“Yo envío a mi mensajero delante de ti para prepararte el camino”

Santa María Crucificada de Rosa
Tú estás cerca, Señor, y todos tus caminos son verdaderos. Yo sé, desde hace mucho tiempo, que tú estableciste para siempre tus mandatos.
Sal 118, 151-152

Audios originales tomados de: panversia.com
Primera Lectura
Lectura de la Profecía de Isaías
Is 54, 1-10
¡Grita de alegría, estéril, tú que no has dado a luz; en gritos de alegría, aclama, tú que no has conocido los dolores del parto! Porque los hijos de la mujer desamparada, son más numerosos que los de la desposada, dice el Señor.
¡Ensancha el espacio de tu carpa, despliega tus lonas sin mezquinar, alarga tus cuerdas, afirma tus estacas!
Porque te expandirás a derecha y a izquierda, tu descendencia poseerá naciones enteras y poblará ciudades desoladas.
No temas, porque no te avergonzarás: no te sonrojes, porque no serás confundida: olvidarás la ignominia de tu adolescencia y no te acordarás del oprobio de tu viudez. Porque tu esposo es aquel que te hizo: su nombre es Señor de los ejércitos; tu redentor es el Santo de Israel: él se llama «Dios de toda la tierra».
Sí, como a una esposa abandonada y afligida te ha llamado el Señor: «¿Acaso se puede despreciar a la esposa de la juventud?». dice el Señor. Por un breve instante te dejé abandonada, pero con gran ternura te uniré conmigo;
en un arrebato de indignación, te oculté mi rostro por un instante, pero me compadecí de ti con amor eterno, dice tu redentor, el Señor. Me sucederá como en los días de Noé, cuando juré que las aguas de Noé no inundarían de nuevo la tierra: así he jurado no irritarme más contra ti ni amenazarte nunca más.
Aunque se aparten las montañas y vacilen las colinas, mi amor no se apartará de ti, mi alianza de paz no vacilará, dice el Señor, que se compadeció de ti.
P/ Palabra de Dios
R/ Te alabamos Señor
Salmo Responsorial
Sal 97
R/. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R/.Tañed para el Señor, fieles suyos,
celebrad el recuerdo de su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana el júbilo. R/.Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre. R/.
Evangelio
Lectura del santo Evangelio según San Lucas
Lc 7, 24-30
“Les aseguro que no ha nacido ningún hombre más grande que Juan, y sin embargo, el más pequeño en el Reino de Dios es más grande que él.”
Cuando los enviados de Juan se fueron, Jesús comenzó a hablar a la gente acerca de Juan, diciendo: «¿Qué salieron ustedes a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? Y si no, ¿qué salieron a ver? ¿Un hombre vestido con ropas lujosas? Ustedes saben que los que se visten lujosamente y viven en placeres, están en las casas de los reyes. En fin, ¿qué salieron a ver? ¿Un profeta? Sí, de veras, y uno que es mucho más que profeta. Juan es aquel de quien dice la Escritura:
“Yo envío mi mensajero delante de ti,
para que te prepare el camino.”Les digo que, entre todos los hombres, ninguno ha sido más grande que Juan; y, sin embargo, el más pequeño en el reino de Dios es más grande que él.»
Todos los que oyeron a Juan, incluso los que cobraban impuestos para Roma, se hicieron bautizar por él, cumpliendo así las justas exigencias de Dios; pero los fariseos y los maestros de la ley no se hicieron bautizar por Juan, despreciando de este modo lo que Dios había querido hacer en favor de ellos.
P/ Palabra del Señor
R/ Gloria a ti, Señor Jesús
MEDITACIÓN
“Invitación a prestar atención para que la soberbia no nos cierre los ojos y el camino de la fe, que es un don y espera una respuesta generosa y humilde de la otra parte.”
¿Quién es Juan? Vemos textos del Antiguo Testamento que se refieren a la venida del “ángel” o mensajero de Dios: “He aquí que yo envío a mi ángel ante ti, para guardarte en el camino e introducirte en el lugar sagrado que yo establezco” (Éx 23,30). El ángel representa aquí la presencia y la ayuda de Dios, que le promete la entrada en la tierra prometida al pueblo que vaga en el desierto. Y: “He aquí que yo envío a mi ángel y preparará el camino ante mí”. El ángel es aquí el precursor de Dios, aquél que prepara su camino y dispone a los hombres para su venida escatológica.
Juan es el ángel de Dios porque señala a los hombres el camino que conduce hacia el futuro (el reino de Jesús); es el ángel porque anuncia la venida de Dios sobre la tierra. Todo eso lo ha cumplido en su misión de preparar con su palabra y con su gesto los caminos de Jesús, el Cristo. Es urgente el mensaje del Bautista, los que se niegan a escuchar su palabra nunca entenderán al Cristo. Juan, el más grande de los hijos de mujer, es el culmen de aquello que puede producir la tierra. Pero, el reino es mucho más, el reino significa la gracia salvadora de Dios en Jesucristo (cf. Jn 7,28). La preparación de Juan es necesaria, pero lo más valioso está en la meta, el don de Cristo para nosotros.
Llama la atención que Jesús espera que los discípulos de Juan el Bautista se retiraran para que hablara de él, de forma muy halagadora, pero porque lo conocía muy bien. Le presenta como un hombre austero y apartado de cualquier comodidad, sin participar de ninguna experiencia de lujos. Juan llevaba una vida áspera y difícil, siempre fiel a su misión, preparando el camino para las exigencias del Evangelio que Jesús venía a predicar. Juan dedicó su vida a Cristo, se inmoló por Él, desapareciendo del foco para los demás, y enseñando eso mismo a quienes lo escuchaban.
Jesús hace notar que Juan es más que un profeta, es el precursor del Mesías, es decir, los otros profetas veían desde lejos al Mesías en sus vaticinios, pero Juan lo presenta de manera oficial al pueblo de Israel, lo que lo diferencia de todos los otros profetas. Pero Juan niega ser un profeta, sencillamente porque no lo era a la manera de que era los demás, quienes anunciaban desde lejos a Jesucristo que iba a venir al mundo, sino que les mostraba, señalaba con el dedo a Quien ya había venido y está entre ellos. Encontramos una durísima actitud frente al Evangelio de parte de la gente más ilustrada, de parte de los fariseos y los doctores de la Ley, porque no aceptaron el bautismo, llegaron a frustrar el plan de Dios sobre ellos; no así el pueblo que lo escuchaba, y los publicanos han reconocido la justicia de Dios al recibir el bautismo de Juan. Es un mensaje muy fuerte y duro sobre ellos, al no aceptar o negar el mensaje divino, la palabra dice: “frustraron el plan de Dios sobre ellos”, es decir, rechazaron su salvación, ya que “Él quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1Tim 2,4).
Los fariseos y los doctores de la Ley llegaron a anular el consejo divino, el plan providencial de Dios, al no aceptar el bautismo de Juan, ni las disposiciones morales que él suponía; entonces, si a Juan no lo aceptaron, tampoco a Jesucristo; por lo mismo que antes rechazaron el bautismo de Juan, ahora rechazan la fe en Cristo. Está demostrado así que la soberbia es el más grande obstáculo para creer, pues los humildes, los pecadores y publicanos creen en la palabra de Juan, mientras que los doctores de la Ley y los inteligentes en general, la desprecian.
Como profeta del Señor que somos como cristianos comprometidos, también somos el precursor de Jesús, el ángel o enviado, que prepara sus caminos, por tanto, debemos conocer, valorar y cumplir esta misión encomendada desde el Bautismo. Invitación a prestar atención para que la soberbia no nos cierre los ojos y el camino de la fe, que es un don y espera una respuesta generosa y humilde de la otra parte. Aunque no podamos creerlo, el hombre puede frustrar los planes de la Providencia de Dios. Por ello, más que frustrar el plan que Dios con nuestra soberbia y hacer que los hermanos se alejen de Dios, procuremos nuestra salvación y la de los demás, por ello, supliquemos pidiendo que se cumpla siempre su voluntad en nosotros y en la vida de los hermanos, aunque sea muy difícil y no coincida con nuestra voluntad o nuestro querer en ese momento.

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