“No hay amor más grande que dar la vida por los amigos.”
VIERNES 12 DE MAYO QUINTA SEMANA DE PASCUA

El Cordero que ha sido inmolado es digno de recibir el poder y la riqueza, la sabiduría, la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza. Aleluia.
Apoc 5, 12

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan
Jn 15, 12-17
“Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre.”
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: Este es mi mandamiento: Amense los unos a los otros, como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre.
No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, Él se lo concederá. Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros.
P/ Palabra del Señor
R/ Gloria a ti, Señor Jesús
MEDITACIÓN
“Esto es un llamado a dar testimonio del amor de Dios a la manera como Él lo hace. Y también implica sufrir los padecimientos que sufrió el Maestro.”
El evangelista Juan pone el acento en el amor entre nosotros, porque debe reflejar el amor a los hermanos el mismo amor que se tienen entre las personas divinas (Padre, Hijo y Espíritu Santo). Y el mayor amor se ve entregando la vida, donando y sacrificándola por los demás. Así como Cristo se entregó plenamente por cada uno de nosotros, de la misma manera debemos entregarnos los unos por los otros.
Notamos que Jesús está contraponiendo el rol del amigo al del siervo, ya que con el amigo hay cariño y conocimiento mutuo, existe confianza para compartir en profundidad la vida y hasta se puede pedir favores al saber que nacerá cualquier experiencia del amor. Con el siervo, sin embargo, se basa la relación en un contrato. La confianza más bien descansa en el intercambio de trabajo por dinero. Si el amo necesita algo más, debe compensarlo, si el siervo requiere ayuda quedará debiendo un favor que luego debe retribuir al favor recibido. Si Jesús murió por toda la humanidad, en Jn 15,13, al llamar “amigos” y si dio su vida por los amigos, se entiende que lo hizo por todos, no sólo por algunos. En Jn 15,14-15 se dirige específicamente a sus discípulos, a quienes él escogió y con quienes desarrolló una amistad mutua. Entre estas personas estamos nosotros, los amigos cercanos de Jesús por ser sus discípulos y compartir con Él constantemente su Palabra y la Eucaristía, pero, sobre todo, la misión de llevar la Buena Noticia al mundo entero. A nosotros, los discípulos, nos toca darlo a conocer a sus otros amigos, que aún no han experimentado su amor. Por ello corona su discurso poniendo énfasis en su mandamiento: “Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros”(Jn 15,17). Hacia esa cultura de la amistad Jesús nos invita ir, para que las relaciones en el trabajo, en las escuelas, entre razas y naciones sean de amistad, y así todo sería muy distinto.
Dar la vida por los amigos es la prueba suprema del amor. Al llamar amigos a los discípulos es porque les reveló todo desde lo más profundo. Su secreto les da a conocer a sus amigos, los discípulos, que no es algo necesariamente negativo, sino lo más íntimo, lo más hermoso que tiene Jesús para compartir. Podemos mirar la experiencia de la Transfiguración (cf. Mt 17,1-9), donde les muestra por adelantado su gloria, indicándoles que, aunque se acerquen momentos de dolor y sufrimiento, nos espera la vida, la gloria, la resurrección.
Y si eso será nuestro destino, por nuestra respuesta fiel a su Palabra, entonces no debemos preocuparnos por lo que se viene, sino que ocuparnos en vivir santamente todos nuestros días para sentirnos ya ahora en el cielo que nos tiene prometido. Es un amor extremo, dar la vida por amor, deseando y concretando lo mejor para sus amigos, los discípulos, que consiste en la vida eterna, en estar en la gloria del Padre. Sólo quien ama desea el bien y lo mejor para los demás.
Dios toma la iniciativa de llamarnos y elegirnos porque nos ama tanto y nos da una misión de amor, para compartir con el mundo ese amor que hemos recibido. Por ello, siempre la respuesta será el amor, ya que hemos recibido tanto amor. Dios espera de nosotros que respondamos con todas nuestras fuerzas, pero sabiendo que siempre todo depende de Él. No somos nosotros los salvadores del mundo, pero sí los elegidos para hacer posible esa salvación para las personas con quienes Dios nos regale compartir a lo largo de nuestras vidas.
Esto es un llamado a dar testimonio del amor de Dios a la manera como Él lo hace. Y también implica sufrir los padecimientos que sufrió el Maestro, pues está destinado a padecer el mismo destino; pero no podrá dar testimonio con sus solas fuerzas, sino que tendrá el auxilio de lo alto, que le irá animando para llevar al Buena Nueva con el gozo del Espíritu Santo. Quienes conocen el trato cercano y la intimidad del amigo y de la familia, sabemos sobre lo que Jesús está diciendo cómo responder, no así el esclavo o el siervo que hace porque se le impone y porque teme. La amistad con la fuente del Amor, dará frutos de amor con todos. Así como el Maestro, nuestro amigo ama hasta dar su vida, de la misma manera nosotros, sus amigos, daremos nuestra vida por quien nos ha elegido.


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