nuestro Dios, quien nos dice que cada vez que lo hicimos con uno de esos hermanos más pequeños, lo hicimos con Él. Es la esperanza cierta de que Dios se manifiesta en nuestra vida y da sentido a lo que somos y tenemos.

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