“Yo soy la servidora del Señor; que se cumpla en mí lo que has dicho.”
Cuarta semana del tiempo de Cuaresma.

El Señor al entrar en el mundo dijo: “Aquí estoy, para hacer, Dios, tu voluntad”.
Heb 10, 5. 7
Audios originales tomados de: panversia.com
Primera Lectura
LECTURA DEL LIBRO DEL PROFETA ISAÍAS
Is 7, 10-14
En aquellos tiempos, el Señor le habló a Ajaz diciendo: “Pide al Señor, tu Dios, una señal de abajo, en lo profundo o de arriba, en lo alto”. Contestó Ajaz: “No la pediré. No tentaré al Señor”.
Entonces dijo Isaías: “Oye, pues, casa de David: ¿No satisfechos con cansar a los hombres, quieren cansar también a mi Dios? Pues bien, el Señor mismo les dará por eso una señal: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios con nosotros”.
P/ Palabra de Dios
R/ Te alabamos Señor

Salmo Responsorial
R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad
Sal 39, 7-8a.8b-9.10.11
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios,
entonces yo digo: «Aquí estoy». R/.«-Como está escrito en mi libro-
para hacer tu voluntad.»
Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas. R/.He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios, Señor, tú lo sabes. R/.No me he guardado en el pecho tu justicia,
he contado tu fidelidad y tu salvación,
no he negado tu misericordia y tu lealtad
ante la gran asamblea. R/.
SEGUNDA LECTURA
LECTURA DE LA CARTA A LOS HEBREOS
Heb 10, 4-10
Hermanos: Es imposible que la sangre de toros y machos cabríos pueda borrar los pecados. Por eso, al entrar al mundo, Cristo dijo conforme al salmo: No quisiste víctimas ni ofrendas; en cambio me has dado un cuerpo. No te agradaron los holocaustos ni los sacrificios por el pecado; entonces dije –porque a mí se refiere la Escritura–: “Aquí estoy, Dios mío; vengo para cumplir tu voluntad”.
Comienza por decir: No quisiste víctimas ni ofrendas, no te agradaron los holocaustos ni los sacrificios por el pecado –siendo así que es lo que pedía la ley–;y luego añade: Aquí estoy, Dios mío; vengo para cumplir tu voluntad.
Con esto, Cristo suprime los antiguos sacrificios, para establecer el nuevo. Y en virtud de esta voluntad, todos quedamos santificados por la ofrenda del cuerpo de Jesucristo, hecha de una vez por todas.
P/ Palabra del Señor
R/ Gloria a ti, Señor Jesús
Evangelio
Lectura del santo Evangelio según SAN LUCAS
Lc 1, 26-38
“Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y se le llamará Hijo del Altísimo”
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José. La virgen se llamaba María.
Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Al oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo.
El ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin”.
María le dijo entonces al ángel: “¿Cómo podrá ser esto, puesto que yo permanezco virgen?” El ángel le contestó: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios. Ahí tienes a tu parienta Isabel, que a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para Dios”. María contestó: “Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho”. Y el ángel se retiró de su presencia.
P/ Palabra del Señor
R/ Gloria a ti, Señor Jesús

MEDITACIÓN
“La disponibilidad a Dios se encuentra en la voluntad de asumir las necesidades del prójimo.”
nos inunda una inmensa alegría poder celebrar la solemnidad de la Anunciación del Señor. Celebramos el día del niño por nacer, y en este día especial rendimos homenaje a todos los “Provida” y “Profamilia” del mundo entero en medio de la proliferación de la “cultura de la muerte” (Juan Pablo II) por todas partes. Ciertamente, es el gran acontecimiento de la salvación, la Encarnación del Hijo de Dios, pero se concreta gracias al sí de María, nuestra reina de toda la humanidad. Su realeza está llena de amor, de ternura, de humildad y sencillez; como Madre de la misericordia intercede por la salvación de todos nosotros a pesar de nuestros pecados. Tanta historia de amor narrada con palabras y con la vida de incontables personas llenas del favor de Dios por medio de nuestra Madre.
A lo largo de la historia de la salvación, en diversos momentos difíciles de la vida del pueblo, Dios anunció el nacimiento de niños fundamentales en la concreción del plan de salvación, como Isaac, Sansón, etc. En el texto de hoy encontramos que existe una relación al Antiguo Testamento este nacimiento de Jesús (culmen de esta historia de salvación), presentado como hijo de David e Hijo de Dios. María es saludada con que Dios la favoreció, la “llena de Gracia”. El “alégrate” es una felicitación por captar la mirada de Dios y su favor para acoger su Gracia. Incluso la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María fue expresión de este gran concepto. El “alégrate”, expresa la concreción de la felicidad ya que en ella se realiza la plenitud de su Gracia, pues Dios ha obrado maravillas en María. Esa plenitud de su Gracia es porque Dios la ha favorecido librándola del pecado original y dado todas las virtudes y dones para agradar a Dios.
Y tanto le conoce y agrada a Dios, que puede interceder por nosotros para que podamos recibir los favores divinos con mayor facilidad. Alégrate María, porque todo lo que ocurrió contigo es obra de Dios, un gran milagro de la vida para la humanidad entera, pues “no hay nada imposible para Dios” (Lc 1,37). María se siente traspasada por el Amor de Dios y responde con humildad que es “servidora del Señor”, su esclava, que está totalmente disponible para recibir y dar su Amor a la humanidad. El nombre del niño es dado desde el cielo, porque la misión que cumplirá en el mundo viene de Dios, se llamará Jesús, es decir, el Señor Salva. María no llega a dudar como Zacarías, pero pregunta si cómo sucederá ser Madre ya que ella es Virgen. Estaba ya comprometida en matrimonio con José, pero todavía no vivían juntos. Y cuando se le dice que el Espíritu Santo es quien descenderá sobre ella, se muestra dócil, dependiente y entregada totalmente, por ello, se dice a sí misma “servidora del Señor”. El sí de María será fundamental para la concreción de la obra de salvación. Es maravilloso constatar que la voluntad de Dios se encuentra con la dócil voluntad humana de María.
Sabemos que para ella la situación era muy complicada, difícil, arriesgada y súper peligrosa, pero se cumple la Palabra de Dios en todo esto; si para los hombres es imposible, para Dios, sin embargo, todo es posible. María comprendió que, si Dios le pide, aunque Ella no pueda, Él la capacitará para responder a la misión encomendada. Y si Él pide también es porque sabe que a quien pide no le fallará. La plenitud de gracia que hallamos en María Santísima nos dará todas las gracias que necesitemos para responder con fidelidad a la misión de la Divina Providencia que nos encomendó. Nuestra respuesta debería ser humilde, libre pero sostenida y permanente a la voluntad de Dios. Si está llena de Gracia, nos podría conceder todo lo que necesitemos, pues es la Medianera de todas las gracias.
Lo único que nos queda decir es gracias a Dios por el sí de María y por su confianza plena a la voluntad del Señor. María queda desconcertada ante los piropos que le dirigía el Ángel, pero es sobre todo por su suma humildad, quien se considerara indigna de tal merecimiento. Aunque es la humildad de María lo que sedujo el corazón de Dios para favorecerla con tanta alegría en concretar en Ella Su Amor misericordioso.
La disponibilidad a Dios se encuentra en la voluntad de asumir las necesidades del prójimo. Todo esto sin clamor y sin ostentación, sin buscar un puesto de honor, sin publicidad, porque la caridad y las obras de misericordia no necesitan ser exhibidas como un trofeo. Las obras de misericordia se hacen en silencio, en secreto, sin jactarse de hacerlas. También en nuestras comunidades estamos llamados a seguir el ejemplo de María, practicando el estilo de discreción y ocultación. Que la fiesta de la Encarnación del Hijo de Dios, en donde María dijo Sí, nos ayude a hacer de toda nuestra vida un “sí” a Dios, un “sí” lleno de adoración hacia Él y de gestos cotidianos de amor y de servicio. Pero, sobre todo, un Sí a la vida desde su concepción, durante todo su desarrollo y hasta su muerte natural. Imploramos todas las bendiciones para los hermanos que están ante la adversidad de la enfermedad y los sinsabores de este tiempo.

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