El 2 de Febrero día de la Candelaria es la fiesta de la Purificación de la Virgen María y la Presentación de Nuestro Señor en el templo. La tradición mosaica ordenaba no sólo purificarse sino también ofrecer a Dios al primogénito. Nuestra Señora obediente fue al templo de Jerusalén para cumplir este precepto. Nosotros también debemos desear hacer la voluntad de Dios, cumplir su ley y, con humildad, purificarnos con espíritu de penitencia.

Virgen de la Candelaria, Madre nuestra, que llevas al Niño a presentarlo en el templo, a ti venimos con la confianza y sencillez de hijos.
A ti llegamos con nuestras angustias y esperanzas, con nuestras penas y alegrías, con las fatigas del trabajo y el peso de nuestros errores; con todo lo que somos y tenemos.
Virgen de la Candelaria, tú eres la primera portadora de la Luz, que es Cristo; tú eres nuestra Madre; tú nos reúnes junto a Cristo Salvador; tú eres nuestra esperanza, consuelo y gozo; tú nos acompañas cada día; tú eres nuestra estrella en el camino hacia el Padre; tú, nuestra huella para encontrar a Jesús.
Virgen de la Candelaria, Virgen Madre de Dios, escucha nuestras peticiones, bendice nuestros hogares, alcánzanos trabajo y salud; enséñanos a escuchar la palabra de tu Hijo y a vivirla cada día, para que, dóciles al Espíritu Santo, sepamos construir una Nación de hermanos útiles, amorosos, libres y unidos.
Amén.
Querida Virgen de la Candelaria: nos reunimos junto a ti. Traemos nuestra devoción y nuestro cariño. Acéptalo, Madre nuestra. Déjanos contemplar tus virtudes y enséñanos a imitarlas. Que nos parezcamos a ti cada día más, para agradar al Señor como tú lo hiciste y vivamos así, en paz y alegría y lleguemos luego a compartir contigo la dicha eterna de la gloria. Amén.
Virgen Inmaculada de la Candelaria: tú que siendo purísima a los ojos de Dios, quisisteis ser purificada como los pecadores para enseñarnos la importancia de vivir en gracia de Dios: haz que también nosotros, a imitación tuya, procuremos dar la debida importancia a vivir limpios a los ojos de Dios, aunque debamos humillarnos para reconocer nuestros pecados en la confesión. Amén.

Virgen Inmaculada de Candelaria, que estando llena de santidad te has presentado lo mismo al templo para cumplir con la Ley de Dios: haz que también nosotros, a imitación tuya, lleguemos a querer nuestro templo y considerarlo cada día más como lugar de nuestro acercamiento a Dios. Amén.
Virgen Inmaculada de Candelaria: tú que no dudaste de poner a tu hijo Jesús en las manos de Simeón, sabiendo como rogaba en el templo por la gracia de ver al Redentor: haz que también nosotros suspiremos por tener a Cristo en nuestro corazón y así tú puedas entregarlo a Dios. Así sea.
Virgen Inmaculada de la Candelaria: Tu que al presentar a tu hijo Jesús en el templo oíste el anuncio de tus dolores y lo aceptaste como la voluntad de Dios, haz, que no seamos nosotros aquella espada y nuestra maldad la causa de tus dolores. Así sea.
Virgen Inmaculada de Candelaria: Tú que ni al presentarte en el templo ni nunca después pregonaste tu condición de Madre de Dios para demostrar la importancia y valor de la humildad, haz que deje de importarnos el sempiterno figurar y a ejemplo tuyo crezca en nosotros el aprecio de la humildad. Así sea.
Oh Virgen Santísima de la Candelaria: te suplicamos que nos alcances de tu hijo amado Nuestro Señor Jesucristo la gracia de imitar tus virtudes, cumplir los mandamientos y tener horror al pecado mortal. Así un día gozaremos eternamente contigo en el cielo. Así sea.
Santísima Virgen de la Candelaria: conscientes de nuestras debilidades acudimos a ti, para que nos alcances la gracia de Nuestro Señor Jesucristo, de poder llevar una vida digna de nuestra vocación cristiana, imitar tus virtudes y conseguir así el premio de la vida eterna. Así sea.
Virgen Inmaculada de la Candelaria: por tu pureza virginal, tu inmaculada concepción y tu prerrogativa de Madre de Dios, alcánzame de tu amado hijo, la humildad, la serenidad, la pureza del corazón, de cuerpo y de espíritu, la santa perseverancia en el bien, el don de la oración, una santa vida y gloriosa eternidad. Así sea.

Virgen Inmaculada de la Candelaria; por tu obediencia al Padre, concientes de nuestra soberbia y orgullo, te suplicamos nos ayudes a aceptar la voluntad de Dios, para que toda nuestra vida no sea otra cosa que un renovado Si, al querer del Padre Eterno. Así sea.
Te damos gracias, Madre y Señora nuestra. Somos tus hijos y nos ponemos en tus manos, para que nos eduques y logres hacer de nosotros verdaderos hijos de Dios, cristianos santos y alegres. Amén.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.

Déjanos contemplar tus virtudes y enséñanos a imitarlas. Que nos parezcamos a ti cada día más, para agradar al Señor como tú lo hiciste y vivamos así, en paz y alegría y lleguemos luego a compartir contigo la dicha eterna de la gloria.
Virgen Inmaculada de la Candelaria apiádate, Señora, porque de cuantos en ti confían, tú eres el puerto de salvación.
Oh, María, nuestra esperanza, nuestro amparo y nuestro auxilio.
Oh Virgen Santísima de la Candelaria: más que todas las criaturas bienaventuradas te rogamos que hoy tu alma esté con nosotros, líbranos, Señora, de todos los peligros, aléjanos de enemigos, enfermedades y todo mal, y danos tu ayuda para salir de esta difícil situación que nos acongoja el ánimo y nos hace sufrir, te suplicamos nos alcances de tu Hijo amado, bendición y remedio.

Oh, Virgen de la Candelaria, te damos gracias, Madre y Señora nuestra, conscientes de nuestras debilidades acudimos a ti, somos tus hijos y nos ponemos en tus manos, haz que con tu poderosa intercesión sea concedido lo que solicitamos, y no nos dejes sin tu amparo y maternal cuidado para que nos eduques y logres hacer de nosotros verdaderos hijos de Dios.
Amada Virgen de la Candelaria haz que también nosotros suspiremos por tener a Cristo en nuestro corazón y así tú puedas entregarlo a Dios. Amén