Lecturas del día y Reflexión al Evangelio de Hoy   DOMINGO 4 DE DICIEMBRE de 2022 «Lectio Divina»

“Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos”

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Segundo Domingo de Adviento

Pueblo de Sión, el Señor vendrá para salvar a las naciones. Él hará oír su voz majestuosa, y llenará de alegría sus corazones.

Is 30, 19. 30 
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Audios originales tomados de: panversia.com

Primera Lectura

Lectura del libro del profeta Isaías

Is 11, 1-10

Aquel día, 1 saldrá una rama del tronco de Jesé y un retoño brotará de sus raíces. 2 Sobre él reposará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y de temor del Señor 3 –y lo inspirará el temor del Señor–. El no juzgará según las apariencias ni decidirá por lo que oiga decir: 4 juzgará con justicia a los débiles y decidirá con rectitud para los pobres del país; herirá al violento con la vara de su boca y con el soplo de sus labios hará morir al malvado. 5 La justicia ceñirá su cintura y la fidelidad ceñirá sus caderas.

6 El lobo habitará con el cordero y el leopardo se recostará junto al cabrito; el ternero y el cachorro de león pacerán juntos, y un niño pequeño los conducirá, 7 la vaca y la osa vivirán en compañía, sus crías se recostarán juntas, y el león comerá paja lo mismo que el buey. El niño de pecho jugará sobre el agujero de la cobra, y en la cueva de la víbora, meterá la mano el niño apenas destetado. No se hará daño ni estragos en toda mi Montaña santa, porque el conocimiento del Señor llenará la tierra como las aguas cubren el mar.

10 Aquel día, la raíz de Jesé se erigirá como emblema para los pueblos: las naciones la buscarán y la gloria será su morada.

P/ Palabra de Dios
R/ Te alabamos Señor
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Salmo Responsorial

Sal 94, 1-2. 6-7. 8-9

R/. Que en sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente

Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. R/.

En sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra. R/.

Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres. R/.

Que su nombre sea eterno
y su fama dure como el sol:
él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra. R/.

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Segunda Lectura

Lectura de la Carta del apóstol San Pablo a los Romanos

Rm 15, 4-9

Hermanos:12Demos gracias con alegría al Padre, que nos ha hecho dignos de participar de la herencia luminosa de los santos. 13 Porque Él nos libró del poder de las tinieblas y nos hizo entrar en el Reino de su Hijo muy querido, 14 en quien tenemos la redención y el perdón de los pecados. 15 Él es la Imagen del Dios invisible, el Primogénito de toda la creación, 16 porque en Él fueron creadas todas las cosas, tanto en el cielo como en la tierra, los seres visibles y los invisibles, Tronos, Dominaciones, principados y Potestades: todo fue creado por medio de Él y para Él. 17 Él existe antes que todas las cosas y todo subsiste en Él. 18 Él es también la Cabeza del Cuerpo, es decir, de la Iglesia. Él es el Principio, el Primero que resucitó de entre los muertos, a fin de que Él tuviera la primacía en todo, 19 porque Dios quiso que en Él residiera toda la Plenitud. 20 Por Él quiso reconciliar consigo todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la sangre de su cruz.

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Evangelio

Lectura del santo Evangelio según San Mateo

Mt 3, 1-12

“Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca.”

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1 En aquel tiempo se presentó Juan el Bautista, proclamando en el desierto de Judea: 2 «Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca». 3 A él se refería el profeta Isaías cuando dijo: «Una voz grita en el desierto: “Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos”».

4 Juan tenía una túnica de pelos de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre. 5 La gente de Jerusalén, de toda Judea y de toda la región del Jordán iba a su encuentro, 6 y se hacía bautizar por él en las aguas del Jordán, confesando sus pecados.

7 Al ver que muchos fariseos y saduceos se acercaban a recibir su bautismo, Juan les dijo: «Raza de víboras, ¿quién les enseñó a escapar de la ira de Dios que se acerca?
8 Produzcan el fruto de una sincera conversión, 9 y no se contenten con decir: “Tenemos por padre a Abraham”. Porque yo les digo que de estas piedras Dios puede hacer surgir hijos de Abraham.

10 El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles: el árbol que no produce buen fruto será cortado y arrojado al fuego.

11 Yo los bautizo con agua para que se conviertan; pero aquel que viene detrás de mí es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de quitarle las sandalias. Él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego. 12 Tiene en su mano la horquilla y limpiará su era*: recogerá su trigo en el granero y quemará la paja en un fuego inextinguible».

P/ Palabra del Señor
R/ Gloria a ti, Señor Jesús

MEDITACIÓN

El fundamento de nuestra Esperanza es la fidelidad de Dios, quien en Cristo cumplió las promesas hechas a los antepasados.”

Estamos en el séptimo día de nuestro novenario en honor a la Virgen de Caacupé, con el tema: “Los laicos, comprometidos a vivir la misericordia con los más vulnerables”. Invitándonos a la defensa de los pueblos originarios y la escucha del clamor de los pobres, excluidos y descartados. Uno de los aportes principales de la Iglesia Católica para la humanidad es la misericordia. Dios viene a nuestro encuentro, y es Él quien suscita la conversión para llegara a ser discípulos suyos, viviendo en comunión con Él y con los hermanos, y compartir con los más necesitados la alegría de su Amor. Hoy, en nuestro país, son los pueblos originarios los más pobres entre los pobres. Invitamos a los miembros de este Pueblo de Dios a levantar la voz ante Dios y las autoridades de turno, gritando no a los desalojos y violencias de los pueblos originarios; no a hacer oídos sordos a sus reclamos y reivindicaciones; no a la discriminación y burlas y ser como Iglesia indiferente ante sus sufrimientos.

¿Quiénes son los excluidos y descartados de nuestra sociedad hoy? Para ello, dejémonos tocar por la carne sufriente del hermano, dejémonos conmover como Jesús se compadece (padece-con) con quienes necesitan. Pero también animémonos a tocar con misericordia esas realidades: de los pobres, adictos, personas en situación de calle, ancianos enfermos, o en alguna situación de vulnerabilidad, etc. No temer salir al encuentro para tocar esas realidades y llevarles consuelo y buenas noticias del Amor de Dios. Son esos hermanos, en quienes Cristo se identifica (cf. Mt 25,40.45), quienes nos ayudarán a hacer nuestro camino de conversión y purificarnos para sonreír con compasión con gestos de solidaridad fraterna.

La primera lectura del profeta Isaías busca alimentar nuestra esperanza de un futuro mejor cuando el Señor haga nacer a su elegido para restablecer la paz paradisíaca. Un niño nacerá, un descendiente de David, y llevará a cabo el proyecto de paz, justicia y felicidad que Dios tiene para las naciones y que todos deseamos de corazón. Las profecías del AT son actuales para nosotros hoy, porque la vida del cristiano está siempre en transición hacia la plena realización. San Pablo, en la Segunda lectura afirma que “todo lo que ha sido escrito en el pasado, ha sido escrito para nuestra instrucción, a fin de que por la constancia y el consuelo que dan las Escrituras, mantengamos la esperanza” (Rom 15,4). El fundamento de nuestra Esperanza es la fidelidad de Dios, quien en Cristo cumplió las promesas hechas a los antepasados. La primera y la segunda lectura, invitan a mantener despierta la esperanza, a soñar con todo lo bueno que nos traerá la venida del Señor al final de los tiempos.

El domingo pasado, el evangelio orientaba la mirada creyente hacia el futuro, al Señor que viene al fin de los tiempos, este domingo, hacia el pasado, a la venida histórica de Jesús. La primera venida del Señor, nos permite esperar confiados su segunda y definitiva venida, es decir, miramos hacia lo que ya pasó para saber cómo esperar en el presente lo que vendrá. Juan Bautista es llamado “el precursor”, porque históricamente tuvo la misión de anunciar y de preparar la venida de Jesús. Escuchemos la predicación del Bautista, quien anuncia la llegada del Reino de Dios invitando a prepararse con una sincera conversión. «Esta voz que grita en el desierto resonará hasta el final de los tiempos. Siempre habrá que convertirse, el trabajo de la conversión no acaba nunca. No es suficiente el pertenecer a una raza cristiana, como no era suficiente tener por padre a Abraham.

Hay que dar el fruto que pide la conversión. Esta conversión para el perdón de los pecados está íntimamente unida al bautismo, bautismo de Juan que lleva a la conversión y bautismo de Cristo que es bautismo de fuego y Espíritu Santo, bautismo que hace que renazcamos según Dios y que nos reúne en el pueblo de Dios» (A. Nocent). Ante la certeza de que el Señor viene a nuestro encuentro, lo primero era despertarse (domingo anterior); este domingo, convertirse, preparar el camino, allanarlo, quitar los obstáculos para que nada impida su venida a nosotros. La conversión del Adviento pide un cambio existencial, invitando a la revisión de nuestras actitudes ante lo presente y ante lo futuro y definitivo. Delante la posibilidad real de juicio de Dios, de lo definitivo, se nos invita a ordenar nuestra escala de valores, distinguiendo lo esencial de lo secundario, lo importante y lo urgente. Existen aspectos esperanzadores y amenazadores propios de la visión cristiana del futuro. Isaías nos abre a la esperanza de un mundo mejor, y Juan Bautista anuncia la venida del Mesías como juez escatológico para quien no es lo más importante la raza, los títulos, rangos o cargos, sino pedirá cuenta de obras y frutos de conversión. Esto de conversión, arrepentimiento, confesión de los pecados, nuestra gente sencilla lo capta excelente. La solución ante el pecado es el arrepentimiento y el perdón de Dios. El problema sería la autosuficiencia e hipocresía de los escribas y fariseos, actitud que cierra el camino al Señor que viene. El papa Francisco nos pide convertirnos cada día, paso a paso, dejando los caminos cómodos y engañosos de los ídolos de este mundo, dejando de lado el éxito, poder por encima de los débiles, la ambición de tener más y más, el placer a cualquier precio. Atención, el Señor no nos quita la libertad, y nos ofrece la verdadera felicidad con el nacimiento de Jesús (cf. Francisco, 4 diciembre 2016). En segundo lugar, la conversión invita a revisar el uso de nuestro tiempo, en qué invertimos normalmente nuestro tiempo. ¿Y para Dios, para el prójimo particularmente necesitado, para nosotros: salud, vida interior, vínculos cercanos? En el atardecer de nuestros días, nos examinarán en el amor (cf. San Juan de la Cruz), en qué y de qué manera invertimos nuestro tiempo. Además, la conversión si bien es individual, también tiene una dimensión comunitaria. San Pablo exhorta a aceptar a los demás, como Cristo nos acepta a todos. Esa apertura solidaria al prójimo como hermano es causa y condición para recibir a Cristo que viene a nosotros.    

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