“El que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos. ”
Tercera semana del tiempo de Cuaresma.

Afirma mis pasos conforme a tu Palabra, para que no me domine la maldad.
Sal 118, 133

Audios originales tomados de: panversia.com
Primera Lectura
LECTURA DEL LIBRO DEL DEUTERONOMIO
Dt 4, 1.5-9
En aquellos días, Moisés habló al pueblo, diciendo:
“Ahora, Israel, escucha los mandatos y preceptos que te enseño, para que los pongas en práctica y puedas así vivir y entrar a tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de tus padres, te va a dar.
Yo les enseño mandatos y preceptos, como me ordena el Señor, mi Dios, para que se ajusten a ellos en la tierra en que van a entrar y que van a tomar en posesión. Guárdenlos y cúmplanlos, porque ellos son su sabiduría y su prudencia a los ojos de los pueblos. Cuando tengan noticia de todos estos preceptos, se dirán: ‘En verdad esta gran nación es un pueblo sabio y prudente’. Porque, ¿cuál otra nación hay tan grande que tenga dioses tan cercanos como lo está nuestro Dios, siempre que lo invocamos? ¿Cuál es la gran nación cuyos mandatos y preceptos sean tan justos como toda esta ley que ahora les doy?
Pero ten cuidado y atiende bien: No vayas a olvidarte de estos hechos que tus ojos han visto, ni dejes que se aparten de tu corazón en todos los días de tu vida; al contrario, transmíteselos a tus hijos y a los hijos de tus hijos”.
P/ Palabra de Dios
R/ Te alabamos Señor

Salmo Responsorial
Sal 147, 12-13. 15-16. 19-20
R/. Glorifica al Señor, Jerusalén
Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión.
Que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. R/.Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza. R/.Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos. R/.
Evangelio
Lectura del santo Evangelio según SAN MATEO
Mt 5, 17-19
“Les aseguro que no quedarán ni una “i” ni una coma de la Ley sin cumplirse, antes que desaparezcan el cielo y la tierra.”
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No crean que he venido a abolir la ley o los profetas; no he venido a abolirlos, sino a darles plenitud. Yo les aseguro que antes se acabarán el cielo y la tierra, que deje de cumplirse hasta la más pequeña letra o coma de la ley.
Por lo tanto, el que quebrante uno de estos preceptos menores y enseñe eso a los hombres, será el menor en el Reino de los cielos; pero el que los cumpla y los enseñe, será grande en el Reino de los cielos”.
P/ Palabra del Señor
R/ Gloria a ti, Señor Jesús

MEDITACIÓN
“Nos invita Jesús a observar hasta en los más ínfimos detalles, pues observar el Evangelio con un verdadero espíritu de amor y de entrega a la voluntad de Dios es la perfección evangélica.”
Jesús nos dejó la ley del amor como el núcleo de todas las enseñanzas de las Sagradas Escrituras, pero dentro de una pedagogía de vida, mostrando desde el gran abajamiento de su divinidad, lavando los pies a sus discípulos y muriendo en la Cruz por la salvación de los demás, que debe ser la luz para entender lo que Dios dijo y sigue diciendo en nuestro “aquí y ahora” de todos los días. Todo lo que Dios dijo se cumplirá, porque Dios no puede mentir, siempre dice la verdad. En el mundo hay leyes que contradicen profundamente la voluntad divina, como las que se refieren a la ideología de género, al aborto, a cualquier sistema que quiera justificar la corrupción o experiencias que quieran atentar contra la dignidad humana. Dios es simple y nos dice lo que a Él le gusta: su misericordia, la que nos pide practicar entre los seres humanos.
Encontramos en este texto cuando Jesús se pronuncia con firmeza con relación a la validez de la Ley, que estuvo cumpliendo una función súper importante en la historia de la Salvación antes de Cristo; no se la puede eliminar, sino que debe ser asumida como parte de la Escritura, normativa para Israel y toda la Iglesia. Entonces, es bueno hablar de reivindicación de la Ley y también de una nueva comprensión y revaloración de la misma. Por ello, el discípulo de Jesús no puede ser entendido al margen de lo que Dios prescribió en el Antiguo Testamento, sino que lo recibe con gratitud, como la herencia más preciada, aunque la observancia actual no sea exactamente la misma que el Antiguo Testamento, porque desde ahora la llave o clave de lectura será el mismo Jesucristo (cf. Mt 24,25-27); ahora, no entendido Jesucristo sólo en algún aspecto particular, sino todo Él, que se lo ve finalmente en la gloria junto al Padre y animando a su Iglesia a través de su Espíritu.
En el texto del Evangelio se le ve a Jesús aclarando una posible confusión; es cierto que no continúa con los sacrificios de la religión judía ni tampoco con otras costumbres agregadas por las tradiciones de los fariseos, es decir que, no anula las exigencias de la Ley de Dios. ¿Qué significa eso? Significa que nada de lo que Dios nos pide es irrelevante o despreciable. Si bien Jesús rechaza la apariencia externa, no significa que no le interese que nuestras acciones respondan a la voluntad del Padre, o que Él anule los mandamientos. Jesús no sólo está pidiendo que nos empeñemos en ser fieles a la Ley de Dios, sino que también enseñemos esa Ley y que nos identifiquemos públicamente con ella transmitiéndola fielmente a los demás. Quien llegue a hacer eso, será considerado grande en el Reino de Dios. Por tanto, más que divergencias en relación con la normativa bíblico-judía se habla de perfección de la misma, no de eliminarla y suplirla con otra. De ahí que la Ley, como expresión de la voluntad de Dios, debe ser aceptada en su totalidad. Sólo quien la entienda así es más justo que aquellos “justos” de la época de Cristo, los teólogos (los escribas) y los laicos súper piadosos (los fariseos): la justicia de Jesús supera a la de los escribas y a la de los fariseos.
No es que la Ley de Moisés y la Ley evangélica sean dos leyes opuestas entre sí, sino que son más bien una sola ley: es la ley de Dios al hombre en dos etapas; esta segunda etapa es de complementación y perfeccionamiento de la primera, ya que el Antiguo Testamento era una preparación para el Nuevo Testamento. Nos invita Jesús a observar hasta en los más ínfimos detalles, pues observar el Evangelio con un verdadero espíritu de amor y de entrega a la voluntad de Dios es la perfección evangélica.
Es notorio que la justicia farisaica es condenada aquí por el Señor, porque resultaba ser una idolatría de la letra. El Señor nos abre a otra justicia más profunda y real; no podemos contentarnos con la observancia de la letra; San Pablo decía: “la letra mata, mas el Espíritu da Vida” (2 Cor 3,6). Es decir, letra sin amor, es letra muerta; digamos así: amor que no se expresa y no se manifiesta, pronto se apaga; o también: amor que no obedece a lo mandado por el Señor directamente o a través de sus representantes legítimos, es simplemente un amor ficticio.
De ahí concluimos que, si bien es cierto que el creyente debe tener en cuenta todo lo que está en las Escrituras, se debería ver también la práctica de la materialidad de sus obligaciones si están insufladas de espiritualidad, o resulta ser sólo un huir de la voluntad de Dios cumpliendo mecánicamente lo mandado. ¿Cumplimos fielmente la ley del Señor y enseñamos de igual modo a que los demás también lo cumplan hasta en los detalles? Esto nos llevará a vivir un estilo de vida, estilo evangélico siempre y con todos.


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