“Este niño será causa de caída y de elevación para muchos”
OCTAVA DE NAVIDAD

Santo Tomás Becket
Dios amó tanto al mundo que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muero, sino que tengan vida.
Jn 3, 16

Audios originales tomados de: panversia.com
Primera Lectura
Comienzo de la primera carta del apóstol san Juan
1Jn 2, 3-11
Queridos hermanos:
3 Si obedecemos los mandamientos de Dios, podemos estar seguros de que hemos llegado a conocerlo. 4 Pero si alguno dice: «Yo lo conozco», y no obedece sus mandamientos, es un mentiroso y no hay verdad en él. 5 En cambio, si uno obedece su palabra, en él se ha perfeccionado verdaderamente el amor de Dios, y de ese modo sabemos que estamos unidos a él. 6 El que dice que está unido a Dios, debe vivir como vivió Jesucristo.
7 Queridos hermanos, este mandamiento que les escribo no es nuevo: es el mismo que ustedes recibieron desde el principio. Este mandamiento antiguo es el mensaje que ya oyeron. 8 Y, sin embargo, esto que les escribo es un mandamiento nuevo, que es verdad tanto en Cristo como en ustedes, porque la oscuridad va pasando y ya brilla la luz verdadera.
9 Si alguno dice que está en la luz, pero odia a su hermano, todavía está en la oscuridad. 10 El que ama a su hermano vive en la luz, y no hay nada que lo haga caer. 11 Pero el que odia a su hermano vive y anda en la oscuridad, y no sabe a dónde va, porque la oscuridad lo ha dejado ciego.
P/ Palabra de Dios
R/ Te alabamos Señor
Salmo Responsorial
Sal 95,1-2a.2b-3.5b-6
R/. Alégrese el cielo, goce la tierra
Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre. R/.Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones. R/.El Señor ha hecho el cielo;
honor y majestad lo preceden,
fuerza y esplendor están en su templo. R/.
Evangelio
Lectura del santo Evangelio según San Lucas
Lc 2, 22-35
“Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has prometido, porque mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos.”
22 Cuando se cumplieron los días en que debían purificarse según la ley de Moisés, María y José llevaron al niño a Jerusalén para presentárselo al Señor. 23 Lo hicieron así porque en la ley del Señor está escrito: «Todo primer hijo varón será consagrado al Señor.» 24 Fueron, pues, a ofrecer en sacrificio lo que manda la ley del Señor: un par de tórtolas o dos pichones de paloma.
25 En aquel tiempo vivía en Jerusalén un hombre que se llamaba Simeón. Era un hombre justo y piadoso, que esperaba la restauración de Israel. El Espíritu Santo estaba con Simeón, 26 y le había hecho saber que no moriría sin ver antes al Mesías, a quien el Señor enviaría. 27 Guiado por el Espíritu Santo, Simeón fue al templo; y cuando los padres del niño Jesús lo llevaron también a él, para cumplir con lo que la ley ordenaba, 28 Simeón lo tomó en brazos y alabó a Dios, diciendo:
29 «Ahora, Señor, tu promesa está cumplida:
puedes dejar que tu siervo muera en paz.
30 Porque ya he visto la salvación
31 que has comenzado a realizar
a la vista de todos los pueblos,
32 la luz que alumbrará a las naciones
y que será la gloria de tu pueblo Israel.»33 El padre y la madre de Jesús se quedaron admirados al oír lo que Simeón decía del niño.
34 Entonces Simeón les dio su bendición, y dijo a María, la madre de Jesús:
—Mira, este niño está destinado a hacer que muchos en Israel caigan o se levanten. Él será una señal que muchos rechazarán, 35 a fin de que las intenciones de muchos corazones queden al descubierto. Pero todo esto va a ser para ti como una espada que atraviese tu propia alma.
P/ Palabra del Señor
R/ Gloria a ti, Señor Jesús

MEDITACIÓN
“Dios escoge una familia para manifestarse, es el camino por donde pasa para mostrarse al mundo, desde lo más pequeño del ser humano, desde un bebé.”
El texto de hoy inicia con la presentación de la Sagrada Familia, quien para cumplir la ley de Moisés lleva al Niño Jesús al Templo de Jerusalén. Se nos presentan dos prescripciones: La primera, era la consagración del hijo primogénito al Señor, según lo estipula Éx 13,1-2. La segunda, es la purificación de la madre, cuarenta días después del parto según lo establece Lv 12,6-8. Como ellos eran pobres, ofrecen un par de pichones de paloma.
Lo que más se resalta en el Evangelio de hoy es que la Ley y los Profetas se cumplen en Jesús. María y José llevan al Niño Jesús al templo para cumplir lo que manda la ley de Moisés (mostrando que son cumplidores de la Ley de Dios). Aunque sabían que el Niño era el Mesías, el Salvador y Señor, no se sintieron dispensados de la responsabilidad de llegar a cumplir la voluntad de Dios que se manifiesta en su Ley para todo israelita. Además, pasan por las dificultades propias de cualquier familia de esa época, e inclusive, a consecuencia del Niño, llegarán a ser perseguidos y tendrán mayores dificultades que las demás familias. El anciano Simeón expresa que, si bien el Niño será luz para los hombres y causa de gozo y salvación para todos, también llegará a ser signo de contradicción, pues será rechazado, que desgarrará el corazón de la Madre (una espada le atravesará el corazón).
Después de 40 días del nacimiento de un hijo, la mamá tenía que hacer el rito de la purificación, según el mandamiento de la Ley (cf. Lev 12,1-8), aunque Lucas habla de la purificación no de María, sino de ellos. Así se relaciona con la profecía de Malaquías 3,1-3, donde menciona que el Señor vendrá a su Templo y purificará a los sacerdotes. Al entrar Jesús al Templo, quedan purificados el templo y todos los sacrificios, porque Él es Dios, morada entre los seres humanos. Luego hacia el fin de su ministerio volverá a entrar al Templo y lo purificará cuando expulsa a los vendedores y violaron la casa de oración (cf. Lc 19,45-46).José y María, cumpliendo con la ley de Moisés, se dirigen al templo a consagrar a su primogénito, porque pertenece a la dimensión sagrada. Además, el número 40 es simbólico en el mundo bíblico, significando el preludio de los grandes acontecimientos de salvación. Lo que nos indica que luego vendrán experiencias maravillas provenientes del Señor. El anciano Simeón representa a los profetas de Israel, que esperan el consuelo de Israel, esto es, su redención. Este cántico de Simeón es el canto de despedida de todos los profetas de Israel, que dan por cumplida su tarea y pueden retirarse a descansar en paz, porque ha llegado la salvación que ellos anunciaron. La alabanza del anciano Simeón, por ver al Mesías frente suyo y en sus brazos, nos genera agradecer a Dios por todos los consagrados del mundo entero a lo largo de la historia. ¡Cuánto amor donado en tantos hermanos necesitados y cuánto servicio compartido en diversos ambientes y culturas! Es la presencia del Mesías, nuestro Salvador quien sigue llamando a la vida y a la fe a reconocerlo y alabarlo por su Presencia y Amor incondicional con la vida humana. Es la mirada de fe del creyente que ve en lo que acontece lo que tanto esperaba, en guaraní diría: “ahechapáma ahechava´erä, ikatúntema amano”, lo que se traduce en castellano: pude ver lo que tanto anhelaba, ahora ya puedo morir en paz.
María llevará en su corazón lo que le anuncia el anciano, y que acompañará a su Hijo, con todo el amor, pero sabiendo que una espada atravesará su corazón, pues el amor llega a ser tal especialmente cuando duele en la donación total. ¡Qué privilegio ser la Madre del Salvador! Pero también, ¡cuánto dolor implica ese privilegio! Dios escoge una familia para manifestarse, es el camino por donde pasa para mostrarse al mundo, desde lo más pequeño del ser humano, desde un bebé. Así como cualquier ser humano, que al nacer depende totalmente de su papá y su mamá, también Jesús se hace carne, se hace bebé, y se deja acompañar. Nace en un pueblito pequeño, Nazaret, en un establo, pobre y necesitado, mostrándonos que el camino que Dios elige para mostrarse a nosotros es la carne humana, la familia y en una situación de humildad.
Dediquemos tiempo de calidad a nuestras familias y creamos en que se puede vivir, así como vivieron Jesús, José y María; no rechacemos el regalo antes de revisarlo y entenderlo, pues el mismo Dios nos muestra que Él eligió el camino de la Familia para manifestarse. Resaltamos la figura de San José, como quien impresionantemente sabe acoger la vida. El Papa Francisco en PatrisCorden° 4, dice: “José acogió a María sin poner condiciones previas. Confió en las palabras del ángel”; deja atrás sus razonamientos para centrarse en lo que acontece, aunque se presente tan misterioso, lo acoge asumiendo su responsabilidad y se reconcilia con su historia. Sabemos que el perdón es lo que sana las heridas y traumas que se nos presentan en la experiencia de nuestra historia, que sólo Dios sabe de ello, pues para eso ha venido.

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