“Tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación”

San Andrés Dung-Lac, presbítero, y compañeros, mártires
Sólo nos gloriamos en la cruz de nuestro Señor Jesucristo. El mensaje de la cruz es fuerza de Dios para nosotros, que hemos sido salvados.
Gal 6, 14; 1Cor 1, 18

Audios originales tomados de: panversia.com
Primera Lectura
Lectura del libro del Apocalipsis
Ap 18,1-2.21-23;19,1-3.9
Yo Juan,18:1vi que un Ángel descendía del cielo con gran poder, mientras la tierra se iluminaba con su resplandor. 2 Y gritó con voz potente: «¡Ha caído, ha caído Babilonia, la grande! Se ha convertido en refugio de demonios, en guarida de toda clase de espíritus impuros y en nido de aves impuras y repugnantes.
21 Y un Ángel poderoso tomó una piedra del tamaño de una rueda de molino y la arrojó al mar, diciendo: «Así, de golpe, será arrojada Babilonia, la gran Ciudad, y nunca más se la verá». 22 Ya no se escuchará dentro de ti el canto de los que tocan el arpa y de los músicos, de los flautistas y de los trompetistas; ya no se encontrarán artesanos de los diversos oficios, ni se escuchará el sonido de la rueda del molino. 23 No volverá a brillar la luz de la lámpara, ni tampoco se escuchará la voz de los recién casados. Porque tus comerciantes eran los grandes de la tierra, y con tus encantos sedujiste a todos los pueblos.
19:1 Después oí algo parecido al clamor de una enorme multitud que estaba en el cielo, y exclamaba: «¡Aleluya! La salvación, la gloria y el poder pertenecen a nuestro Dios, 2 porque sus juicios son verdaderos y justos. Él ha condenado a la famosa Prostituta que corrompía la tierra con su lujuria, y ha vengado en ella la sangre de sus servidores».
3 Y volvieron a decir: «¡Aleluya! La humareda de la Ciudad se eleva por los siglos de los siglos».
9 Después el Ángel me dijo: «Escribe esto: Felices los que han sido invitados al banquete de bodas del Cordero». Y agregó: «Estas son verdaderas palabras de Dios».
P/ Palabra de Dios
R/ Te alabamos Señor
Salmo Responsorial
Sal 99,2.3.4.5
R/. Bienaventurados los invitados al banquete de bodas del Cordero
Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores. R/.Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño. R/.Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre. R/.El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades. R/.
Evangelio
Lectura del santo Evangelio según San Lucas
Lc 21, 20-28
“Los hombres desfallecerán de miedo ante la expectativa de lo que sobrevendrá al mundo.”
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: 20 cuando vean a Jerusalén sitiada por los ejércitos, sepan que su ruina está próxima. 21 Los que estén en Judea, que se refugien en las montañas; los que estén dentro de la ciudad, que se alejen; y los que estén en los campos, que no vuelvan a ella. 22 Porque serán días de escarmiento, en que todo lo que está escrito deberá cumplirse. 23 ¡Ay de las que estén embarazadas o tengan niños de pecho en aquellos días! Será grande la desgracia de este país y la ira de Dios pesará sobre este pueblo. 24 Caerán al filo de la espada, serán llevados cautivos a todas las naciones, y Jerusalén será pisoteada por los paganos, hasta que el tiempo de los paganos llegue a su cumplimiento.
25 Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, los pueblos serán presa de la angustia ante el rugido del mar y la violencia de las olas. 26 Los hombres desfallecerán de miedo por lo que sobrevendrá al mundo, porque los astros se conmoverán. 27 Entonces se verá al Hijo del hombre venir sobre una nube, lleno de poder y de gloria. 28 Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación».
P/ Palabra del Señor
R/ Gloria a ti, Señor Jesús
MEDITACIÓN
“El incrédulo pasará por el pánico de su falta de esperanza y el creyente levantará la cabeza, con el corazón alegre irá al encuentro de su Señor a quien ha amado, por quien ha vivido”
“El Evangelio se predicó en Vietnam desde principios del siglo XVI. Durante los siglos XVII, XVIII y XIX, muchos cristianos murieron mártires, especialmente en tiempos del emperador Minh-Mang (1820-1840). San Andrés Dung-Lac (1785-1839), sacerdote vietnamita, fue capturado y decapitado con otro sacerdote vietnamita, Pedro Thi, el 21 de diciembre de 1839. El día 19 de junio de 1988, el papa Juan Pablo II canonizó 117 mártires de Vietnam, entre los que se contaban obispos, sacerdotes y una gran cantidad de laicos y laicas”
(La Liturgia Cotidiana, 24/11/2022, pág. 78).
Recordamos que Andrés era sacerdote y catequista. Entre los mártires también estaban padres de familia y campesinos.
Estamos terminando el año litúrgico y encontramos elementos referidos al final de los tiempos y a algunas formas de manifestarse, como por ejemplo que la humanidad pasará por calamidades antes del final. Se le pone a Jerusalén cercada por los ejércitos adversarios y pisoteada por sus enemigos, aparentemente a consecuencia de sus pecados, pues se mira la catástrofe histórica desde lo social, político y lo religioso. El pecado consiste en rechazar la salvación ofrecida por Jesús. El incrédulo pasará por el pánico de su falta de esperanza y el creyente levantará la cabeza, con el corazón alegre irá al encuentro de su Señor a quien ha amado, por quien ha vivido, a quien ha creído, a quien toda la vida ha esperado. La vida de Jesús estuvo llena de sufrimientos, humillaciones y persecuciones, sabemos que no fue lo definitivo, porque triunfa glorioso en los cielos al lado del Padre, y sus enemigos se verán en la humillación absoluta y la ruina.
La ruina del mundo se manifiesta en dos señales fundamentales: la derrota violenta de Israel (caída de Jerusalén) en la guerra del 70 d.C. y toda la inestabilidad del cosmos. Los lectores tenían en mente esta tragedia de Israel, porque Jerusalén estaba destrozada. El destino de Jerusalén se presentaba como un aviso de que el tiempo se está acabando (cf. Lc 21,20-24). Es sobre esta ruina que se perfila el cosmos, los astros se conmueven y dejarán de existir, todo el mundo gira sobre el fondo amenazante de la muerte, el panorama es un tanto oscuro. Para Israel y el Nuevo Testamento, esa certeza de que el espíritu del hombre nunca muere ya no existe; el hombre y el mundo, pueblos, astros y naciones, alma y cuerpo, todo es corruptible y se dirige hacia su ruina definitiva. Es la agonía de la finitud y de la muerte de un cosmos que perdió el sentido que se presenta con estas características. Pero la Iglesia dice otra cosa: expresa que en el centro del fracaso de los hombres, sobre esa agonía de la historia, surge una palabra de vida, una presencia salvadora que nos llama a todos. Es el gran juicio y la verdad del Hijo del hombre que está ahí donde los astros y los hombres mueren totalmente o ya no ven otra salida (cf. Lc 21,27). Por eso Jesús les dice: “Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación” (Lc 21,28). Hace girar toda la mirada y la atención hacia Él, porque si se mira sólo al hombre, al cosmos, y a la historia, todo termina y desaparece. Sin embargo, con Cristo surge una gran esperanza de vida y una proyección al futuro que no termina.
Por tanto, enseña que el sentido de la historia no se centra en el fracaso de los pueblos y naciones, ni se esconde en un futuro misterioso, difícil de comprender y lejano. El gran sentido se encuentra en Cristo, el Hijo del hombre quien siembra un germen de muerte y salvación en la tierra, denunciando con su Presencia y su Mensaje, a la agonía de los hombres sin rumbo y sin esperanza, cuando se da el poder a las fuerzas del mal y de la muerte. Cristo nos promete vida al mantenernos firmes, fieles y perseverantes, estando vigilantes y responsables en el discipulado, gran regalo de nuestra vida. Ante esas faltas de respuestas al por qué y al para qué, que no tienen respuestas en las circunstancias del antropocentrismo, Cristo en medio de esas ruinas viene a traernos la Verdad y la Vida con su Muerte y Resurrección.
Desde una perspectiva precristiana, la apocalíptica podría ser un signo de fracaso del ser humano, huir hacia un futuro incierto y de terror. Desde esta perspectiva cristiana, sin embargo, la apocalíptica significa el triunfo de Jesús, en donde las “verdades de la tierra” deben medirse desde la gran Verdad de Cristo, quien proclama que el amor todo lo puede e inyecta en el mundo la esperanza al morir y resucitar. Aunque lejano y brumoso el día del juicio final, se ve como algo temible, pero al mismo tiempo con esperanza y alegría porque nuestra mirada de fe hace que reconozcamos al Juez que viene a nuestro encuentro.

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