“Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán”.
Segunda semana del tiempo de Cuaresma.

Yo me refugio en ti, Señor; que nunca me vea defraudado. Sácame de la red que me ha tendido porque tú eres mi refugio.
Sal 30, 2. 5

Audios originales tomados de: panversia.com
Primera Lectura
LECTURA DEL LIBRO DEL GÉNESIS
Gn 37, 3-4. 12-13a. 17b-28
Israel (Jacob) quería a José más que a sus otros hijos, pues le había nacido en su ancianidad; incluso le había hecho una túnica con mangas. Sus hermanos, viendo que su padre le prefería a sus otros hijos, le tomaron rencor y hasta le negaban el saludo.
Sus hermanos habían ido a apacentar el rebaño de su padre a Siquem, e Israel dijo a José: «Tus hermanos están cuidando las ovejas en los pastos de Siquem.
Y José salió en busca de sus hermanos y los encontró en Dotán.
Al verlo desde lejos, y antes de que llegara, se pusieron de acuerdo para matarlo. Se dijeron: «Allí viene el soñador. Este es el momento: matémoslo y echémoslo en un pozo cualquiera, y diremos que algún animal feroz lo devoró. ¡Ahí vamos a ver en qué quedan sus sueños!»
Al oír esto, Rubén quiso salvarlo de sus manos y les dijo: «No lo maten.» «No derramen sangre, les dijo Rubén, échenlo más bien en aquella cisterna allá en el desierto, pero no pongan las manos sobre él.» Esto dijo para sacarlo de sus manos y devolverlo después a su padre.
Fue así que cuando José llegó junto a ellos, le sacaron la túnica con mangas que llevaba puesta, lo tomaron y lo arrojaron a una cisterna que estaba seca, sin agua.
Se sentaron para comer, cuando alzando los ojos, vieron una caravana de ismaelitas que venía de Galaad, con sus camellos cargados de goma, de bálsamo y de resina que llevaban a Egipto. Entonces Judá dijo a sus hermanos: «¿Qué ganamos con matar a nuestro hermano y tapar su sangre? Mejor vendámoslo a esos ismaelitas y no pongamos nuestras manos sobre él, pues es nuestro hermano y carne nuestra.» Sus hermanos le hicieron caso, y al pasar unos madianitas, que eran mercaderes, sacaron a José del pozo. Lo vendieron a los madianitas por veinte monedas de plata, y éstos llevaron a José a Egipto.
P/ Palabra de Dios
R/ Te alabamos Señor

Salmo Responsorial
Sal 104, 16-17. 18-19. 20-21
R/. Recordad las maravillas que hizo el Señor
Llamó al hambre sobre aquella tierra:
cortando el sustento de pan;
por delante había enviado a un hombre,
a José, vendido como esclavo. R/.Le trabaron los pies con grillos,
le metieron el cuello en la argolla,
hasta que se cumplió su predicción,
y la palabra del Señor lo acreditó. R/.El rey lo mandó desatar,
el señor de pueblos le abrió la prisión,
lo nombró administrador de su casa,
señor de todas sus posesiones. R/.
Evangelio
Lectura del santo Evangelio según SAN MATEO
Mt 21, 33-43.45-46
“Por eso les digo que el Reino de Dios les será quitado a ustedes, para ser entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos.”
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: Escuchen este ejemplo: Había un propietario que plantó una viña. La rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar y levantó una torre para vigilarla. Después la alquiló a unos labradores y se marchó a un país lejano. Cuando llegó el tiempo de la vendimia, el dueño mandó a sus sirvientes que fueran donde aquellos labradores y cobraran su parte de la cosecha. Pero los labradores tomaron a los enviados, apalearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon.
El propietario volvió a enviar a otros servidores más numerosos que la primera vez, pero los trataron de la misma manera.
Por último envió a su hijo, pensando: “A mi hijo lo respetarán”. Pero los trabajadores, al ver al hijo, se dijeron: “Ese es el heredero. Lo matamos y así nos quedamos con su herencia”. Lo tomaron, pues, lo echaron fuera de la viña y lo mataron. Ahora bien, cuando venga el dueño de la viña, ¿qué hará con esos labradores?» Le contestaron: «Hará morir sin compasión a esa gente tan mala y arrendará la viña a otros labradores que le paguen a su debido tiempo.
Jesús agregó: «¿No han leído cierta Escritura? Dice así: La piedra que los constructores desecharon llegó a ser la piedra angular; ésa fue la obra del Señor y nos dejó maravillados.
Ahora yo les digo a ustedes: se les quitará el Reino de los Cielos, y será entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos.»
Al oír estos ejemplos, los jefes de los sacerdotes y los fariseos comprendieron que Jesús se refería a ellos. Hubieran deseado arrestarlo, pero tuvieron miedo del pueblo, que lo consideraba como un profeta.
P/ Palabra del Señor
R/ Gloria a ti, Señor Jesús

MEDITACIÓN
“La paciencia de Dios es muy grande y de manera permanente nos llama y espera.”
Esta narración no es una parábola sino una alegoría, donde cada miembro o personaje de la historia tiene una correspondencia con la realidad. Jesús narra una historia nueva de la “antigua viña”. Desde la versión del AT, encontramos que el dueño de la viña es Dios; la viña elegida y cuidada es Israel; los arrendatarios o viñadores son los dirigentes religiosos de Israel; los servidores enviados a buscar frutos son los profetas; el hijo del dueño, el heredero, enviado como último recurso y asesinado por los viñadores es Jesús mismo; los nuevos arrendatarios serían los judíos creyentes y los gentiles o paganos.
Se narra toda la historia de la salvación desde la donación de la tierra a Israel hasta la muerte de Jesús. Preguntando “¿qué les parece que hará con aquellos viñadores?» (Mt 21,40),Jesús quiere justificar la decisión de Dios de castigar a Israel. Al responder acertadamente los oyentes, los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo, terminan por condenarse a sí mismos, pues, en cierto modo, firman su propia sentencia. Así lo afirma Jesús hacia el final en una especie de sentencia condenatoria. Por tanto, Dios no es injusto si les quita el privilegio de tener la viña, el Reino, y se lo confiere a otro pueblo que dé fruto de verdad. Dios ha tenido una paciencia enorme y en su intento de conseguir los frutos debidos ha enviado dos series de profetas que fueron tratados de manera escandalosa. Se trata del Sal 118,22 que habla de una piedra desechada que pasa a ser la piedra angular, esto es, «una piedra superior, bien visible y bellamente labrada, en una de las esquinas del edificio».
La tradición cristiana interpretó esta piedra desechada y recuperada en referencia a la Pasión y Resurrección de Cristo (cf. Mc 8,31; 1Pe 2,4.6-8; Bern 6,2-4). Desechar la piedra angular (rechazando y asesinando a Jesús) hace que se le dé la viña a otro pueblo o nación. El tema no es el haber dado frutos malos como en Isaías 5; tampoco el no haber dado frutos; sino el no haberlos entregado. Esta apropiación de los frutos nos recuerda las advertencias de Moisés al pueblo en el Dt 8,11-19, sobre el peligro de la arrogancia que lleva al pueblo de Israel a considerar que por sí mismo ha conquistado la tierra y que los frutos de la misma son el resultado de su sólo esfuerzo. Este olvido de Dios y de sus dones, son la raíz del pecado para el deuteronomista, por tanto, al no dar fruto no cumplen con la misma y manchan el nombre santo de Dios contaminando la tierra santa. Por eso se dará el Reino a otra nación que haga producir frutos a su debido tiempo. Es el criterio claro de discernimiento que da Jesús: un árbol se conoce por sus frutos (cf. Mt 7,16-20; 12,33). Decía Santa Teresa de Jesús: “obras son amores y no buenas razones” y San Ignacio de Loyola: “El amor se ha de poner más en las obras que en las palabras”.El Señor nos encomendó su viña, nos ha dado talentos y gracias para hacerlos fructificar; se nos confió el Reino de Dios, la Presencia de Dios en nuestra vida, que requiere cuidado para no perder este don maravilloso, por tanto, no contentarse con una vida cristiana light, infructuosa, mediocre, raquítica. La paciencia de Dios es muy grande y de manera permanente nos llama y espera. La responsabilidad es enorme, que ciertamente en algún momento podríamos perderlo todo si no damos frutos de conversión y misión.
La otra advertencia que el Señor hace a su pueblo Israel, y también para nosotros, es sobre el peligro de apropiarnos de los dones del Señor, de perder tanto la dimensión del don como de la responsabilidad social que los mismos implican. El Papa Francisco expresó: “La evangelización tiene mucho de paciencia, y evita maltratar límites. Fiel al don del Señor, también sabe «fructificar». La comunidad evangelizadora siempre está atenta a los frutos, porque el Señor la quiere fecunda” (EG 24).
El Cardenal A. Vanhoye decía: “Esta parábola debe ser también para nosotros un aviso contra la actitud posesiva. Todos tenemos responsabilidades: unos a un nivel modesto, otros a un nivel más alto, otros a un nivel altísimo. Mas para todos es decisiva la actitud que asumamos respecto a tales responsabilidades. La tentación que nos acecha es siempre la misma: adoptar una actitud posesiva, diciendo: ‘Dios me ha dado unos dones; soy su propietario, hago con ellos lo que quiero’. Todos los dones, todos los talentos que Dios nos ha dado y nos da son instrumentos para poder amar y servir a los demás”.


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