Santa Inés, virgen y mártir, que, siendo aún adolescente, ofreció en Roma el supremo testimonio de la fe y consagró con el martirio el título de la castidad.
21 de enero
Todos los historiadores coinciden en proclamarla mártir de la virginidad. Es patrona de las jóvenes que desean conservar la pureza. Cada año, el 21 de enero, día de Santa Inés, se bendicen los corderos con cuya lana se tejen los «palios», o sea el distintivo de los arzobispos.
Santa Inés ha sido siempre considerada en la Iglesia como patrona de la pureza.
“Pura”, “casta”. Esto significa en griego el nombre Inés. Por lo tanto para los históricos es un sobrenombre el que identifica a una de las mártires más veneradas de la Iglesia. Estamos en el 304, en el torbellino del odio anticristiano desatado por el emperador Diocleciano (si bien algún estudioso coloca la circunstancia durante la persecución de Valeriano, 40 años antes). De Inés no se conoce nada a parte de su pasión, cuyas informaciones, no siempre unívocas, están diseminadas en varios documentos posteriores al martirio.
Es una de las más populares santas cristianas, y su nombre está incluido en el canon I de la misa. Roma fue el escenario de su triunfo, y Prudencio nos dice que su tumba podía verse desde la ciudad. Probablemente, fue martirizada al principio de la persecución de Diocleciano, quien publicó sus crueles edictos en marzo del año 303. San Ambrosio y san Agustín nos informan que santa Inés sólo tenía trece años cuando fue martirizada.
Sus riquezas y hermosura hacían que los jóvenes de las principales familias romanas rivalizaran por su mano; pero Inés respondía a todos que había consagrado su virginidad a un esposo celestial, invisible a los ojos del cuerpo. No pudiendo hacerla vacilar en su resolución, sus pretendientes la denunciaron como cristiana al gobernador, seguros de que las amenazas y torturas serían más eficaces con una jovencita que no se dejaba vencer por los halagos. El juez empleó al principio palabras bondadosas y le hizo grandes promesas; pero Inés permaneció inconmovible, declarando que su único esposo era Jesucristo. Entonces el juez recurrió a las amenazas, que no lograron más que poner de manifiesto el valor de la joven y su decisión de aceptar los tormentos y la muerte.
El juez mandó entonces encender grandes hogueras y desplegar ante los ojos de Inés los garfios de hierro y otros instrumentos de tortura, amenazándola con pasar a la ejecución; pero ella estaba tan lejos de temer la tortura que, con el rostro resplandeciente de alegría, se ofreció a tenderse en el potro. El juez ordenó que la llevasen arrastrando ante los ídolos y que la obligasen a ofrecerles incienso; pero, según nos dice san Ambrosio, los verdugos no consiguieron mover sus manos, excepto para trazar la señal de la cruz.
Al ver esto, el gobernador la amenazó con enviarla a una casa de prostitución, donde su virginidad, que tanto apreciaba, quedaría expuesta a los insultos de la brutal y licenciosa juventud romana.
Inés respondió que Jesucristo era demasiado celoso de su pureza para permitir que ésta fuera así violada, pues Él era su defensor y protector.
«Puedes -le dijo- manchar tu espada con mi sangre, pero jamás podrás profanar mi cuerpo consagrado a Cristo».
El gobernador se enfureció tanto que mandó que la llevaran inmediatamente al lupanar y que se diera a todos libertad para abusar de ella a su gusto. Muchos jóvenes licenciosos, llenos de malos deseos, acudieron al punto; pero la vista de la santa les produjo tal terror, que no se atrevieron a acercársele, excepto uno, que fue cegado por una luz bajada del cielo y cayó temblando por tierra. Sus compañeros, atemorizados, le transportaron a los pies de la santa que, al verlo, comenzó a cantar himnos de alabanza a Cristo, su protector.
La virgen obtuvo con sus oraciones que la vista y la salud le fuesen devueltas.
El principal acusador de la santa, que al principio sólo había pretendido satisfacer su avaricia y sus bajas pasiones, incitaba ahora furiosamente contra ella al gobernador, poseído del espíritu de venganza. Pero el gobernador no necesitaba que le acuzaran, pues estaba en el colmo de la ira al verse ridiculizado por una simple jovencita. Así pues, la condenó a ser decapitada.
Trasportada de gozo al oír la sentencia, «Inés fue al sitio de la ejecución con más alegría que una joven va al matrimonio», según la expresión de san Ambrosio. El verdugo tenía instrucciones de emplear todos los medios para doblegarla, pero Inés permaneció inconmovible y, tras una corta oración, tendió el cuello a la espada. Los espectadores lloraban al ver a la hermosa muchacha cargada de cadenas y ofreciendo su cuello al verdugo. Finalmente éste descargó el golpe con mano temblorosa. El cuerpo de la santa fue sepultado a corta distancia de Roma, junto a la Vía Nomentana.
Cada 21 de enero, fiesta litúrgica de la Santa, una pareja de corderos criados por las hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret, es bendecida. Con su lana, las religiosas confeccionan los sacros palios que el Papa impone a los nuevos arzobispos metropolitanos el 29 de junio de cada año.
Virtud superior a la naturaleza
Los restos de Santa Inés son custodiados en una urna de plata comisionada por Pablo V, colocada en el interior de la homónima Basílica sobre la Via Nomentana, hecha construir por la princesa Constantina, hija del emperador Constantino I, sobre las catacumbas en las cuales fue sepultado el cuerpo de la joven. De ella escribió San Ambrosio: “Su consagración es superior a la edad, su virtud superior a la naturaleza: de tal manera que su nombre parece no haberle venido de elección humana, sino ser predicción del martirio, un anuncio de aquello que ella debía ser”.
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CÓMO SOLICITAR LA RELIQUIA EN PEREGRINACIÓN
COMUNICADO DE LA POSTULAZIONE
10/01/2022 | Se han registrado varias denuncias de reliquias del beato Carlos Acutis que no cumplen con los requisitos canónicos ni con la Instrucción de la Congregación para las Causas de los Santos sobre «Las reliquias en la Iglesia: autenticidad y conservación», del 16 de diciembre de 2017. En particular, reiteramos que para que las reliquias sean auténticas deben llevar un sello de cera y un documento de autentificación con la firma del Postulador. Hay que asegurarse de que no han sido manipuladas o falsificadas. Nadie más está autorizado a autentificar las reliquias de Carlos Acutis, haciendo una excepción del Obispo de Asís. Además, le recordamos que las reliquias se conceden gratuitamente, sin ninguna cantidad de dinero a cambio. Por ello, invitamos a los pastores de la Iglesia a estar atentos al fenómeno de las falsas reliquias, y pedimos la colaboración de sacerdotes, religiosos y laicos para denunciar los casos de fraude o abuso a la Postulación. Agradecemos a todos los que nos ayuden a frenar un fenómeno tan desafortunado. Dr.Nicola Gori Postulatore della Causa. |

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