“Y en ese mismo momento, Zacarías recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios”
OCTAVO DÍA DE LA NOVENA DE NAVIDAD (AGUINALDOS)

SAN JUAN DE KETY
Nos nacerá un niño y será llamado Dios Fuerte. En él serán bendecidos todos los pueblos de la tierra. Is 9, 5;
Sal 71, 17

Audios originales tomados de: panversia.com
Primera Lectura
Lectura de la profecía de Malaquías
Ml 3, 1-4- 23-24
3 El Señor todopoderoso dice: «Voy a enviar mi mensajero para que me prepare el camino. El Señor, a quien ustedes están buscando, va a entrar de pronto en su templo. ¡Ya llega el mensajero de la alianza que ustedes desean!»
Pero ¿quién podrá resistir el día de su venida? ¿Quién podrá entonces permanecer en pie? Pues llegará como un fuego, para purificarnos; será como un jabón que quitará nuestras manchas. El Señor se sentará a purificar a los sacerdotes, los descendientes de Leví, como quien purifica la plata y el oro en el fuego. Después ellos podrán presentar su ofrenda al Señor, tal como deben hacerlo. 4 El Señor se alegrará entonces de la ofrenda de Judá y Jerusalén, igual que se alegraba de ella en otros tiempos.
»Miren ustedes: Voy a enviarles al profeta Elías, antes que llegue el día del Señor, que será un día grande y terrible. Y él hará que padres e hijos se reconcilien. De lo contrario vendré y castigaré su país, destruyéndolo por completo.»
P/ Palabra de Dios
R/ Te alabamos Señor
Salmo Responsorial
Sal 24,4-5ab.8-9. 10y 14
R/. Levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación
Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R/.El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes. R/.Las sendas del Señor son misericordia y lealtad
para los que guardan su alianza y sus mandatos.
El Señor se confía a los que lo temen,
y les da a conocer su alianza. R/.
Evangelio
Lectura del santo Evangelio según San Lucas
Lc 1, 57-66
“Todos los que se enteraron guardaban este recuerdo en su corazón y se decían: “¿Qué llegará a ser este niño?”. Porque la mano del Señor estaba con él. ”
57 Al cumplirse el tiempo en que Isabel debía dar a luz, tuvo un hijo. 58 Sus vecinos y parientes fueron a felicitarla cuando supieron que el Señor había sido tan bueno con ella. 59 A los ocho días, llevaron a circuncidar al niño, y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías. 60 Pero su madre dijo:
—No. Tiene que llamarse Juan.
61 Le contestaron:
—No hay nadie en tu familia con ese nombre.
62 Entonces preguntaron por señas al padre del niño, para saber qué nombre quería ponerle. 63 El padre pidió una tabla para escribir, y escribió: “Su nombre es Juan.” Y todos se quedaron admirados. 64 En aquel mismo momento Zacarías volvió a hablar, y comenzó a alabar a Dios. 65 Todos los vecinos estaban asombrados, y en toda la región montañosa de Judea se contaba lo sucedido. 66 Todos los que lo oían se preguntaban a sí mismos: «¿Qué llegará a ser este niño?» Porque ciertamente el Señor mostraba su poder en favor de él
P/ Palabra del Señor
R/ Gloria a ti, Señor Jesús
MEDITACIÓN
“Ante la obra de Dios se pide la mudez de un silencio que escucha unido a la voz de una alabanza que engrandece la obra de Dios.”
A Isabel le llegó el tiempo de dar a luz. Tanto Zacarías, como Isabel, los padres, eran ancianos y, además, Isabel era estéril. Por eso podemos afirmar que, dentro de los límites humanos, eran imposibles una concepción y posterior nacimiento. Pero “nada hay de imposible para Dios” (Lc 1,37), favoreciendo para que los ancianos, Zacarías e Isabel puedan recibir el don de un niño. El nombre del niño Juan no será elegido por sus padres, sino por el mismo Dios. Juan significa “el Señor hace misericordia”.
Será el precursor, el que preparará el camino para que reciban al Mesías, el gran mensajero que anunciará la llegada del Mesías enviado por Dios, según anunciaron los profetas. Como Isabel y Zacarías son justos (por cumplir con la Ley de Dios), reciben este regalo a pesar de que sean ancianos e Isabel sea estéril. Se ve claramente la mano de Dios, aunque Zacarías haya dudado por un momento, sin embargo, acontecerá la manifestación y concreción de la obra de Dios.
Podemos expresar diciendo que al autor no le interesa sólo el dato histórico de los padres ancianos que se aman, ni el hecho biológico de la esterilidad, sino fundamentalmente el poder de Dios que guía la historia de los hombres. Y el signo de ese poder de Dios es el milagro de la fecundidad de estos ancianos, y el posterior nacimiento de Juan, quien preparará el camino para la llegada del Mesías. El niño, aunque sea hijo de Zacarías e Isabel, es un regalo de Dios quien lo ha destinado para concretar su obra. Ponerle nombre es sinónimo de elección y para una función (o misión) determinada.
En el nacimiento del niño Juan intervienen la realidad biológica de los padres que se aman de verdad y el poder de Dios que guía la historia de los hombres. Desde su mismo nacimiento, llevando el nombre que Dios le ha señalado, Juan aparece como un elegido que debe realizar la misión que Dios le encomendó. Termina la mudez de Zacarías; dicha mudez era signo de la verdad de las palabras del ángel que le anuncia el nacimiento del niño (cf. Lc 1,18-20), porque delante de la presencia de Dios, la realidad humana debe callar, no tiene nada que decir, no puede existir objeciones ni resistencias. Dios habla, y todo está en silencio, a nosotros sólo nos toca escuchar. Cuando se realiza la obra de Dios, cuando al niño ya se le pone el nombre señalado, de vuelta viene la palabra (cf. Lc 1,62-64). Atención: la presencia de Dios no destruye la realidad humana de Zacarías, sino que la enriquece para que prorrumpa en un canto de alabanza (cf. Lc 1,64). Por tanto: dejemos que Dios fecunde nuestra vida a través de la aceptación de su Palabra; ante la obra de Dios se pide la mudez de un silencio que escucha unido a la voz de una alabanza que engrandece la obra de Dios; discernir la exigencia de actualización del ministerio del Bautista; pues así como Dios estaba con él, también estará con nosotros si preparamos como Juan los caminos de Jesús a través de la conversión y el cumplimiento de la justicia.
Hagamos silencio ante tanta maravilla que Dios ha obrado por todos los siglos. También en nuestra vida ha obrado favoreciéndonos para ser cada vez mejores. Así como Zacarías e Isabel fueron favorecidos por el amor de Dios, y Dios obró con misericordia, de la misma manera lo hace con el nacimiento extraordinario del Niño Dios, dejándonos a todos con actitud contemplativa para fascinarnos con las maravillas de la Encarnación y el Nacimiento del Hijo de Dios.

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