Lecturas del día y Reflexión al Evangelio de Hoy  MIÉRCOLES 16   DE NOVIEMBRE de 2022 «Lectio Divina»

«“Se ha ido a alojar en casa de un pecador”».

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 Santa Gertrudis, virgen

Dice el Señor: “Yo tengo designios de paz y no de aflicción. Invóquenme y los escucharé y pondré fin a su cautiverio”.

Jer 29, 11. 12. 14
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Audios originales tomados de: panversia.com

Primera Lectura

Lectura del libro del Apocalipsis  

Ap 4, 1-11

1 Yo, Juan, tuve la siguiente visión: Había una puerta abierta en el cielo, y la voz que había escuchado antes, hablándome como una trompeta, me dijo: «Sube aquí, y te mostraré las cosas que deben suceder en seguida».

2 En ese mismo momento, fui arrebatado por el Espíritu y vi en el cielo un trono, en el cual alguien estaba sentado. 3 El que estaba sentado tenía el aspecto de una piedra de jaspe y de ágata. Rodeando el trono, vi un arco iris que tenía el aspecto de la esmeralda. 4 Y alrededor de él, había otros veinticuatro tronos, donde estaban sentados veinticuatro Ancianos, con túnicas blancas y coronas de oro en la cabeza.

5 Del trono salían relámpagos, voces y truenos, y delante de él ardían siete lámparas de fuego, que son los siete Espíritus de Dios.

6 Frente al trono, se extendía como un mar transparente semejante al cristal. En medio del trono y alrededor de él, había cuatro Seres Vivientes, llenos de ojos por delante y por detrás. 7 El primer Ser Viviente era semejante a un león; el segundo, a un toro; el tercero tenía rostro humano; y el cuarto era semejante a un águila en pleno vuelo. 8 Cada uno de los cuatro Seres Vivientes tenía seis alas y estaba lleno de ojos por dentro y por fuera. Y repetían sin cesar, día y noche:

«Santo, santo, santo es el Señor Dios, el Todopoderoso, el que era, el que es y el que vendrá».

Y cada vez que los Seres Vivientes daban gloria, honor y acción de gracias al que está sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos, 10 los veinticuatro Ancianos se postraban ante él para adorarlo, y ponían sus coronas delante del trono, diciendo: 11 «Tú eres digno, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder. Porque has creado todas las cosas: ellas existen y fueron creadas por tu voluntad».

P/ Palabra de Dios
R/ Te alabamos Señor
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Salmo Responsorial

Sal 150

R/. Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios todopoderoso

Alaben al Señor en su templo, alábenlo en su augusto firmamento.
alábenlo por sus obras magníficas, alábenlo por su inmensa grandeza. R/.

Alábenlo tocando trompetas, alábenlo con arpas y cítaras;
alábenlo con tambores y danzas, alábenlo con trompas y flautas. R/.

Alábenlo con platillos sonoros, alábenlo con platillos vibrantes.
Todo ser que alienta alabe al Señor. R/.

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Evangelio

Lectura del santo Evangelio según San Lucas

Lc 19, 11-28

“El Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido”

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En aquel tiempo, 11 Jesús dijo a la gente una parábola, porque estaba cerca de Jerusalén y ellos pensaban que el Reino de Dios iba a aparecer de un momento a otro.

12 Les dijo: «Un hombre de familia noble fue a un país lejano para recibir la investidura real y regresar enseguida. 13 Llamó a diez de sus servidores y les entregó cien monedas de plata a cada uno, diciéndoles: “Háganlas producir hasta que yo vuelva”. 14 Pero sus conciudadanos lo odiaban y enviaron detrás de él una embajada encargada de decir: “No queremos que este sea nuestro rey”.

15 Al regresar, investido de la dignidad real, hizo llamar a los servidores a quienes había dado el dinero, para saber lo que había ganado cada uno.

16 El primero se presentó y le dijo: “Señor, tus cien monedas de plata han producido diez veces más”.

17 “Está bien, buen servidor, le respondió, ya que has sido fiel en tan poca cosa, recibe el gobierno de diez ciudades”. 18 Llegó el segundo y dijo: “Señor, tus cien monedas de plata han producido cinco veces más”. 19 A él también le dijo: “Tú estarás al frente de cinco ciudades”.

20 Llegó el otro y le dijo: “Señor, aquí tienes tus cien monedas de plata, que guardé envueltas en un pañuelo. 21 Porque tuve miedo de ti, que eres un hombre exigente, que quieres tomar lo que no has depositado y cosechar lo que no has sembrado”.

22 Él le respondió: “Yo te juzgo por tus propias palabras, mal servidor. Si sabías que soy un hombre exigente, que quiero tomar lo que no deposité y cosechar lo que no sembré,

23 ¿por qué no entregaste mi dinero en préstamo? A mi regreso yo lo hubiera recuperado con intereses” 24 Y dijo a los que estaban allí: “Quítenle las cien monedas y dénselas al que tiene diez veces más”. 25 “¡Pero, señor, le respondieron, ya tiene mil!”. 26 “Les aseguro que al que tiene, se le dará; pero al que no tiene, se le quitará aún lo que tiene. 27 En cuanto a mis enemigos, que no me han querido por rey, tráiganlos aquí y mátenlos en mi presencia”».

28 Después de haber dicho esto, Jesús siguió adelante, subiendo a Jerusalén.

P/ Palabra del Señor
R/ Gloria a ti, Señor Jesús

MEDITACIÓN

Sólo quien trabaja con alegría y sin descanso a favor de los necesitados, sólo esa persona es quien comprende de verdad que el Reino está cerca

Gertrudis nació en Eisleben, Alemania, hacia 1256 y falleció en el monasterio de Helfta el 17 de noviembre de 1302. Desde niña gustó de la soledad y los estudios literarios. Con este espíritu ingresó al monasterio cisterciense de Helfta, donde vivió plenamente la vida de oración y la contemplación de Jesús crucificado. Es llamada santa Gertrudis Magna”

(La Liturgia Cotidiana 16/11/2022, pág. 61).

Los casos del ciego del camino que se convierte en discípulo del Señor y de Zaqueo que cambió su vida y se benefició toda su familia con la salvación del Señor, sirven de introducción al mensaje universal de esta parábola, que trata sobre el uso de los bienes o dones que Dios nos entregó. Jerusalén ya está muy cerca. Los discípulos suponen que con esto llega el fin (el juicio final) y se transformará todo. Pero Jesús enseña que el reino se va construyendo día a día en medio de las dificultades de la historia, en medio de tantos esfuerzos humanos.

Marchando lejos, el Señor nos confía sus caudales, el tesoro de la vida, del amor y de los bienes de la tierra, son las riquezas que Dios nos entrega. La intención es hacer fructificar, desarrollar esa fortuna, negociarla para seguir aumentando los buenos resultados. Por tanto, al esconder el tesoro, los talentos, no pueden beneficiar a nadie, y terminan siendo insignificantes y no cumpliendo con su misión. Nuestra vida es un don de Dios, como hemos visto con la experiencia del ciego del camino, y se basa también en un perdón que ofrece una nueva forma de existencia, como en el caso de Zaqueo. Pero esa misma vida, debe convertirse en un servicio hacia los demás. Sólo aquella persona que arriesga su vida en la entrega a los demás, sólo quien trabaja con alegría y sin descanso a favor de los necesitados, sólo esa persona es quien comprende de verdad que el Reino está cerca.

Concluimos de esta manera con esta parábola: En primer lugar, el potencial, los talentos, que Dios nos entregó son los bienes de fortuna y diversas cualidades o incluso toda la vida humana, que aparece desde Cristo como un gran don en nuestra historia y con el que cada uno tenemos la tarea de multiplicar.

En segundo lugar, para que puedan fructificar lo que Dios nos regaló se consigue sólo dándolo, poniendo toda nuestra vida al servicio de los demás, es decir, crece en nosotros aquello que hemos regalado de corazón. En tercer lugar, por eso se dice que al que tiene se le dará y tendrá más, pues es capaz de seguir dando, ya que sabe que todo lo que es y tiene es regalo e irá aumentando en la medida en que se comparte aquello que se recibió y se estancará y no servirá a nadie si se guarda y no se comparte.

Por último, el fracaso viene cuando se encierra en uno mismo y no se es capaz de compartir con los demás, particularmente con los más necesitados de este mundo y a quienes les podemos dar una mano; es el encierro y quedarse solo sin Dios y sin los otros hermanos, viviendo la ausencia total del amor.

Nadie puede decir que no ha recibido nada. Pues Dios a todos nos dio lo necesario para ser felices. Comprendamos de verdad que, cuanto más damos, más recibiremos, pero se nos pide dar y compartir con alegría, porque es don, es regalo. Sólo quien entiende que toda su vida está comprometida en el servicio generoso y desinteresando, incondicional y fiel a los hermanos que más necesitan, podrá vivir adecuadamente esta parábola.

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