“El que anda en chismes descubre el secreto; no te entremetas, pues, con el suelto de lengua” Proverbios 20: 19

La murmuración es una de las armas más utilizadas por el enemigo para dividir al pueblo de Dios; la biblia dice en Santiago 3 que la lengua es un mundo de maldad capaz de contaminar todo el cuerpo.  Y, la lengua  fue una de las causas por las cuales el pueblo de Israel no entró a CANAÁN, la tierra prometida.

¿Te gusta murmurar?

Parece una pregunta  ingenua, pero en realidad no lo es. Es más bien una pregunta que atañe a la convivencia social de todas las personas y que de alguna manera se deja pasar, dañando la paz social, familiar y personal, generando en todo caso más violencia que se vuelve incontrolada.

Toda murmuración es una conversación en perjuicio de una persona. Es quejarse entre dientes o en voz baja; es rajar, refunfuñar, criticar o censurar. Por último, tiene el fin de desacreditar.

Por ejemplo: el pueblo de Israel murmuró contra Moisés, Aarón y Dios en el desierto( Éxodo 15:24; 16:2; Números 16:41; 14:27); los obreros de la viña contra el padre de familia (Mateo 20:11); contra la mujer que derramó su perfume en la cabeza de Jesús (Marcos 14:5); los escribas y los fariseos contra los discípulos (Lucas 5:30); los griegos contra los judíos (Hechos 6:1).

Hoy en día es común ver y oír a la gente murmurar, ya esto es parte de la rutina cotidiana entre dos personas o más. La murmuración se practica en el hogar, en el barrio, en el mercado, en la tienda, en la escuela, en el trabajo, en la iglesia, en la televisión, la radio, los periódicos y en cualquier otra parte.

¿Qué tiene de malo la práctica de este tipo de conversación?

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En primer lugar, es una ofensa a Dios, porque demostramos falta de amor a nuestro prójimo y eso no es obedecer al Señor con respecto a su mandamiento de amar al prójimo como a nosotros mismos. En segundo lugar, se daña las relaciones personales y de grupo, originando otro tipo de actitudes negativas que conllevan a conflictos y situaciones de violencia.

Muchas veces nosotros mismos nos hemos visto envueltos en esta situación: murmurar contra alguien. Nuestra sociedad actual está contaminada por el chisme, la crítica despiadada, la envidia, los rumoresla mentira, las murmuraciones.

Que lo que hablemos o conversemos sea algo fructífero en favor de la dignidad humana y de la Misión de la Iglesia del Señor Jesucristo.

Pidamos perdón a nuestro Señor si hemos caído en falta y que nos fortalezca para seguir unidos en amor y en paz para seguir anunciándole en el lugar que nos ha tocado vivir.

“El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo que es bueno; y el hombre malo, del mal tesoro saca lo que es malo; porque de la abundancia del corazón habla su boca.”
Lucas 6:45

¿Por qué murmurar es un pecado muy grave?

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De acuerdo al diccionario de la real academia de la lengua española, maledicencia es la acción o hábito de hablar en perjuicio de alguien denigrándolo.

La calumnia es aquella acusación falsa hecha con el propósito de causar daño.

El chisme se define como una noticia verdadera o falsa con que se murmura o se pretende difamar a una persona o en muchos casos a una institución.

La envidia es la tristeza causada en uno por el bienestar de otro. Envidia es avinagrarse porque alguien la está pasando mejor que uno, lo que sea que esto signifique: más dinero, fama, talento, etc.

Un sabio fue visitado por un amigo que se puso a hablar mal de otro amigo del sabio, y este le dijo: “Después de tanto tiempo, me visitas para cometer ante mí tres delitos: primero, procurando que odie a una persona a la que amaba; segundo, preocupándome con tus avisos y haciéndome perder la serenidad; y tercero, acusándote a ti mismo de calumniador y malediciente”.

De la envidia nace el odio, la maledicencia, la calumnia, el chisme y la alegría causada por el mal del prójimo.


Tanto daño puede causar la maledicencia que la Biblia afirma:

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– Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del hermano y juzga a su hermano … (Santiago 4:11).

– Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. (Efesios 4:31).

– Aquellos que amamos la vida y queremos ver días buenos, tenemos que refrenar nuestra lengua de hablar mal de los demás y de decir calumnias (Pedro 3:10).

– El sabio refrena su lengua, sólo el necio dice cuanto sabe y la consecuencia es dolor (Proverbios)

Levíticos 19:16, “No andarás chismeando entre tu pueblo”.


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Proverbios 6:16, “Seis cosas aborrece Dios, Y aún siete abomina su alma: Los ojos altivos, la lengua mentirosa, Las manos derramadoras de sangre inocente, El corazón que maquina pensamientos inicuos, Los pies presurosos para correr al mal, El testigo falso que habla mentiras, Y el que siembra discordia entre hermanos”.

Proverbios 12:18,Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; Mas la lengua de los sabios es medicina”.

Proverbios 16:28, El hombre perverso levanta contienda, Y el chismoso aparta a los mejores amigos”.

Proverbios 20:19,No te relaciones con los chismosos.

Proverbios 26:20, “Sin leña se apaga el fuego, Y donde no hay chismoso, cesa la contienda. ”

Romanos 1:29, “estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males…

2 Corintios 12:20, “Mucho me temo que, cuando llegue, no los encuentre como quisiera… Me temo que entre ustedes hay pleitos, envidias, enojos, divisiones, calumnias, chismes, insolencias y desórdenes.”

1 Pedro 4:15, Que ninguno de ustedes sufra por ser homicida, ladrón o malhechor, ni por chismoso”.

¿Qué busca la chismosa y el chismoso?

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La chismosa y el chismoso esta puesto en la misma categoría del homicida y del ladrón, pues busca dañar y herir (1 Pedro 4:15).

Al dañar  la reputación de otros convierte a la persona chismosa o murmuradora en un “asesino de imagen”. Proverbios. 22:1, “De más estima es el buen nombre que las muchas riquezas, Y la buena fama más que la plata y el oro”.

Si alguien busca robar nuestra imagen o robar nuestra reputación, no solamente está robando, sino que está asesinando.  La mayoría de las veces el daño es  irreparable.

Texto tomado de: http://www.nuestraradio.org

¿Qué debe hacer el creyente con las personas chismosas o murmuradoras?

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Proverbios 20:19, “No te relaciones con los chismosos”.

Lucas 17:3, “¡ tengan cuidado! Si tu hermano peca contra ti, repréndelo; y si se arrepiente, perdónalo”.

Rom. 15:14, “Pero estoy seguro de vosotros, hermanos míos, de que vosotros mismos estáis llenos de bondad, llenos de todo conocimiento, de tal manera que podéis amonestaros los unos a los otros”.

La maledicencia, la calumnia y el chisme son propios de sociedades poco evolucionadas y es la falta de ética lo que nos hace ocuparnos más de la vida de los demás que de la propia, tal es así que pareciera que el chisme se ha convertido en el deporte favorito de muchos de nosotros. Hay gente que se pasa horas hablando o murmurando de otras personas, y muchas veces sin darse cuenta del error que están cometiendo, y lo peor es que ellos juran que no son chismosos.

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Otras veces el “error” es premeditado. Existen artistas consumados en desprestigiar y hablar mal de los demás, y en hacer correr bolas contra quien les cae mal, sin considerar el daño que causan a las reputaciones y a la honra de la gente. También hay los que chismean sin maldad aparente, sólo para sentirse importantes, (¿no sabes la última?), y otros lo hacen maliciosamente, con la intención de causar daño a alguien en particular; puede ser por rivalidad, celos, competencia, enemistad, oposición, antagonismo, pugna, envidia, etc., todo ello empujado posiblemente por un gran complejo de inferioridad.

Se sabe que el rasgo principal del chisme es la mentira o la verdad dicha a medias, siendo parte importante, el infundio y la calumnia, y si a esto le añadimos que cada oyente, al momento de contárselo a otro, le agrega un poco más de sal de su propia cosecha, nos encontramos con monstruosidades que suelen acabar con el honor y la dignidad de una persona. Lo grave es que increíblemente se usa el chisme contra personas consideradas amigas, actuando con hipocresía y perfidia que nadie entiende.

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Los seres humanos somos generalmente egoístas y nos centramos en nuestros propios problemas, pero cuando se trata de encontrar defectos y hacérselos saber a todo el mundo, ahí sí sabemos centrar la atención en los demás y dejar nuestro yo de lado. Todos somos expertos en las vidas ajenas; si hasta hay programas de televisión y personas que viven de eso.

¿Será que mientras nos ocupamos de hablar de los otros o de nuestros jefes no nos queda tiempo para mirarnos a nosotros mismos? ¿Descargamos en los demás nuestras propias frustraciones? ¿Hablamos de las carencias de éste o de aquél para no tener que afrontar las propias? ¿Nos escondemos en la broma y en sacarle filo a historias ajenas para no asumir nuestras propias incapacidades?

Cuando se genera un rumor, la bola va creciendo y cada persona por la que pasa va añadiendo algo de su propia cosecha y el mensaje original se ha convertido en algo irreconocible. ¿Se acuerdan del juego del teléfono roto? Después de pasar por varias personas el mensaje estaba totalmente tergiversado e irreconocible. Pues lo mismo pasa en muchas ocasiones en nuestra vida.

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El daño causado por la maledicencia es muy difícil de reparar. No siempre nos damos cuenta del perjuicio. Se agravia, ofende y calumnia con un desparpajo increíble, si preguntamos a un chismoso de dónde ha sacado esas expresiones, responderá: “lo escuché”, “me dijeron”, “se comentó en una conversación”, “me lo contó un amigo”. En muchos casos la maledicencia se basa en afirmaciones sin sentido, pero una vez que han sido pronunciadas causan un daño difícil de reparar.

Los chismes son informaciones deformadas, que tienen un ciclo similar a los rumores: nacen como si fueran seres vivos, se desarrollan y mueren. Incluso pueden reencarnarse con nuevos bríos o hasta con nuevo cuerpo. El chisme es producto de la convivencia social y se aprende con el tiempo, y todos de alguna forma lo hemos practicado.

Un comentario infundado generalmente está constituido por una serie de mentiras o exageraciones que tal vez lleguen a perjudicar a uno o varios individuos, dependiendo de la intención de quien lo genera.

La estructura del chisme lo conforman:

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El chismoso, el receptor de la habladuría y la víctima, de que se habla en forma negativa y sin fundamentos. Esto puede ir desde una simple crítica hasta la invención de toda una historia en torno a un sujeto determinado. O sea, se juega también a intentar cambiar la realidad. Instituciones como la nuestra se convierten en verdaderos campos de espionaje entre sus trabajadores, la inseguridad se intensifica, se pierde la confianza entre los compañeros, se traicionan, se utilizan, compiten, se crean ambientes en los que se siente que se camina entre vidrios.

El que murmura hace daño a tres personas, a él mismo, al que escucha sin desmentir al hablante, y a la persona de quien se murmura. Si se tiene algo que reprochar a alguien, él es la primera persona que debería escuchar el reproche, pero lamentablemente por la falta de sinceridad que nos caracteriza, el malediciente se encuentra con el compañero, le sonríe y le saluda con palabras amables y hasta le adula, para después, apenas despedido, comenzar, de una manera u otra a hablar mal de él.

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En el caso de la calumnia, ésta es considerada como un modo de difamación que destruye a la persona afectada, no sólo por las heridas que produce, sino por la dificultad de repararlas. Aunque a uno le importe poco la opinión ajena, la calumnia abre las puertas a la duda. La calumnia tiene su mejor cómplice en el “piensa mal” y hace tambalearse hasta las más firmes convicciones acerca de la rectitud o la honradez de una persona, incluso una vez aclarada la mentira. Se sabe de amistades a prueba de bombas que han sucumbido al insidioso enredo de las maledicencias deliberadas; el veneno de la calumnia ha roto parejas y ha desmembrado familias, igual que ha provocado depresiones y sembrado discordias irreparables.

Antiguamente el honor y la honra eran los bienes más preciados de las personas y su pérdida se consideraba irrecuperable, y cuando alguien ofendía el honor y la honra de un individuo, esta ofensa se lavaba con sangre generalmente en un duelo. En nuestros días estos conceptos pareciera que han quedado anticuados y lo que ofrecemos a nuestros jóvenes es una sociedad en la que todo se puede comprar y vender, donde prima la mediocridad y la falta de valores morales.

Por: Jorge Luis Alcázar del Castillo – Hispanidad Católica

Sócrates uno de los filósofos más grandes de la historia, decía que un chisme es:

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– Falso:  es decir, normalmente constituye una mentira, o cuando menos una verdad aderezada, así que deja de ser verdad.

– Malo:  si lo que se dice de la persona es bueno, entonces no constituye un chisme, sino una murmuración.  Porque el chisme, además de ser falso, lleva una muy mala intención.

– Inútil: o sea, no sirve para nada, como no sea para hacer que todos se concentren en el chisme y dejen de hacer su trabajo, si éste se da por ahí.

Este gran filósofo hablaba de tres filtros o preguntas que debemos hacernos antes de escuchar un chisme y hacerle caso:

1. Verdad:   ¿estás seguro de que lo que me quieres decir es cierto en todos sus puntos?

2. Bondad:  ¿lo que me quieres decir es por lo menos bueno?

3. Necesario:  ¿es necesario o provechoso para alguien?

Si por lo menos alguna de estas respuestas es negativa:   si lo que vas a contar o te van a contar no estás seguro de que sea cierto, no es bueno y ni siquiera es provechoso.   ¿Por qué entonces hablar de ello?

Estrategias anti chismes:

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– No creerlos sin verificarlos:  no creas todo lo que te digan de otras personas, sobre todo si es malo.

– No te metas en ellos:   aléjate de cualquier cosa que huela a chisme.  

– No los fomentes:  por muy sabrosos que puedan ser los chismes, estarás ayudando a crear una bola de nieve contra alguien más.

– No los propagues:  y, desde luego, tampoco los inicies.

– No divulgues información no comprobada:  aunque parezca cierta, recuerda que la gente tiende a creer en los chismes.   Y si por algo compruebas una información que pueda perjudicar a otra persona, mejor cierra la boca.

Recuerda:   los chismes ¡destruyen!.   Somos mucho más propensos a creer las cosas malas que se dicen de alguien que las buenas.

Te invito a pensar en lo bueno que tienen los demás, a hablar de las cosas positivas que tienen quienes te rodean y a seguir el consejo que algún día escuche:    “si no tienes nada bueno que decir de una persona, mejor no digas nada”.

Por: Lucía Legorreta de Cervantes | Fuente: yoinfluyo.com

¿Cuándo es necesario hablar algo sobre alguien?

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Es verdad que, a veces, necesitamos tener conversaciones sobre personas que no están presentes. Tal vez estemos en busca de consejos para lidiar con una situación delicada; tal vez necesitemos algún incentivo para lidiar con una persona difícil o tengamos que hacer una verificación legítima de hechos. Tal vez, especialmente en contextos profesionales, seamos invitados a evaluar a algunos colegas, funcionarios o situaciones.

En casos como esos, tenemos que limitar el objetivo de nuestras conversaciones a lo estrictamente necesario, abordando solamente las personas y hechos que de verdad necesitan ser abordados.

Al buscar consejo o incentivo, debemos hablar solamente con personas que sean de confianza y que puedan razonablemente ser de ayuda. Siempre que sea posible, debemos omitir detalles innecesarios, entre los cuales el nombre de la persona de quien estamos hablando. La discreción es la palabra clave también en las conversaciones necesarias sobre el prójimo.

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Por otro lado, es importante saber que el sigilo extremo puede ser inútil y hasta perjudicial. Hay momentos en que las situaciones flagrantes necesitan abordarse de manera directa y bien clara. En este tipo de casos, tenemos que seguir las normas establecidas por Jesús en el Evangelio de Mateo:

“Si tu hermano llega a pecar, vete y repréndele, a solas tú con él. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, toma todavía contigo uno o dos, para que todo asunto quede zanjado por la palabra de dos o tres testigos. Si les desoye a ellos, díselo a la comunidad. Y si hasta a la comunidad desoye, sea para ti como el gentil y el publicano” (Mt 18, 15-17).

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En otras palabras, la discreción debe abrir espacio también a la trasparencia en determinadas circunstancias, como en las que una comunidad necesita tratar ciertas cuestiones de forma pública y clara.

El Salmo 141, 3 eleva a Dios esta plegaria:

“Pon, Yahveh, en mi boca un centinela, un vigía a la puerta de mis labios”.

Nosotros también podemos hacer oraciones como esta:

“¡Ayúdame, Señor! Mantén tu brazo sobre mi hombro y tu mano sobre mi boca. Pon tu palabra en mi corazón, de modo que, cuando hable, seas Tú, en realidad, quien habla por medio de mí. Amén”

Por: Monseñor Charles Pope | May 22, 2017, Aleteia

Finalmente, el Papa Francisco nos da esta lección

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El papa Francisco dice que quien cuenta chismes de los demás, al asegurar que las «habladurías matan», en uno de los pasajes de su reflexión durante el rezo del Ángelus en la plaza de San Pedro. (16 Feb 2014)

Francisco explicó que «cuando decimos que una persona tiene la lengua de serpiente, queremos decir que sus palabras matan».

«Jesús nos recuerda que también las palabras pueden matar. Por lo tanto, no sólo no se debe atentar contra la vida de los demás, sino tampoco derramar sobre él el veneno de la ira y golpearlo con la calumnia», agregó.

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«Los chismes pueden matar, porque matan la fama de las personas», agregó improvisando ante los miles de fieles que acudieron a la plaza de San Pedro.

El pontífice argentino que en varios discursos ha criticado siempre el vicio de contar chismes y de sus repercusiones, también en el seno de la Iglesia católica, añadió que «al principio puede parecer divertido», «pero que después contar chismes nos llena el corazón de amargura y nos envenena a nosotros mismos».