“Él se asombraba de su falta de fe”
CUARTA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Sálvanos, Señor y Dios nuestro, congréganos de entre las naciones, para que podamos dar gracias a tu santo nombre y gloriarnos en tu alabanza.
Sal 105, 47

Audios originales tomados de: panversia.com
Primera Lectura
Lectura de la Carta a los Hebreos
Hb 12, 4-7.11-15
Hermanos:
Después de todo, en la lucha contra el pecado, ustedes no han resistido todavía hasta derramar su sangre.
Ustedes se han olvidado de la exhortación que Dios les dirige como a hijos suyos: “Hijo mío, no desprecies la corrección del Señor, y cuando te reprenda, no te desalientes.
Porque el Señor corrige al que ama y castiga a todo aquel que recibe por hijo”.
Si ustedes tienen que sufrir es para su corrección; porque Dios los trata como a hijos, y ¿hay algún hijo que no sea corregido por su padre?
Es verdad que toda corrección, en el momento de recibirla, es motivo de tristeza y no de alegría; pero más tarde, produce frutos de paz y de justicia en los que han sido adiestrados por ella.
Por eso, que recobren su vigor las manos que desfallecen y las rodillas que flaquean.
Y ustedes, avancen por un camino llano, para que el rengo no caiga, sino que se cure.
Busquen la paz con todos y la santificación, porque sin ella nadie verá al Señor.
Estén atentos para que nadie sea privado de la gracia de Dios, y para que no brote ninguna raíz venenosa capaz de perturbar y contaminar a la comunidad.
P/ Palabra de Dios
R/ Te alabamos Señor

Salmo Responsorial
Sal 102,1-2.13-14.17-18a
R/. La misericordia del Señor dura siempre, para aquellos que lo temen
Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R/.Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por sus fieles;
porque él conoce nuestra masa,
se acuerda de que somos barro. R/.La misericordia del Señor
dura desde siempre y por siempre,
para aquellos que lo temen;
su justicia pasa de hijos a nietos:
para los que guardan la alianza. R/.

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según San Marcos
Mc 6, 1-6
“Un profeta es despreciado solo en su pueblo, en su familia y en su casa.”
En aquel tiempo, Jesús se dirigió a su pueblo, seguido de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba estaba asombrada y decía: «¿De dónde saca todo esto? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada y esos grandes milagros que se realizan por sus manos?
¿No es acaso el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanos no viven aquí entre nosotros?». Y Jesús era para ellos un motivo de escándalo.
Por eso les dijo: «Un profeta es despreciado solamente en su pueblo, en su familia y en su casa».
Y no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de curar a unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos.
Y Él se asombraba de su falta de fe. Jesús recorría las poblaciones de los alrededores, enseñando a la gente.
P/ Palabra del Señor
R/ Gloria a ti, Señor Jesús

MEDITACIÓN
“Cuando la persona se cierra a recibirle al Señor, Él no la puede obligar a que ni lo reciban ni crean en Él, pero se siente triste porque ve de lo que su propia gente se está perdiendo”
Poder encontrarse con Dios será posible cuando se lo busca con insistencia y con sinceridad, aunque sabiendo que siempre Él toma la iniciativa de venir a nuestro encuentro. Desde fuera, ¿qué valoramos de los discípulos? Que lo hayan seguido, que lo hayan acompañado a todas partes para aprender lo que Él les enseñaba, y profundizar con su Mensaje de salvación de manera gradual. Por otro lado, Jesús se pasaba enseñando por todas partes, sin guardarse nada de lo que el Padre le había encargado, compartiendo con generosidad todo lo que el Padre le había dicho y pedido.
Hoy sigue habiendo personas que quieren escuchar la Palabra de Dios, con un corazón abierto para recibir y seguir creciendo en el camino de la fe, leyendo, meditando, orando, contemplando y practicando lo que Dios nos va diciendo a través de su Palabra. Aunque también otras personas se resisten pertinazmente a abrir su corazón a la Palabra y lo que nos comunica como valores para el Reino. En nuestra cultura cada vez más lejos del cristianismo y volviéndose más pagana, se va contagiando el interior con cosas superficiales y pasajeras, que hacen de las personas puedan mirar con otros ojos para discernir y decidir en su día a día.
Seguir a Jesús es negarse a uno mismo, despojarse de sí, esto es, no sólo de las cosas superfluas que nos llenan la cabeza e impiden que perseveremos en la fidelidad a la voluntad de Dios. Despojarnos de nosotros mismos es hacerle caer a la soberbia, el egoísmo, el apego a la comodidad, al lujo y bienestar, a la pereza, a la diversión, despojarse de cosas, lugares, personas y situaciones que nos llevan a ser siempre el centro buscando los reconocimientos y aplausos de los demás. ¿Estamos dispuestos a negarnos a nosotros mismos, a despojarnos de todo lo que impide ser verdaderamente libres?
Jesús no hace milagros en Nazareth porque ellos no creían en Él. Se resisten a recibir la Gracia de Dios, porque Jesús pensaban que era imposible que haga cosas extraordinarias, que hablara tan bien para enseñar como lo estaba haciendo. Como lo conocían desde cuando era niño, conocían a su papá José y a su mamá María, personas tan sencillas y corrientes, entonces les resultaba imposible que Jesús pudiera ser el Mesías. Cuando la persona se cierra a recibirle al Señor, Él no la puede obligar a que ni lo reciban ni crean en Él, pero se siente triste porque ve de lo que su propia gente se está perdiendo. Falta de fe es falta de luz, esa luz que ilumina las cosas de Dios, que si no están iluminadas para uno (por la fe) no podrá verlas ni entenderlas. Jesús dijo: Yo soy la Luz del mundo, el que me sigue no caminará en tinieblas sino que tendrá la luz de la vida. La sola razón es insuficiente para poder entender y ver las cosas que Dios nos quiere comunicar y hacer notar. De ahí que es necesario pedir docilidad a las mociones del Espíritu y descubrir cuando Jesús está presente en nuestras vidas y cuando se aparece, que lo reconozcamos, como el Mesías, el Hijo de Dios, el Altísimo, el Salvador, nuestro Señor. Y aunque muchos no lo reconozcan, ni lo reciban, ni lo sigan, igual Él sigue imponiendo las manos, sanando, curando, liberando y convirtiendo a personas que no podremos entender con la lógica humana, pues Él vino para salvar lo que estaba perdido.
No obstante el rechazo de su gente, como lo hiciera el pueblo de Dios con sus profetas a lo largo de los siglos, sigue su camino para predicar y anunciar la maravilla de la Buena Noticia, hasta escandalosamente para muchos, porque ese cúmulo de Amor con su Presencia se ofrece a personas que no lo merecen en absoluto y hasta son tachadas condenándolas socialmente. Pero como se humillan delante de Dios, Él les regala la alegría del perdón que regenerará toda la vida de cualquier persona por más alejada que esté.
Dios nos sigue sorprendiendo siempre por manifestarse de manera tan sencilla y humilde, fuera de la espectacularidad y la sabiduría humana, sino a través de todo lo que se considera como perdido y último para cada generación de la humanidad. Él viene para cumplir con su misión redentora para sus paisanos, pero los suyos no lo reconocieron y hasta lo rechazaron. Por ello irá llevando esa misma misión, esa misma Buena Noticia para todos los pueblos, más allá de las fronteras de cualquier laya.


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