Sobre este punto, la Palabra de Dios nos ilumina. Todos los hombres son tentados. Pasan por la tentación de hacer lo que está mal a los ojos de Dios. Jesús fue tentado (Mt 4,1-11).

Esta es la acción ordinaria del demonio; sin embargo, Dios puede permitir la acción extraordinaria de Satanás, la cual se manifiesta de cuatro maneras diferentes:

Posesión diabólica


Es la acción más grave del demonio. Se produce cuando este toma posesión del cuerpo de una persona, no de su alma, y la hace actuar o hablar bajo su control sin que la persona pueda resistirle (Me 5, 1-20).

Vejación diabólica

Son tormentos que no llegan hasta la posesión. Es el caso, por ejemplo, de Job que no estaba poseído sino gravemente golpeado en sus hijos, sus bienes y su salud (Jb 1 y 2); o de la mujer encorvada (Le 13,1-17); o del ciego de nacimiento (Mt 12,22). Algunas personas se ven alcanzadas en sus afectos, su trabajo o su salud sin que los médicos sepan dar razón.

Obsesión diabólica

La persona sufre de pensamientos obsesivos, absurdos o incluso blasfematorios de los que no puede de manera alguna deshacerse. Provocan en la víctima un estado de encerramiento sobre sí misma y de desesperación que puede llegar incluso hasta la tentativa de suicidio.


Infestación diabólica

Puede afectar a casas, objetos o animales (Me 5,11-13). Las manifestaciones diabólicas son utilizadas por el Señor para el bien: conversiones, retorno a la oración , a una vida de fe y a un progreso espiritual.

Causas de las posesiones diabólicas y de los tormentos diabólicos


l. Por puro permiso divino: nada sucede nunca sin el permiso de Dios. En la segunda y la tercera causa que describimos a continuación, interviene la libertad humana. En cambio, en este primer caso, no: Dios puede dar permiso al demonio para poseer o atormentar a una persona con el fin de purificarla o probarla. Fue el caso de Job o de la bienaventurada Maryam de Jesús Crucificado.

  1. Por el pecado del que desea causar daño haciendo un maleficio contra alguien (o una cosa). Algunas veces, los efectos del maleficio pueden repercutirse sobre varias generaciones. Hoy en día, como la fe se enfría, las personas se vuelven hacia la superstición , y los maleficios son practicados por magos, brujos y otros hijos de Satanás. El nuevo Catecismo de la Iglesia católica (n°’ 1671-167 3, que tratan de diversas formas sacramentales) contempla la posibilidad de hacer exorcismos no solo sobre las personas, sino también sobre los ob¡etos (casas, objetas, animales).
  2. Por el endurecimiento de la persona en un pecado de
    especial gravedad: abono, perversión sexual o incluso alejamiento de la práctica religiosa. Se suele oír: «Soy creyente pero no practicante» El demonio también cree en Dios.

Si nuestra fe no nos lleva a participar en los sacramentos, rápidamente nos volvemos hacia todo cipo de ídolos.
Hay circunstancias en las que uno mismo se expone a ser atormentado o poseído por el demonio:

  • Participar en sesiones de espiritismo.
  • Echar las cartas o leer el porvenir en el fondo de las razas de café o de té (incluso para divertirse y sin pedir dinero a cambio).
  • Practicar magia o cualquier oua forma de ocultismo.
  • Dedicarse a preparados ocultos o emplear fórmulas mágicas; por ejemplo, para cicatrizar las heridas o detener la sangre. Estas prácticas se hacen incluso utilizando el nombre de Jesús en la llamada «magia blanca», donde la persona no debe revelar las fórmulas que utiliza bajo pena de perder el don que le ha sido transmitido a través de generaciones. Y cuando nos remontamos a la fuente, descubrirnos que se ha hecho uso del ocultismo (lo que está escondido). Nuestro Dios es un Dios de verdad y de luz. Todo lo que está oculto será desvelado.
  • Recurrir a brujos, echadoras de buena suerte y magos.
  • Practicar el reiki (la pretensión de utilizar las energías cósmicas pertenece a la magia pura).
  • Recurrir a cheiks (jefes de tribu) o a marabúes (sancos religiosos) musulmanes y a gurús hindúes con prácticas de yoga.
  • Participar en cultos satánicos (misas negras).
  • Pertenecer a sectas satánicas o a sectas luciferinas como la masonería. » Consagrarse a Satanás por el pacto de sangre o el pacto entre amigos.
  • Divertirse con la mesa de la «Ouija», que es el nombre de un demonio, o con el juego de los vasos, o también invocar a los muertos.
  • Hacer una novena de oración con el imperativo de no romper la cadena bajo pena de desgracia.
  • Invitar a un ángel a casa o enviárselo a una persona con codo un ritual de acogida. En realidad , ¿quién será ese ángel ?

Síntomas de presencias maléficas


Cabeza:

  • Se sufren dolores de cabeza día y noche sin parar.
  • Síntomas de agitaciones que afectan al sueño.
  • Dificultad para dormir, pesadillas o sueños con cosas horribles que dan miedo e impresionan fuertemente el espíritu y lo angustian.
  • Estos síntomas se pueden encontrar juntos o aislados.
    Mayor fatiga y agotamiento en el momento de levantarse, para empezar tareas que antes se hacían con gusto.
  • Las perturbaciones del sueño hacen que se pierda la personalidad por el debilitamiento de la capacidad de autocontrol y de autonomía.

Estómago:

La manera más eficaz de hacer daño suele consistir en introducir el maleficio en el interior del cuerpo : se suele usar una comida o una bebida en la que se ha mezclado materia maléfica. Síntomas susceptibles de indicar que se ha tragado un maleficio: dificultad para digerir, sensación de estómago hinchado, anorexia, dolores o pesadez, tentativas de vómito repetidas o incluso violentas, pero no seguidas de efecto sino de un poco de saliva.

Aversión hacia lo sagrado

Es evidente que Satanás hará todo lo posible para que el sujeto en cuestión se aleje de Dios, de la oración y de los sacramentos. Le alejará de la eucaristía, le causará desagrado encontrarse en una iglesia, le provocará náuseas, opresión, pérdida de conciencia y confusión mema! y, al final, la persona ya no tendrá tiempo para rezar. Le resultará imposible concentrarse a causa de las distracciones continuas y ser presa de unas invencibles ganas de bostezar, reír o dormir.

Obstáculos para la liberación

  • El rencor o el rechazo de perdonar es el mayor impedimento. «Perdonad y seréis perdonados» (Mt 6,14), «Perdónanos nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden» (Mt 6,12).
  • La falta de esfuerzo personal. Se espera todo del sacerdote o de las personas que oran. Hay que combatir todos los días.
  • La falta de expiación o de reparación por nuestros pecados. Nos incumbe la obligación de reparar con el amor y la oración.
  • Una práctica de magia, nunca confesada en la infancia, hecha a sabiendas o por diversión.
  • Un pecado grave no confesado del que no queremos acusarnos y del que no queremos arrepentirnos y pedir perdón a Dios.
  • Un pacto con Satanás o cualquier otra forma de atadura con el demonio para obtener algo de él, que ocultamos.
  • El aborto. Los demonios atormentan a las mujeres que han abortado y la oración que no soportan es el acto de contrición que se dice diez veces seguidas de rodillas.
    Aconsejamos pues rezado varias veces al día.
  • Desear ser liberado para dejarse ir de nuevo a una vida fácil e inmoral. Una conversión seria es indispensable.

Los medios más eficaces contra los maleficios

  • Confesarse a menudo y bien (si es posible cada semana).
  • El demonio teme tanto la confesión que hará todo por impedirla. La presencia, en la casa, de una persona que blasfeme o no practique es un gran obstáculo para la liberación.
  • Rezar mañana y noche, y ames y después de las comidas.
  • Rezar cada día un rosario entero: Misterios Gozosos o Luminosos, Dolorosos y Gloriosos. Sor Lucía de Fátima dijo al padre Friemes «No hay problema ni asomo de orden temporal y sobre todo espiritual, por difícil que sea, en cada una de nuestras vidas personales, de nuestras familias, de las familias del mundo o de las comunidades religiosas o incluso de la vida de Jos pueblos y de las naciones, que no pueda ser resuelta por el Rosario.» Rezarlo con fe y lentamente.
  • Un caminar serio en la fe, instruyendonos en nuestra religión, y una verdadera vuelta a Dios. Cada día (si es posible) la sama misa y la santa comunión. No podemos vencer al Maligno sin participar en el Santo Sacrificio y sin recibir cada día la santa comunión.
  • Hacer actos de fe cada día a nuestro Señor diciéndole que le an»lamos y que queremos amarle.
  • Ayunar como Jesús lo ha recomendado.
  • Hacer ramas oraciones de liberación como podamos . ., Hacer siempre la oración a nuestro ángel de la guarda.
  • La adoración eucarística.
  • Las oraciones de liberación y de exorcismo hechas por un sacerdote.
  • Usar a menudo agua exorcizada y sal exorcizada: la sal sirve para sazonar la comida y la podemos poner en las cuatro esquinas de la sala. Podemos llevar encima un poco de sal exorcizada. La sal y el aceite exorcizados tienen gran poder para proteger las casas y los lugares contra los ruidos y las presencias maléficas.


Es evidente que este camino de conversión es exigente. La gracia del Señor actúa siempre con nuestra buena voluntad y, más aún, viene en ayuda de nuestra libertad. Que el Espíritu, por la intercesión del Inmaculado Corazón de María, venga en nuestra ayuda. Queremos recordarlo: la Iglesia católica, en la riqueza infinita de sus tesoros, nos ofrece todo aquello que necesitamos para vivir en la paz y felices. Solo nos resta desear que este movimiento de conversión sacie nuestra sed de libertad.

Fuente: Libro «Para liberarse y sanar»; Consejos, oraciones de liberación y sanación padre Ghislain Roy