“Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre”
VIERNES 06 DE ENERO DE 2023

LA FE DE LOS MAGOS
Brilla para los buenos una luz en las tinieblas: es el Señor bondadoso, compasivo y justo. Sa
Sal 111, 4

Primera Lectura
Lectura del libro de Isaías
(60,1-6):
¡LEVÁNTATE y resplandece, Jerusalén,
porque llega tu luz;
la gloria del Señor amanece sobre ti!
Las tinieblas cubren la tierra,
la oscuridad los pueblos,
pero sobre ti amanecerá el Señor,
y su gloria se verá sobre ti.
Caminarán los pueblos a tu luz,
los reyes al resplandor de tu aurora.
Levanta la vista en torno, mira:
todos ésos se han reunido, vienen hacia ti;
llegan tus hijos desde lejos,
a tus hijas las traen en brazos.
Entonces lo verás, y estarás radiante;
tu corazón se asombrará, se ensanchará,
porque la opulencia del mar se vuelca sobre ti,
y a ti llegan las riquezas de los pueblos.
Te cubrirá una multitud de camellos,
dromedarios de Madián y de Efá.
Todos los de Saba llegan trayendo oro e incienso,
y proclaman las alabanzas del Señor.
P/ Palabra de Dios
R/ Te alabamos Señor

Salmo Responsorial
Sal 71
R/. Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos dé la tierra.
V/. Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. R/.V/. En sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra. R/.V/. Los reyes de Tarsis y de las islas
le paguen tributo.
Los reyes de Saba y de Arabia
le ofrezcan sus dones;
postrense ante él todos los reyes,
y sirvanle todos los pueblos. R/.V/. Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres. R/.

Segunda Lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios
(3,2-3a.5-6):
Hermanos:
Habéis oído hablar de la distribución de la gracia de Dios que se me ha dado en favor de vosotros, los gentiles.
Ya que se me dio a conocer por revelación el misterio, que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, como ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo, y partícipes de la misma promesa en Jesucristo, por el Evangelio.
P/ Palabra de Dios
R/ Te alabamos Señor
Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Mateo
(2,1-12)
“Al salir del agua, vio que los cielos se abrían y que el Espíritu Santo descendía sobre él como una paloma.”
Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:
«¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo».
Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y toda Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenia que nacer el Mesías.
Ellos le contestaron:
«En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta:
“Y tú, Belén, tierra de Judá,
no eres ni mucho menos la última
de las poblaciones de Judá,
pues de ti saldrá un jefe
que pastoreará a mi pueblo Israel”».
Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles:
«ld y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo».
Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino y, de pronto, la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño.
Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con Maria, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.
Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se retiraron a su tierra por otro camino.
P/ Palabra del Señor
R/ Gloria a ti, Señor Jesús

MEDITACIÓN
“El Hijo que vive fiel al Espíritu y en obediencia filial al Padre, entrega (ofreciendo) su vida de hijo para que nosotros, por la aceptación de la fe (diciendo sí creo de verdad) y el Bautismo, lleguemos a obtener también esa misma condición de hijos.”
Antes de este bautismo no conocemos nada de la vida adulta de Jesús. Encontramos que Juan estaba invitando a la conversión, y desde este bautismo Jesús tiene un cambio en su vida, pues comenzará luego su ministerio público, con una misión itinerante para proclamar el Reino de Dios. Es ungido por el Espíritu e inicia la misión que le pide el Padre para llevar esa Buena Noticia a todos.
Sabemos que la Buena Noticia es Jesús mismo, es el contenido de la obra de Dios, pues es Él quien cumple con las promesas de Dios contenidas en el AT y que ahora está siendo anunciadas por el precursor Juan el Bautista (cf. Mc 1,2-8). Jesús es el Hijo amado y obediente, Ungido del Espíritu de su Padre para la redención de todos (cf. Mc 1,9-11) y será Él quien derrote a Satanás, porque todo conducirá a su Padre (cf. Mc 1,12-13). Es más, todo lo que anunciará y hará, será Buena Noticia. Ya se nos dijo que la misión de Juan es ser la voz para que realicen las promesas de enviarnos al Mesías. Juan, por ello, exhorta al arrepentimiento de los pecados ante la inminencia presencia pública del Mesías.
Explica que él es sólo el precursor y que ante el Ungido de Dios no es digno siquiera de desatarle la correa de sus sandalias, una función reservada sólo para los esclavos extranjeros (gesto de máxima humildad). Pide que no lo confundan con el Mesías (cf. Jn 1,7; 1,19-20). Les enseña que mientras él bautiza o sumerge en agua, el Mesías estará bautizando o sumergiendo en el Espíritu Santo, para comunicar la vida de Dios y haciendo participar así de su santidad. ¿Qué misión sacamos de esto para todo discípulo del Señor? Es la misión también como la de Juan: ser la voz, anunciando con gestos y palabras que el Padre, a través del Mesías, nos comunica su vida divina, nos hace ser sus hijos, regalándonos poder ser hermanos entre nosotros para estar sirviendo a todos los seres humanos.
Porque el pecado, la maldad del ser humano, entró en nuestra vida, el cielo se llegó a cerrar, como un ocultamiento de Dios para nosotros. Pero hasta el firmamento, que separa el cielo de la tierra, llega a rasgarse y hace que Dios salga al encuentro de la humanidad (cf. Is 63,15-64,4). Sucede así: El Padre, a través de Hijo predilecto, quien es constituido Mesías por la unción del Espíritu Santo (cf. Hech 2,36), toma la iniciativa de venir a reconciliar a la humanidad consigo. Este gesto divino es fascinante para la comprensión humana. Viene como una paloma que se dirige sin vacilar a su nido (cf. Is 60,8), esto es, el Espíritu desciende sobre Jesús de Nazareth. Luego Jesús va a dedicar su vida a revelar y ofrecer su condición de hijo amado de Dios, rico en vida y misericordia, quien pretende ser el Padre de toda la humanidad pero reconciliada.El Hijo que vive fiel al Espíritu y en obediencia filial al Padre, entrega (ofreciendo) su vida de hijo para que nosotros, por la aceptación de la fe (diciendo sí creo de verdad) y el Bautismo, lleguemos a obtener también esa misma condición de hijos. De esta manera se muestra cuál es nuestra vocación: la más importante y fundamental es ser hijos de Dios. Por tanto, nuestro vínculo con Dios como hijos suyos, es lo que debemos cuidar, y perseverar en él, comunicando esa experiencia a los demás conforme nos dejemos inundar de la Gracia de Dios, que obrará como el pedagogo para nuestra vida y para la vida de los demás.
El Bautista es presentado con características proféticas, como un hombre autónomo. La austeridad con la que vivía no era porque tenía algún complejo de inferioridad con relación al mundo, no pretendía de una espiritualidad evasionista, sino que buscaba ser de verdad pobre y austero, porque sólo así podría hacer una fuerte denuncia contra los poderosos de aquel tiempo. Sabemos que terminó mártir, siendo degollado, por denunciar una irregularidad del rey Herodes. Jesús al acercarse a Juan reconoce que él es un profeta, hasta se coloca para ser bautizado por él. El bautismo de Juan era de conversión, confesando los pecados. Y ¿Jesús? Él comparte la condición de los pecadores, él mismo “se hace pecado” (2Cor 5,21), pero una Voz divina dice que Él es inocente.
La inmersión en el pecado humano exige de ella una gran pureza, para que así pueda realizar su misión fundamental de exhortar a todos los hombres al verdadero arrepentimiento. Y si en esta inmersión de la Iglesia en el pecado de la humanidad doliente comete alguna imperfección, Jesús declara que el perdón para ella será fácil. Pero no así para una Iglesia que peca contra la luz y que a sus pecados de compromiso con los poderosos cubriéndolos de piedras sagradas, rociando con agua bendita y ocultando tras el incienso del culto hipócrita, por no defender a los más sencillos y pobres.


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