“Si tú también hubieras comprendido en este día el mensaje de paz”

Santa Isabel de Hungría
Dice el Señor: “Yo tengo designios de paz y no de aflicción. Invóquenme y los escucharé y pondré fin a su cautiverio”.
Jer 29, 11. 12. 14
Audios originales tomados de: panversia.com
Primera Lectura
Lectura del libro del Apocalipsis
Ap 5, 1-10
Yo, Juan, 1 vi en la mano derecha de aquel que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, y sellado con siete sellos. 2 Y vi a un Ángel poderoso que proclamaba en alta voz: «¿Quién es digno de abrir el libro y de romper sus sellos?». 3 Pero nadie, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de ella, era capaz de abrir el libro ni de leerlo. 4 Y yo me puse a llorar porque nadie era digno de abrir el libro ni de leerlo. 5 Pero uno de los Ancianos me dijo:
«No llores: ha triunfado el León de la tribu de Judá, el Retoño de David, y él abrirá el libro y sus siete sellos».
6 Entonces vi un Cordero que parecía haber sido inmolado: estaba de pie entre el trono y los cuatro Seres Vivientes, en medio de los veinticuatro Ancianos. Tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete Espíritus de Dios enviados a toda la tierra. 7 El Cordero vino y tomó el libro de la mano derecha de aquel que estaba sentado en el trono.
8 Cuando tomó el libro, los cuatro Seres Vivientes y los veinticuatro Ancianos se postraron ante el Cordero. Cada uno tenía un arpa, y copas de oro llenas de perfume, que son las oraciones de los Santos, 9 y cantaban un canto nuevo, diciendo: «Tú eres digno de tomar el libro y de romper los sellos, porque has sido inmolado, y por medio de tu Sangre, has rescatado para Dios a hombres de todas las familias, lenguas, pueblos y naciones.
10 Tú has hecho de ellos un Reino sacerdotal para nuestro Dios, y ellos reinarán sobre la tierra».
P/ Palabra de Dios
R/ Te alabamos Señor
Salmo Responsorial
Sal 149, 1bc-2. 3-4. 5-6a y 9b
R/. Has hecho de nosotros para nuestro Dios un reino de sacerdotes
Canten al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey. R/.Alaben su nombre con danzas,
cántenle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes. R/.Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca;
es un honor para todos sus fieles. R/.
Evangelio
Lectura del santo Evangelio según San Lucas
Lc 19, 41-44
“Vendrán días desastrosos para ti, en que tus enemigos te cercarán con empalizadas, te sitiarán y te atacarán por todas partes”
En aquel tiempo, 41 cuando Jesús estuvo cerca de Jerusalén y vio la ciudad, se puso a llorar por ella, 42 diciendo:
«¡Si tú también hubieras comprendido en ese día el mensaje de paz! Pero ahora está oculto a tus ojos. 43 Vendrán días desastrosos para ti, en que tus enemigos te cercarán con empalizadas, te sitiarán y te atacarán por todas partes. 44 Te arrasarán junto con tus hijos, que están dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has sabido reconocer el tiempo en que fuiste visitada por Dios».
P/ Palabra del Señor
R/ Gloria a ti, Señor Jesús
MEDITACIÓN
“Jesús ama a su pueblo. Ama tanto a su pueblo que hace así del rechazo de los suyos como fundamento de su Pasión.”
Santa Isabel nació en Hungría en el año 1207, y llegó con solo 4 años a un castillo de Turingia, Alemania. Fue dada a los 11 años en matrimonio por su padre, el rey Andrés II de Hungría, a Luis de Turingia. Tuvo tres hijos; el primero nació cuando tenía sólo 17 años y vivió con gran generosidad y desprendimiento, atendiendo a pobres y enfermos, siendo ejemplo de piedad y virtud cristiana, mostrando una vida humilde. Fundó hospitales y asilos para niños abandonados. Su esposo murió en una cruzada, cuando ella tenía sólo 20 años, luego de lo cual ella se consagró como terciaria franciscana. En compañía de otras mujeres, se dedicó a atender a las familias pobres y fundó un hospital, donde ella misma era enfermera. Es patrona de la Orden Franciscana Seglar
(Cf. La Liturgia Cotidiana 17/11/2022, pág. 63), murió a los 24 años, el 17 de noviembre de 1231.
Recordemos que Jesús sube a Jerusalén para ser condenado por la autoridad competente de la época como un malhechor. Por medio de la condena, Jesús se sienta sobre el trono de Israel como el Señor que reina por encima de los suyos. Y es en esta posición de rey que pronuncia la sentencia para Jerusalén, porque no comprendieron el mensaje de paz y, por tanto, sus enemigos la atacarán por todas partes, que no quedará piedra sobre piedra. Lo que pasa es que, al rechazar a Cristo, al Mesías, Jerusalén se queda como sólo ciudad de la tierra. Esto acontece porque pierde su carácter de signo salvador y se sitúa en un plano de extremismo político en su lucha contra Roma. Probablemente esto le llevó a la guerra en el año 70. No escuchó lo que Jesús manifestó, ni a los primeros cristianos, ni a Pablo (cf. Hch 21ss.), lo que hará que Jerusalén termine sola y abandonada. Al final, lo que era la esperanza del camino de Jesús hacia su Padre, se convierte en ruinas. Entonces esa salvación se sale de sus viejas raíces palestinas y va hacia los discípulos al mundo entero.
El llanto de Jesús por Jerusalén presagia la reacción con violencia de los romanos contra la ciudad dada en el 70 d.C. Estas piedras de la Jerusalén destruida presentan el final fatal de quienes se niegan a reconocer y aceptar la visita de Dios a su Pueblo mediante su Rey y Mesías. Jesús llora por Jerusalén, pues Dios vino a visitarla y la ciudad prefirió seguir otro camino, no aceptando el reino de Paz que trae el Mesías, camino que le llevó a la ruina total de la ciudad. El evangelista nos muestra que donde la salvación se ha preparado y ofrecido de un modo más intenso la ruina y el rechazo vienen a ser más dolorosos. Jesús sube al Padre, pero desde la tierra llora sobre las ruinas de su pueblo muerto. Es notable que se visualiza cuánto Jesús ama a su pueblo. Ama tanto a su pueblo que hace así del rechazo de los suyos como fundamento de su Pasión. Cuántas personas estarán sufriendo el
mismo dolor que Jesús pasó, cuando no acogen el mensaje de salvación, cuando no acogen al Salvador, porque muchas veces están tan distraídos en sus propios asuntos, haciendo que no puedan ver la Presencia de Dios y su paso por su historia. Ciertamente que la muerte de Jesús para la Iglesia, aceptada en obediencia, se convierte en fundamento de gloria y salvación. Sin embargo, la caída de Jerusalén, interpretada a la luz de su rechazo, se convirtió en motivo de su condena. Pero atención: aunque Jerusalén rechazó a Cristo y siguió su propio camino, que la conducirán a la ruina, sigue siendo la Ciudad amada desde donde se llevará la Palabra de Dios hasta los confines de la tierra.
La visita de Dios representa simbólicamente a premios o castigos. Es ese tiempo del período mesiánico de Jesucristo, de enseñanza y milagros. La Presencia de Jesús que trae la Palabra de Dios y obra signos extraordinarios, hace que enriquezca profundamente la ciudad, pero al rechazar a Jesús y su Mensaje, termina en la ruina total. Por eso Jesús llora, pues no saben lo que se están perdiendo. Y hoy también Jesús llora sobre nuestras ciudades, en donde hay llenas de maldad y corrupción, de inmoralidad, de soberbia, de egoísmo, con poca caridad y solidaridad, llenas de injusticias e impunidad, signos del rechazo de la visita de Dios por nuestros pueblos. Aunque también podemos mirarnos cada uno de nosotros, con la visita que Jesús hace a nuestras vidas y nos encuentra en situaciones de infidelidad, descompuestos por dentro por el pecado, ¿no terminamos haciendo llorar a nuestro Dios por nuestras negaciones a su presencia?

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