7 DOLORES Y 7 TENTACIONES DE MARÌA SANTÌSIMA AL PIE DE LA CRUZ

La Iglesia tiene como centro a Jesùs y en este Sàbado Santo de silencio y meditaciòn dirige su mirada a Marìa Santìsima y toda reflexiòn se centra en ella.

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8 de abril

Reflexionemos en los dolores y pruebas de Marìa en este dìa de soledad y silencio

 
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Cuando muere un hijo, todas las miradas se ponen sobre èl, pero especialmente a la madre y al padre. El sàbado el hijo de Marìa ya no està con ella y Josè hace algùn tiempo ya habìa muerto; pese a que ya se habìan separado, este dìa ya no hay comunicaciòn del alma entre ellos. Las almas estaban en silencio.

El demonio centrò su mirada en la Virgen. Jesùs siendo Dios ya habìa sido tentado en el desierto, la Virgen en su condiciòn humana, estaba siendo puesta a prueba como en todos los momentos especiales de su vida; se hizo roca firme roca firme y mantuvo siempre su palabra de abandono en la Voluntad de Dios. Estando al pie de la Cruz era la fortaleza de Aquèl que siendo su hijo tambièn cumplìa con la Voluntad de su Padre. La lucha del demonio al pie de la cruz, recordaba la lucha con la primera Inmaculada, Con aquella mujer creada por Dios que tambièn fue crada sin pecado, pero en su libertad cayò en la trampa del engañador y sucumbiò en el pecado. Triunfò el demonio en aquella oportunidad y esperaba en ese momento, debilitar a Jesùs tentando y causando dolor en Marìa. Marìa es la mujer de la nueva creaciòn.

Estaba en juego Jesùs. Si caìa Marìa, Jesùs caerìa. No era la primera vez que el demonio se enzañaba contra ella; pero a diferencia de Eva, atacada en el Paraìso, es que Marìa es madre y Madre del Salvador. No habìa podido dividir o separar a Jesùs de Marìa que habìa permanecido siempre Inmaculada. El Hijo de sus entrañasse habìa convertido en su fortaleza, pero en este momento Èl ya no estaba y Ella vivìa una total soledad.

El ataque del demonio no es solamente separar a Jesús del Padre (Dios mío, Dios mío por qué me has abandonado?) que igualmente recordaba al ataque conta Job cuando sus amigos, haciendo de tentadores, le incitaban a maldecir a Dios y podaer morir; busca separar a Jesús de su Madre que con su simple mirada lo sostiene en la Cruz. El demonio quería entrar en el corazón y en la conciencia de María, tarea que le fue imposible hasta el último moemento.

1er. Dolor «La burla y el Desprecio de tantos que le debían a Jesús»

1ra. Tentación: Tener un sentimiento contrario al Amor

¿Dónde estaban los resucitados?, ¿los curados?, ¿los alimentados?, ¿los sanados?

El demonio busca que María tenga un sentimiento que no sea amor puro. Busca que Ella se separe de Dios y todo por el odio que le tiene por ser criatura predilecta y a Dios mismo por su soberbia y rebeldía. María es el pilar en ese momento tan trascendental en la vida y en la historia de Jesús y de la humanidad. Ella no dice una sola palabra, pero con su sola mirada sostiene a Jesús; ´Él la hace llamar a su lado para poder verla y sostenerse y saber que la unión no se ha roto.

Si la Madre se llena de odio, el demonio ha vencido y será muy difícil para Jesús mantenerse en la Divina Voluntad de Dios.

¿Dónde están todos los beneficiados del Amor de Jesús?

El profeta Isaías dijo que Jesús “fue despreciado y desechado de los hombres” (Isaías 53:3 ). Y el salmista lo llamó el “despreciado del pueblo” (Salmos 22:6). El menosprecio contra Jesús comenzó desde el inicio de su ministerio terrenal, porque el mismo Juan nos dice en su evangelio que “A los suyos vino, y los suyos no le recibieron” (Juan 1:11). Sus familiares lo cuestionaron, los escribas y fariseos lo resistieron y los sacerdotes lo rechazaron. Aún el menosprecio lo experimentó de una forma más cruel y violenta mientras iba camino a la cruz.

Mientras colgaba en la cruz, “Los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza” (Mateo 27:39). Luego “uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros” (Lucas 23:39). Además, los soldados “repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes” (Lucas 23:34). Menosprecio, indiferencia y rechazo son palabras que describen muy bien lo que Jesús sufrió de parte de los hombres, aún estando en su agonía.

Esta parte de los sufrimientos de Jesús merecen especial atención pues uno de los aspectos más difíciles de la experiencia en María es precisamente ver el sentimiento de rechazo y el desprecio que vivía Jesús en ese momento. El hombre es afectado de una manera negativa por el menosprecio de otros. Más aún si se trata del rechazo que proviene de aquellos a quienes amamos.  Por eso el profeta describe esta fuerte emoción, llamando a Jesús “varón de dolores” (Isaías 53:3).

Es difícil comprender el dolor de María al ver todo lo que Jesús veía, escuchaba y sentía y así mismo estaba solo sin ninguno de los que recibieron todo su Amor y guardando todo en su corazón, se mantuvo de pie y en oración.

2do. Dolor: «Dolor por la falta de FE»

2da. Tentación: Sentir Desprecio y Superioridad

¿Dónde están los Apóstoles?

María no se pregunta en esta oportunidad por todos los curados, ¿dónde está Pedro? ¿Acaso no lo habían nombrado el lider de todos? ¿Dónde está Santiago? ¿No le habían pedido estar siempre a su lado? Juan está allí, pero ¿dónde están los demás?. Y Judas, ¿cómo pudo haber hecho lo que hizo?

Este dolor está ligado a la tentación del DESPRECIO. Despreciar a aquellos que no han sido valientes, que han sido traidores, pecadores.

El demonio busca lograr que en el corazón de María entre este sentimiento de desprecio y si lo logra habrá vencido. Busca que del corazón de María salga la sentencia hacia los Apóstoles de que «son unos miserables» y sintiendo esto, experimentaría la Superioridad aquella que siempre fue la esclava del Señor. Los apóstoles no estaban a la altura de lo que se pedía de ellos. Ellos no estuvieron allí, ella Sí; fueron ordenados sacerdotes hace unas pocas horas y lo habían abandonado. Esta fue la tentación de superioridad a la que fue sometida María en ese momento.

Esta tentación también es nuestra. La tentación de despreciar al que no es bueno, al que no va a misa, al que no hace como yo estoy haciendo. Ésto es sentirse Superior y mejor. Estas tentaciones vienen ligadas a las buenas obras: Tú haces y el otro no, tú eres y el otro no.

El demonio actúa muy sutilmente, buscaba en este momento que María sintiese Odio y Desprecio hacia Judas; con sólo un sentimiento de estos habría acabado todo, pero ella tenía clavada su mirada en la mirada de su hijo y en esa mirada también ella se fortalecía para evitar estos sentimientos, pues aquél que sufría estaba recordándole que el Amor es un sentimiento más fuerte y superior al Desprecio y a la Superioridad.

3er. Dolor: «Dolor por la tortura de su Hijo»

3ra. Tentación: Sentir Odio por los que torturan a su hijo

Qué duro para María Santísima ser sometida a la prueba de sentir odio, ella que sólo es Amor puro. Ver todo lo que hacen y cómo lo torturan y lo crucifican; ver todo con angustia y con tanto dolor. Su capacidad de resistencia estaba al límite. Primero sometida a sentir Desprecio y ahora experimentaba la tentación de sentir Odio.

La Virgen María no estaba en el huerto de la agonía pero, en la lejanía, su corazón se encontraba en extremo tormento, después de haber comprendido en el cenáculo los acontecimientos que se avecinaban. Comprendió que Judas iba a traicionarle, que los apóstoles iban a abandonarle y su corazón sentía en ese momento las mismas ansiedades que su Hijo; sintió una profunda unión con el alma de Cristo y, desde la oración, le ayudó como una madre puede consolar a un hijo que está triste.
Siguió María a Jesús cuando fue conducido por los guardias de un palacio a otro, humillado, ridiculizado, golpeado… María no durmió durante esa noche cuando Jesús sufrió su cruel Pasión ofreciendo los sufrimientos de esas terribles horas por la redención del mundo.
María fue testigo de la flagelación: ¡qué dolor para una madre contemplar semejante tortura!

Doloroso para ella fue contemplar la coronación de espinas: esa cabeza convertida en cabeza de dolor por la fuerza del amor y la compasión. Y no pudo María sentir dolor por si misma sino por esa unión tan íntima con Jesús para convertirse en copartícipe en la Pasión de su Hijo.

Y en el camino hacia el Calvario, María contempla a Jesús por las calles portando su cruz, y con valentía se apresuró a encontrarse con Él y contemplar ese rostro cubierto de sangre, golpeado, insultado, ridiculizado, vilipendiado, odiado por la gente que le había aclamado en su entrada en Jerusalén.

Esa tentación también se hace nuestra hacia aquel que nos ha golpeado, nos ha hecho daño, o lo ha hecho a alguno de los nuestros; sentir Odio y Desprecio por aquel que nos ha mentido, nos ha robado, nos ha engañado, nos ha manipulado o lo ha hecho a alguno de los nuestros.

A María no la habían tocado, nadie le había hecho daño, pero destrozaban a su hijo que era el Hijo de Dios; si ella cedía a la tentación, ya el veneno eataría dentro de su alma que hasta ahora, estaba en la periferia, tocaba su piel, pero no logró entrar a su corazón.

4to. Dolor: «Dolor por el sentimiento de abandono que experimenta Jesús»4ta. Tentación: Sentir la Duda en su Corazón

Jesús gritó en la cruz: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (Mateo 27:46).

Esta frase se ha interpretado de diversas formas por los teólogos a lo largo de los siglos, pero muchos creen que refleja el hecho de que Jesús experimentó el peso de la humanidad sobre sí mismo en ese momento, asumiendo los pecados de toda la humanidad y sintiendo el abandono de Dios que resulta de la separación causada por el pecado.

La presencia de María en la crucifixión de su hijo también simboliza el sufrimiento que tuvo que soportar como madre mientras veía a su hijo siendo torturado y ejecutado en la cruz. Estas palabras y esta escena son un recordatorio del amor, el sacrificio y el sufrimiento que Jesús y su madre María tuvieron que soportar

María al escuchar a Jesús expresar con dolor esta frase, siente en medio de esta recitación la oración de Jesús. Era el momento del abandono total, de la Kénosis de Jesús: «se despojó a sí mismo» y tomó la forma de siervo, haciéndose obediente hasta la muerte en la cruz» (Filipenses 2: 5-8).

María oye cómo Jesús en este momento vive el sentimiento total de la pérdidad de unidad entre su Padre Dios y Él como su hijo, una tragedia total para Jesús. Después de vivir la tentación del Odio, experimenta la Duda. Duda que Jesús también llega a sentir.

María no tiene la misma unidad que Jesús tiene con Dios, pero tiene esa común- unión con Dios toda su vida y en esa común – unión obedeciendo a su Fiat, María fue tentada con la Duda desde mucho antes: su embarazo y cómo reaccionaría José, sus padres, lo que va a pasar en Belén, la matanza de los inocentes, la huída a Egipto, la pérdida de Jesús. Esa tentación de Duda no la ha abandonado.

Esa tentación es la que tenemos todos cuando pasamos por nuestros momentos de oscuridad o pasa en los nuestros que nos causan un sufrimiento mayor. Es la hora de la aniquilación de la inteligencia, inteligencia que ya no te da más para entender lo que sucede y no tiene respuesta.

La inteligencia se queda anulada totalmente y surgen las tenebrosas palabras: «¿Por qué Dios lo permite?» «Dios no te escucha», «le da lo mismo si sufres», «en los planes de Dios no entro en ellos». Esa es la tentación. «Si no le importo a Dios, Dios no me importa y me separo de Dios».

Cuando el demonio oye: «Dios mío, Dios mío…» se frota las manos porque siente estar a un hilo de victoria en ambas almas que llegarían a maldecir a Dios. Si María cae, cae Jesús. Esto es el momento cumbre de la redención. Resistieron ambos, pero cada uno a un precio muy alto.

5to. Dolor: «La Inpotencia de No poder hacer nada»

5ta. Tentación: Sentimiento de Huir

En ocasiones se puede hacer un poco y nada más. Dar un poco de comida a un habitante de calle a sabiendas que en unas horas volverá a sentir hambre, eso es hacer un poco y quizá lo único que podamos hacer.

Queriendo intentar hacerlo todo en los tuyos, nos da la sensación que no lo hemos hecho bien, que hemos fracasado y nos culpamos del resultado. Sentimos culpa.

La Virgen María a unos pocos metros de Jesús, viendo todo no puede hacer nada; que en realidad está haciendo mucho, porque su sola presencia estaba siendo de fortaleza a Jesús. Es allí donde el demonio empieza a tentar el corazón doloroso de María con el sentirse fracasada, inútil, que no ha servido de nada tanto sufrimiento.

La duda y el dolor de la impotencia va ligada a la Huída. El triunfo del mal es querer ver huír a María y debilitar aún más a Jesús. Todo ello también sucede en nosotros y en los nuestros, especialmente en nuestros hijos. El sentimiento de Impotencia y el querer huir ante muchas de las situaciones particulares que viva uno de los nuestros es siempre latente: «No tengo nada más qué hacer, dejo así, me voy.

El ejemplo del desespero de una madre por el comportamiento de su hijo lo vemos santa Mónica; que tras el consejo de un santo obispo (san Ambrosio) «No se puede perder el hijo de tantas lágrimas» le motivó a seguir adelante en la tarea de la oración, la esperanza y el abandono total en Dios, así le tomara 40 años de espera.

La tentación de rendirse se reduce a experimentar: «es inútil, no vale la pena, de qué sirve todos eso, mira lo que estás perdiendo…» es permanente y cotidiana en nosotros y en nuestras angustias. Sin embargo, para ejemplo y motivación nuestra, María estaba allí al pie de la Cruz combatiendo su propia tentación superándola con su infalible método de «Rezar y Ofrecer«.

Es difícil en tender las situaciones que vivimos en el Aquí y lo que logramos en el Allí del tiempo de Dios, con nuestras adversidades y nuestras propias batallas cotidianas. La tentación de rendirnos es permanente, pero a ejemplo de María, mientras tengamos vida, en cada adversidad o situación debemos recordarla al pie de la Cruz animando con su mirada y su oración al Hijo de Dios a cumplir con la Volundad del Señor.

6ta. Dolor: «La Injusticia sobre su Hijo Jesús»

6ta. Tentación: Violencia en su Corazón

Jesús es el Cordero Inocente.  Él que no tenía culpa, cargó con nuestros pecados, murió y derramó Su sangre por nosotros, los pecadores culpables. Allí Dios puso todos los pecados de la humanidad en Jesús como el Cordero de Dios del sacrificio. Isaías 53:5 dice: “Mas Él herido fue por causa de nuestras transgresiones, molido por causa de nuestras iniquidades; el castigo, por nuestra paz, cayó sobre Él, y por Sus llagas fuimos nosotros sanados”. ¡Cuán pesada ha de ver sido la carga de pecado que llevó nuestro querido Salvador! y cuan doloroso debió haber sido a María contemplar la injusticia cometida con Él, su hijo, el Hijo de Dios.

Delante de toda esa Injusticia, surge la tentación dela Violencia. Surge y también para nosotros, cuando Ella observa que la Justicia se ha corrompido, cuando favorece al culpable delincuente y sentencia al inocente, o cuando atónita ve cómo con maldad compran la vida de su hijo y manipulan toda la justicia a favor de unos mentirosos y engañadores y aún más que comprarla logran engañar a la ley misma. cuánto dolor en en el pobre corazón de María observando tanta injusticia en el pueblo elegido de Dios.

El demonio tienta los sentimientos de María con el propósito de violentar ese momento y motivar a incitar a tomar la justicia con sus propias manos. De igual modo nosotros somos tentados a ser justicieros tomando la «Justicia» en nuestras manos. Si la Ley no lo hace, lo hago yo.

Vemos hoy tanta indiferencia del mundo y de los mismos católicos, que somos mayoría, ante tantas masacres y acontecimientos para el cristianismo y sus líderes. Jesús es en ese momento la injusticia viva y mMaría era tentada con pensamientos de Violencia, pero la tentación empieza a derrotarse y alejarse cuando María recuerda las palabras de Jesús; «Padre, perdónalos…»

7mo. Dolor: «Dolor por la División»

7ma. Tentación: «Sentimiento de Renunciar al propósito Doctrinal de su Hijo»

Quizás este dolor y tentación no se presentó de manera inmediata allí al pie de la Cruz, sino luego en los sucesos venideros.

Cuánto dolor al experimentar en su corazón el fracaso de los objetivos de su Hijo. Fracasaba porque de los suyos vino la Traición, la Negación y la Soledad. Sus seguidores, sus discípulos huían, discutían y el más claro ejemplo son los discípulos de Emaús. Los Apóstoles permanecieron unidos, pero fue por miedo y por que Ella estaba en medio de ellos.

Vio el fracaso de su hijo porque los suyos no estaban unidos. Entonces ¿quién verdaderamente fuera de María, comprendió el objetivo de Jesús en la Cruz? “Esto, ¿quién lo entendió? Lo entendió bien uno de los dos ladrones crucificados con Él, llamado el ‘buen ladrón’, que le suplica: ‘Jesús, acuérdate de mí cuando entres en tu reino’ (Lc 23,42). Pero este era un malhechor, era un corrupto y estaba ahí condenado a muerte por todas las maldades que había hecho en su vida, pero ha visto en la actitud de Jesús, en la humildad de Jesús el amor. Y esta es la fuerza del reino de Cristo: el amor. Fuerza que motiva a María a estar de pie a su lado y no Renunciar al propósito doctrinal de su Hijo.

«Esto ha sido un fracaso!’ Es justamente en el fracaso del pecado –el pecado es un fracaso–, en el fracaso de la ambición humana, que podemos ver el triunfo de la cruz, ahí está la gratuidad del amor”.

“En el fracaso de la cruz se ve el amor, este amor que es gratuito, que nos da Jesús. Un amor que permanece firme e íntegro, incluso ante el rechazo, y que se presenta como el cumplimiento de una vida donada en la total entrega de sí en favor de la humanidad”.

“En el Calvario, los presentes y los jefes se burlan de Jesús clavado en la cruz y le lanzan el desafío: ‘¡Sálvate a ti mismo bajando de la cruz!’ (Mc 15,30). ‘¡Sálvate a ti mismo!’. Pero paradójicamente la verdad de Jesús es aquella que comprendía María en silencio, aquella que en forma de ironía le lanzan sus adversarios: ‘¡No puede salvarse a sí mismo!’ (v. 31)”. No podremos nunca salvarnos a nosotros mismos.

“Si Jesús hubiese bajado de la cruz, habría cedido a las tentaciones del príncipe de este mundo; en cambio Él no puede salvarse a sí mismo justamente para poder salvar a los demás porque ha dado su vida por nosotros, por cada uno de nosotros”. Por eso María no Renunció y permaneció en pie hasta recibirlo en sus brazos y con sumo dolor lo entregaba para ser sepultado en la espera gloriosa de su reencuentro que volvería a unir a los suyos.

¡VIVA MARÍA!

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CÓMO SOLICITAR LA RELIQUIA EN PEREGRINACIÓN

COMUNICADO DE LA POSTULAZIONE

10/01/2022   
Se han registrado varias denuncias de reliquias del beato Carlos Acutis que no cumplen con los requisitos canónicos ni con la Instrucción de la Congregación para las Causas de los Santos sobre «Las reliquias en la Iglesia: autenticidad y conservación», del 16 de diciembre de 2017.
En particular, reiteramos que para que las reliquias sean auténticas deben llevar un sello de cera y un documento de autentificación con la firma del Postulador. Hay que asegurarse de que no han sido manipuladas o falsificadas.
Nadie más está autorizado a autentificar las reliquias de Carlos Acutis, haciendo una excepción del Obispo de Asís.
Además, le recordamos que las reliquias se conceden gratuitamente, sin ninguna cantidad de dinero a cambio.
Por ello, invitamos a los pastores de la Iglesia a estar atentos al fenómeno de las falsas reliquias, y pedimos la colaboración de sacerdotes, religiosos y laicos para denunciar los casos de fraude o abuso a la Postulación.
Agradecemos a todos los que nos ayuden a frenar un fenómeno tan desafortunado.
 

Dr.Nicola Gori
Postulatore della Causa.

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