TERCERA SEMANA DE ADVIENTO

TERCERA SEMANA DE ADVIENTO
Nuestra Señora de Guadalupe
Una gran señal apareció en el cielo: una mujer, vestida de sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza.
Ap 12, 1


Audios originales tomados de: panversia.com
Primera Lectura
Lectura del libro del Eclesiástico (Sirácida)
Eclo 24, 23-31
Yo, como una vid, hice germinar la gracia, y mis flores son un fruto de gloria y de riqueza. [Yo soy la madre del amor hermoso, del temor, de la ciencia y de la santa esperanza. Yo, que permanezco para siempre, soy dada a todos mis hijos, a los que han sido elegidos por Dios.]
¡Vengan a mí, los que me desean, y sáciense de mis productos!
Porque mi recuerdo es más dulce que la miel y mi herencia, más dulce que un panal. Los que me coman, tendrán hambre todavía, los que me beban, tendrán más sed. El que me obedezca, no se avergonzará, y los que me sirvan, no pecarán». Los que me honran tendrán una vida eterna
P/ Palabra de Dios
R/ Te alabamos Señor
Salmo Responsorial
Sal 66
R/. Que te alaben, Señor, todos los pueblos
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R/.Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra. R/.Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga, que le teman
hasta los confines del orbe. R/.
Segunda Lectura
Lectura de la Carta del apóstol San Pablo a los Gálatas
Gálatas 4, 4-7
Hermanos: Cuando se cumplió el tiempo establecido, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer y sujeto a la Ley, para redimir a los que estaban sometidos a la Ley y hacernos hijos adoptivos.
Y la prueba de que ustedes son hijos, es que Dios infundió en nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama a Dios llamándolo» ¡Abba!, es decir, ¡Padre!
Así, ya no eres más esclavo, sino hijo, y por lo tanto, heredero por la gracia de Dios.
Evangelio
Lectura del santo Evangelio según San Lucas
Lc 1, 39-48a
“Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque él miró con bondad la pequeñez de su servidora.”
En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó:
«¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme?
Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno.
Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor».
María dijo entonces: «Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi salvador, porque Él miró con bondad la pequeñez de su servidora.
P/ Palabra del Señor
R/ Gloria a ti, Señor Jesús
MEDITACIÓN
“la intención más profunda: se despoja de su categoría de Dios, se hace bebé, en obediencia acepta la muerte de Cruz.”
“En el año 1531, la Virgen María se apareció al indio Juan Diego en el cerro Tepeyac, en México. La Virgen llamó a Juan Diego: “hijo mío, el más pequeño”, y le confió su deseo de quedarse en ese lugar. Juan se presentó al obispo, y la Virgen realizó un signo portentoso de su presencia maternal: su imagen apareció grabada en el manto donde Juan Diego recogió unas rosas del cerro. Esa imagen posee un hondo sentido simbólico: María aparece embarazada y sobre su vientre hay una flor de tonali, que en la mentalidad indígena representa la morada de Dios. Pío X proclamó a Nuestra Señora de Guadalupe como “Patrona de toda la América Latina”
(La Liturgia Cotidiana, 12/12/2022, pág. 48
En este relato encontramos el encuentro entre María, la madre de Jesús, e Isabel, la madre de Juan Bautista; aunque el encuentro entre Jesús y su primo Juan es ya desde ese momento, preanunciando todo lo que se vendrá para concretar la promesa del Antiguo Testamento en referencia al Mesías. Mirando con ojos críticos, constatamos que normalmente no se escribe la historia desde la experiencia o perspectiva de los pobres. Ciertamente, aunque Lucas es un historiador también, no obvió resaltar a los pequeños, porque se encontrará en abundancia la historia de los grandes y poderosos de la tierra, los de renombre y los que se creen los únicos protagonistas de la historia.
¿Cuál será el objetivo de Lucas al presentarnos de esta manera resaltando a los pequeños y olvidados del mundo, quienes no tienen importancia en la sociedad? Es porque Dios siempre escoge ese camino, pues desde la humildad y sencillez se entretejen las historias más maravillosas del mundo entero. Es la historia de la Guadalupe para nuestra América aborigen, mostrándonos con eso el Señor que nos acompaña con todo su Amor haciendo latir el corazón de su Madre en nuestros corazones.
Para la redacción de este relato, se nota que el autor (aparentemente) se inspira en el traslado del arca de la alianza a Jerusalén (cf. 2 Sam 6). “El arca de la alianza simboliza el pacto de Dios con su pueblo y la presencia divina que guía, protege, enseña y escucha a los israelitas. El arca guardaba las tablas del decálogo y es una figura importante de Jesús en el Antiguo Testamento, pues él establece la nueva alianza, inscribe su ley en el corazón y nos lleva a Dios” (Ver en comentario a Ex 25,10, en la Biblia Católica para Jóvenes, Editorial Verbo Divino, 2007). “El arca de la alianza era el cofre de maderas preciosas y de oro que guardaba las tablas de la antigua alianza (cf. Éx 25,10-22). Se le presenta a María como esa nueva arca quien le lleva a Jesús, la nueva y definitiva alianza de Dios con toda la humanidad”.
Nos muestra que, así como David y los israelitas saltaban de gozo, de júbilo, ante el arca de Dios en el Antiguo Testamento: “David y todo Israel iban danzando delante del arca con gran entusiasmo, cantando al son de cítaras, arpas, tambores, mandolinas y platillos” (2 Sam 6,5), también Juan Bautista, el precursor, salta de alegría en el seno de su madre cuando María ingresa a la casa de Isabel, en el Nuevo Testamento (cf. Lc1, 41.44). Durante tres meses permaneció el arca en una casa y llegó a ser causa de bendición para los habitantes de la zona: “El arca del Señor estuvo tres meses en casa de Obededón, de Gat, y el Señor bendijo a Obededón y a toda su familia” (2 Sam 6,11). Lo mismo María permaneció durante tres meses en la casa de Isabel (cf. Lc1, 56) y llegó a ser causa de bendición para toda la familia (cf. Lc 1, 42). Saluda María y se produce alegría total, e Isabel queda llena del Espíritu Santo, quien llama bienaventurada o dichosa (feliz) a María, la Madre del Señor Jesús el Mesías, porque gracias a que creyó (a que tuvo fe) se cumplirán las promesas de Dios que hizo ya en el Antiguo Testamento a favor
de su pueblo Israel. Con esto confirmamos que Dios ha visitado a su pueblo, que Dios nunca se olvida de ninguno de sus hijos. Con esta imagen de la visitación, entendemos que en María siempre está su Hijo, por tanto, al entrar María a nuestra casa, a nuestra vida, entra también Jesús. No puede existir una persona muy mariana que no sea Cristocéntrica, ya que Ella siempre lleva a su Hijo y, además, sabe cómo llegar hasta Su Sagrado Corazón, ya que como mamá lo cuidó y lo educó, lo conoce tanto que sabe exactamente cómo seducir lo más profundo de su ser para que nos alcance la alegría de la vida.
Los personajes principales son dos mujeres y dos niños que son los que no tienen voz y dependen totalmente de algún varón adulto a su lado para ser respetados y considerados. Sobre todo, el Espíritu Santo, quien llena de alegría y gozo a Isabel, quien bendice a su parienta María y al fruto de su vientre (Jesús) y así, llegar a cantar las grandezas del Señor. Esta experiencia de entrega con su sí y su fiat es modelo para nosotros a favor del nuevo Pueblo que se va gestando con la venida del Hijo de Dios. Dichosa tú que has creído María Santísima. Su visita no fue para ir a hablar mal de alguien, ni para escuchar experiencias superficiales de la vida; su visita fue para acompañar y servir, porque ese encuentro es con alguien que también fue favorecida. Era compartir entre dos personas que recibieran una acción extraordinaria de Dios en su vida cotidiana, por tanto, el encuentro suscitaba compartir esa alegría y alabar y glorificar a Dios por las maravillas que obró en ellas.
¿Por qué será que Dios se manifiesta de manera tan pobre y sencilla, en un bebé? ¿Qué nos quiere decir con eso? Desde el inicio Dios elige la pequeñez para manifestar su grandeza, el camino del ser humano, y más aún, el de una mujer dentro de una familia para mostrar su rostro pequeñito, indefenso, totalmente dependiente de sus padres. Por eso, san Pablo en su carta a los cristianos de Filipos expresa en el abajamiento de Dios, la intención más profunda: se despoja de su categoría de Dios, se hace bebé, en obediencia acepta la muerte de Cruz. Qué camino más difícil. María siempre a su lado, contemplando en silencio la gran manifestación del Amor de Dios para la humanidad. Aunque haya experiencias de alegría y de dolor, ella siempre desde el silencio acompañó con el amor que sólo una madre puede dar a su Hijo.

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