Hoy es fiesta de San Pascual Bailón

El santo enamorado de la Eucaristia. 

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17 de mayo

Cada 17 de mayo la Iglesia celebra a San Pascual Bailón, fraile franciscano del s. XVI que destacó por su inmenso amor a Jesús Eucaristía.

Fue tan grande ese amor y tal la dedicación que Pascual le tuvo a Cristo Sacramentado -horas y horas dedicadas a contemplarlo- que el Papa León XIII, el 28 de noviembre de 1897, lo declaró “Patrono de los Congresos Eucarísticos y de las asociaciones eucarísticas”.

 

Amor y dedicación a Cristo Sacramentado

Desde los 7 hasta los 24 años trabajó como pastor de ovejas.

Tal era su amor a la Eucaristía que el dueño del rebaño decía que el mejor regalo que le podía ofrecerle al niño era permitirle asistir algún día entre semana a la Santa Misa.

Desde el campo donde pastoreaba alcanzaba a ver el campanario de la iglesia del pueblo. De vez en cuando se arrodillaba para adorar al Santísimo Sacramento desde lejos.

Un día, mientras el sacerdote consagraba, otros pastores le oyeron gritar: «¡Ahí viene!, ¡allí está!». Cayó de rodillas. Había visto a Jesús venir en aquel momento. Se le apareció el Señor en varias ocasiones en forma de viril o de estrella luminosa.

Desde niño hacía duras penitencias, como andar descalzo por caminos pedregosos. Cuando alguna oveja pasaba al potrero del vecino, pagaba a este de su escaso salario por el pasto que la oveja se había comido.

Aunque Pascual apenas sabía leer y escribir, era capaz de expresarse con gran elocuencia sobre la presencia de Jesús en la Eucaristía. Dios le concedió el don de la “ciencia infusa”, es decir, poseyó un vasto conocimiento teológico sin mayor estudio, lo que sorprendía a sus hermanos, quienes solían realizarle preguntas complejas.

Nombre Pascual

Pascual Bailón nació en Torrehermosa en el reino de Aragón (España), el 24 de mayo de 1540. El día de su nacimiento coincidió con la fiesta de Pentecostés, llamada en España «la Pascua del Espíritu Santo”, y por tal motivo recibió de nombre Pascual.

Sus padres fueron campesinos y él también se dedicó a esta labor desde los 7 hasta los 24 años, edad a la que ingresó al convento de los frailes menores (franciscanos) de Albatera.

Entra con los Franciscanos.

A los 24 años ingresó en el convento de los frailes menores (franciscanos) de Alvatera. Al principio no lo aceptaron por su poca instrucción. Apenas había aprendido a leer para rezar el pequeño oficio de la Santísima Virgen María que llevaba siempre mientras pastoreaba. Sus favoritas oraciones eran a Jesús Sacramentado y a la Santísima Virgen. 

Querían que Pascual fuese religioso de coro, ordenándose sacerdote. Pero, por humildad, él quiso permanecer como hermano lego, para ser empleado en los oficios más modestos del convento. Así fue portero, jardinero, cocinero, limosnero. Cumplía todas esas ocupaciones con tanta exactitud, que edificaba a todos, siendo sus austeridades mucho mayores que las prescritas por la regla. En cualquier función en que estuviese, elevaba su pensamiento a Dios, meditando en su amor y sus grandezas.

Como encargado del refectorio, recogía toda la comida que sobraba para dársela a los pobres. Pero hacía que ellos bendijesen a Dios por el alimento que iban a recibir; y, después de la comida, le diesen gracias por el beneficio recibido.

Se alegraba tanto de ver una imagen de Nuestra Señora en la entrada del refectorio, que bailaba delante de ella para mostrar su regocijo.

Los franciscanos le asignaron oficios humildes. Fue portero, cocinero, mandadero y barrendero.

Su tiempo libre lo dedicaba a la adoración Eucarística, de rodillas con los brazos en cruz. Por las noches pasaba horas ante el Santísimo Sacramento. Continuaba su adoración tarde en la noche y por la madrugada estaba en la capilla antes que los demás.

Hablaba poco, pero cuando se trataba de la Sagrada Eucaristía, lo inspiraba el Espíritu Santo. Siempre estaba alegre, pero nunca se sentía tan contento como cuando ayudaba a Misa o cuando podía estarse un rato orando ante el Sagrario del altar. Al llegar a un pueblo iba primero a la iglesia y allí se quedaba por un buen tiempo de rodillas adorando a Jesús Sacramentado.

De inmensa alegría

En una ocasión, un hermano religioso se asomó por la ventana y vio a Pascual danzando ante una imagen de la Sma. Virgen y le decía diciéndole: «Señora: no puedo ofrecerte grandes cualidades, porque no las tengo, pero te ofrezco mi danza campesina en tu honor». El religioso pudo ver que el santo rebosaba de alegría.

Pascual compuso bellas oraciones al Santísimo Sacramento. El Arzobispo San Luis de Rivera, al leerlas exclamó admirado: «Estas almas sencillas sí que se ganan los mejores puestos en el cielo. Nuestras sabidurías humanas valen poco si se comparan con la sabiduría divina que Dios concede a los humildes».

Don de la sabiduría, consejero hasta de eruditos

Decían que el alma del hermano Pascual era un paraíso, un templo del Espíritu Santo, inundada de ángeles y santos. La alegría que llenaba su corazón era tal, que transbordaba por sus ojos, por su fisonomía e incluso por sus labios. Lo que le llevaba a entonar incesantemente himnos y cánticos.

A pesar de sus escasos estudios, Pascual poseía un extraordinario conocimiento de las cosas divinas, y era consultado por los frailes, inclusive por los más eruditos. Él nunca daba una respuesta sin antes consultar a Dios por medio de la oración.

En un año de carestía, el superior lo reprendió por ser tan liberal con los pobres, estando el convento en necesidad. Y le mandó circunscribir su caridad. Pascual le respondió: “Si se presentaran doce pobres pidiendo limosna, y yo atendiera sólo a diez, ¿qué sucedería si uno de los dos a quien se la negara fuese Nuestro Señor?” El superior lo dejó actuar entonces según le dictara su corazón, confiando más en la Providencia Divina.

Cuando le era posible comulgar, Pascual pasaba el día en éxtasis: “Oh bondad infinita: ¿qué delicias puede encontrar mi Dios en un miserable como yo?”

Todos querían tener en su convento a aquel fraile tan ejemplar. Así, fue siendo transferido de un convento a otro.

Adoración Eucarística

Su tiempo libre lo dedicaba a la adoración Eucarística, de rodillas con los brazos en cruz. Por las noches pasaba horas ante el Santísimo Sacramento y continuaba su adoración por la madrugada.

Perseguido por los herejes protestantes

El ramo reformado de los franciscanos tenía entonces por superior general a fray Cristóbal de Cheffon, residente en París. Habiendo extrema necesidad de comunicarse con él, y siendo eso casi imposible en la época, debido a las guerras de religión que dividían a Francia, el provincial de Valencia escogió para la difícil misión al hermano Pascual, como el hombre más indicado para la tarea.

Sin pensar en los peligros que correría, Pascual partió alegre, sin inquietarse para nada con los medios para hacer tan largo viaje. Partió como siempre a pie, sin equipaje, aceptando como limosna el pan y donde pernoctar en la jornada.

Y los peligros no fueron pocos. Varias veces, al pasar por ciudades infectadas por los protestantes, fray Pascual fue perseguido con palos y piedras. Asimismo recibió una herida en el hombro izquierdo, de la cual sufrió hasta el fin de la vida.

Cerca de Orleáns fue cercado por los calvinistas, que comenzaron a discutir con él sobre la presencia real de Nuestro Señor en el Santísimo Sacramento. Aunque no sabía otra lengua más que el castellano, y aunque no había estudiado teología, respondió con tanto acierto a las proposiciones heréticas de sus adversarios, que ellos no pudieron replicar sino con palos y piedras. Habiendo escapado de sus manos, Pascual tuvo que pedir de limosna pan en un castillo, pues se sentía desfallecer. El señor del castillo era protestante y lo quiso mandar a matar como espía, pero felizmente su mujer consiguió hacer que Pascual escapara, sin darle no obstante ningún alimento, que luego recibió de una pobre campesina católica.

Pascual estaba en el camino cuando surgió delante de él un caballero que, poniéndole la punta de la lanza en el pecho, le preguntó: “¿Dónde está Dios?” Sin tener tiempo para pensar, respondió inmediatamente: “En el Cielo”. Con eso el calvinista lo dejó ir. Pero después el santo quedó con el escrúpulo de no haber añadido: “y en el Santísimo Sacramento del altar”, pues eso probablemente le habría abierto las puertas del paraíso por el martirio.

En fin llegó a París, donde cumplió su misión, regresando a España en medio de los mismos peligros que enfrentara en la ida.

Muerte y canonizaciòn

Cuando estaba moribundo oyó una campana y preguntó: «¿De qué se trata?». «Están en la elevación en la Santa Misa». «¡Ah que hermoso momento!», y quedó muerto en aquel preciso momento. Era el 15 de Mayo de 1592, el Domingo de Pentecostés. Villareal, España.

Durante su misa tenían el ataúd descubierto y en el momento de la doble elevación, los presentes vieron que abrió y cerró por dos veces sus ojos. Su cuerpo aun después de muerto, manifestó su amor a la Eucaristía. Eran tantos los que querían despedirse de el que lo tuvieron expuesto por tres días.

Pascual falleció el 15 de mayo de 1592, durante el Domingo de Pentecostés. Abundantes son los testimonios de los milagros obrados después de su muerte, gracias a su intercesión.

Fue beatificado el 29 de octubre de 1618 por el Papa Pablo V, y canonizado el 16 de octubre de 1690 por el Papa Alejandro VIII. Su culto floreció sobre todo en su tierra natal y en el sur de Italia, pero también se difundió ampliamente en el resto de España y América del Sur.

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CÓMO SOLICITAR LA RELIQUIA EN PEREGRINACIÓN

COMUNICADO DE LA POSTULAZIONE

10/01/2022   
Se han registrado varias denuncias de reliquias del beato Carlos Acutis que no cumplen con los requisitos canónicos ni con la Instrucción de la Congregación para las Causas de los Santos sobre «Las reliquias en la Iglesia: autenticidad y conservación», del 16 de diciembre de 2017.
En particular, reiteramos que para que las reliquias sean auténticas deben llevar un sello de cera y un documento de autentificación con la firma del Postulador. Hay que asegurarse de que no han sido manipuladas o falsificadas.
Nadie más está autorizado a autentificar las reliquias de Carlos Acutis, haciendo una excepción del Obispo de Asís.
Además, le recordamos que las reliquias se conceden gratuitamente, sin ninguna cantidad de dinero a cambio.
Por ello, invitamos a los pastores de la Iglesia a estar atentos al fenómeno de las falsas reliquias, y pedimos la colaboración de sacerdotes, religiosos y laicos para denunciar los casos de fraude o abuso a la Postulación.
Agradecemos a todos los que nos ayuden a frenar un fenómeno tan desafortunado.
 

Dr.Nicola Gori
Postulatore della Causa.

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