“Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos”
QUINTA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Esta Virgen sabia y prudente salió al encuentro de Cristo con la lámpara encendida.
Audios originales tomados de: panversia.com
Primera Lectura
Lectura del libro del Génesis
Génesis 3, 1-8
La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que el Señor Dios había hecho, y dijo a la mujer: «¿Así que Dios les ordenó que no comieran de ningún árbol del jardín?».
La mujer le respondió: «Podemos comer los frutos de todos los árboles del jardín. Pero respecto del árbol que está en medio del jardín, Dios nos ha dicho:
«No coman de él ni lo toquen, porque de lo contrario quedarán sujetos a la muerte».
La serpiente dijo a la mujer: «No, no morirán. Dios sabe muy bien que cuando ustedes coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y serán como dioses, conocedores del bien y del mal».
Cuando la mujer vio que el árbol era apetitoso para comer, agradable a la vista y deseable para adquirir discernimiento, tomó de su fruto y comió; luego se lo dio a su marido, que estaba con ella, y él también comió.
Entonces se abrieron los ojos de los dos y descubrieron que estaban desnudos. Por eso se hicieron unos taparrabos, entretejiendo hojas de higuera.
Al oír la voz del Señor Dios que se paseaba por el jardín, a la hora en que sopla la brisa, se ocultaron de él, entre los árboles del jardín.
P/ Palabra de Dios
R/ Te alabamos Señor

Salmo Responsorial
Sal 127,1-2.3.4-5
R/. Dichoso el que está absuelto de su culpa
Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito
y en cuyo espíritu no hay engaño. R/.Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»,
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R/.Por eso, que todo fiel te suplique
en el momento de la desgracia:
la crecida de las aguas caudalosas
no lo alcanzará. R/.Tú eres mi refugio,
me libras del peligro,
me rodeas de cantos de liberación. R/
Evangelio
Lectura del santo Evangelio según San Marcos
Mc 7, 31-37
“Levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: “Efatá”, que significa: “Ábrete”.”
En aquel tiempo, cuando Jesús volvía de la región de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis. Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos.
Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua.
Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y dijo: «Efatá», que significa: «Abrete». Y enseguida se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente.
Jesús les mandó insistentemente que no dijeran nada a nadie, pero cuanto más insistía, ellos más lo proclamaban y, en el colmo de la admiración, decían: «Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos»..
P/ Palabra del Señor
R/ Gloria a ti, Señor Jesús

MEDITACIÓN
“Entendemos así que Dios se hace presente en medio de su pueblo en la persona de Jesús quien nos trae la liberación y sigue haciendo nuevas todas las cosas.”
Que Jesús cure a un sordomudo en un territorio donde estaban personas con fe hebrea y personas paganas, interpela a todos los que presenciaron la escena. Esta persona enferma representa a cualquier persona que no escucha la Palabra de Jesús y no anuncia dando testimonio de lo que recibió. Esa curación hace que dicha persona se convierta en quien escucha atentamente la Palabra de Dios y anuncia la Buena Noticia de la presencia del Mesías entre ellos por el milagro que le benefició. Todos, desde el Bautismo, hemos recibido el “Efatá”, para que se abran nuestros oídos a escuchar y vivir la Palabra de Dios y profesar la fe en cualquier ambiente.
Sabemos que Jesús nunca quiso que se le identifique con actitudes de magia. Pero en sus gestos y palabras hizo lo que la taumaturgia mágica hacía, tomando aparte al enfermo, metiendo los dedos en las orejas, escupiendo y tocando con su saliva la lengua. Es decir, está haciendo exactamente como se hacía antiguamente. Pero atención, porque estamos delante de un sordomudo, quien tenía la capacidad condicionada por esta limitación. Jesús no pretende hacer magia, sino dirigirse a la conciencia de aquél que iba a ser objeto del prodigio que estaba por ocurrir. En este caso, además de las solas palabras que dirigía para los milagros, también incluye los gestos.
Por tanto, Jesús toca los oídos y lengua del enfermo para indicar que le estaba curando de ese mal. Si toca su lengua, así como los antiguos gestos mágicos, le quiere decir que está dispuesto a curarlo. Porque seguramente esta persona por todas sus limitaciones, no podría comprender lo que Él quería hacer. Aunque el evangelista pretenda que no cuenten sobre el milagro que acaba de acontecer, no puede contener la experiencia que la gente está presenciando, necesitan compartirla. Jesús no busca éxito, ni fama, pide explícitamente para que no digan nada sobre lo sucedido. La última frase del texto de hoy, que “todo lo ha hecho bien”, que “hace oír a los sordos y hablar a los mudos”, no pretende presentarse con triunfalismos mesiánicos, sino que poder reconocer con alegría la eficacia de la presencia del Reino de Dios.
La persona de Jesús y todo lo que nos llega a comunicar, su Mensaje, es la presencia del Reino en medio nuestro. Con esto se cumple lo que los profetas antiguos habían anunciado con la llegada del Mesías, quien traería esa Buena Nueva para el pueblo y el mundo entero. Dios prometió que, cuando haga oír a los sordos y hablar a los tartamudos, es porque él mismo se hace presente para salvar (cf. Is 36,4-6). Jesús así lo hace y lo hace todo bien (cf. Mc 7,37). Así como Dios creador al concluir su obra, vio que todo era bueno (cf. Gén 1,31).
Entendemos así que Dios se hace presente en medio de su pueblo en la persona de Jesús quien nos trae la liberación y sigue haciendo nuevas todas las cosas. Lo lindo de este caso es que se representan las señales de un discípulo, quien cultiva el encuentro personal de diálogo con Jesús, que lo saca de la multitud, representante de la antigua creación (sordo que llega a oír, a escuchar), y lo hace creatura nueva (cf. 2 Cor 5,17) enviándolo a proclamar la obra de Dios (tartamudo que llega a hablar, a anunciar). Así, el discípulo será aquel que escucha la Palabra de Dios y la lleva a la práctica desde una experiencia maravillosa en donde experimentó que Dios lo hizo totalmente nuevo, y no podrá hacer otra cosa que compartir el maravilloso favor que Dios hizo con él.Un sordo espiritual puede ser quien no quiere escuchar la voz de la razón, o de su conciencia que le está diciendo qué es lo que debe hacer y qué debería evitar. Es quien no escucha la Palabra de Dios que le orienta por dónde caminar en la vida. Quien no recibe ni acepta las inspiraciones de la Gracia y las mociones del Espíritu Santo. Quien no quiere escuchar los consejos que le dan, aunque sean personas autorizadas y buscan realmente su bien. Un mudo espiritual puede ser quien ha recibido la Gracia del Amor de Dios, la enseñanza de la Buena Noticia y la experiencia de su misericordia y no comparte con los demás con gestos y palabras. No hace resonar la Palabra de Dios en el corazón de los hermanos que necesitan. Por ello, Jesús nos toca y abre nuestros oídos y suelta nuestra lengua para que escuchemos su Palabra y proclamemos con nuestra vida el gran amor que nos ha regalado inmerecidamente

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