«Si quieres, puedes purificarme»
PRIMERA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

He visto sentarse sobre el trono celestial a un hombre, a quien los ángeles adoran, mientras cantan a una voz: Este es aquel cuyo poder permanece para siempre.
12 de enero
SANTA MARGARITA BOURGEOYS

Audios originales tomados de: panversia.com
Primera Lectura
Lectura de la Carta a los Hebreos
Hermanos: Como dice el Espíritu Santo:
“Si hoy escuchan su voz, no endurezcan su corazón como en el tiempo de la Rebelión, el día de la Tentación en el desierto, cuando sus padres me tentaron poniéndome a prueba, aunque habían visto mis obras durante cuarenta años. Por eso me irrité contra aquella generación, y dije: Su corazón está siempre extraviado y no han conocido mis caminos. Entonces entrarán en mi Reposo”.
Tengan cuidado, hermanos, no sea que alguno de ustedes tenga un corazón tan malo que se aparte del Dios viviente por su incredulidad.
Antes bien, anímense mutuamente cada día mientras dure este hoy, a fin de que nadie se endurezca, seducido por el pecado. Porque hemos llegado a ser partícipes de Cristo, con tal que mantengamos firmemente hasta el fin nuestra actitud inicial.
P/ Palabra de Dios
R/ Te alabamos Señor

Salmo Responsorial
Sal 94,6-7.8-9.10-11
R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón»
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía. R/.Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masa en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras». R/.Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
«Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso». R/.

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según San Marcos
Mc 1, 40-45
“Lo quiero, queda purificado.”
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso para pedirle ayuda y, cayendo de rodillas, le dijo: «Si quieres, puedes purificarme».
Jesús, conmovido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Lo quiero, queda purificado».
En seguida la lepra desapareció y quedó purificado. Jesús lo despidió, advirtiéndole severamente:
«No le digas nada a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio».
Sin embargo, apenas se fue, empezó a proclamarlo a todo el mundo, divulgando lo sucedido, de tal manera que Jesús ya no podía entrar públicamente en ninguna ciudad, sino que debía quedarse afuera, en lugares desiertos. Y acudían a él de todas partes.
P/ Palabra del Señor
R/ Gloria a ti, Señor Jesús

MEDITACIÓN
“Nunca puede perder el poder, sólo falta que le tengamos absoluta confianza para que obre maravillas en la vida de cualquier persona.”
En este texto encontramos que primera vez se habla de la curación de un leproso. La lepra era considerada una enfermedad espantosa, porque la persona que la padecía quedaba excluida del pueblo de Dios. Si alguien padecía de esa enfermedad, debía gritar “¡Impuro, impuro!” (Lev 13,45), para que cualquier persona que pasara no se le acercara, ya que concebían que también podría quedar con dicha enfermedad si se encontraran y luego no podría entrar al templo para presentar su ofrenda. Inclusive los rabinos tenían el concepto de que esa persona estaba muerta y que su curación era improbable como su resurrección. De ahí que este milagro de Jesús tuviera tanto impacto. Lo llamativo del caso es que el enfermo no duda en acercarse a Jesús.
En el papiro de Egerton, que es un documento antiguo cristiano, inserta una oración del leproso cuando descubre a Jesús: “Maestro Jesús, tú que andas con los leprosos y comes con ellos en su mansión: yo también me he puesto leproso; si tú quieres, me volveré a poner puro”. Inclusive hay códices autorizados que no ponen “tuvo compasión”, sino que “se había indignado”. Diciendo que Jesús se opone a marginar a los pobres leprosos de la comunidad. Se podría pensar que el hecho de que Jesús toca al enfermo demuestra el desprecio hacia las inhumanas leyes vigentes de esa época; y por otro lado, con el gesto y palabras, manifiesta que Él está por encima de las leyes y normas que oprimen al ser humano. El leproso se expresa con sencillez: “Si quieres, puedes purificarme”. La respuesta de Jesús también es sencilla, “lo quiero, queda purificado”. Lo que nos enseña que Jesús todas las veces en que acudamos a Él nos responderá positivamente, porque es compasivo y misericordioso.
En el Evangelio según san Marcos como en las cartas paulinas, notaremos varias veces recurrir a este tema de que las leyes no son soberanas en sí mismas, sino que son obligatorias en cuanto están al servicio de la persona humana. Y el juicio sobre esta condición humana de la ley lo tendría que hacer el súbdito; pues si se considera la ley, sea civil o eclesial, como absoluta está en contra de la enseñanza del Nuevo Testamento. En varias ocasiones un cristiano se tendría que oponer o rechazar ante una ley que vaya en contra de la dignidad de la persona o no le favorezca a ser cada vez mejor persona, y sabemos que para eso está la objeción de conciencia, ya que nadie te puede obligar a hacer algo que vaya en contra de tu conciencia. Por ejemplo, en otros países, en donde está aprobada la ley del aborto, si un personal de blanco encuentra que esa ley es injusta porque persigue la muerte de un ciudadano de la patria, tiene el derecho de recurrir a la objeción de conciencia, porque está en contra de sus principios, valores y creencias fundamentales. Tener presente que la ley de segregación o de marginación de los leprosos era civil y religiosa al mismo tiempo. Jesús no sólo pone objeción de conciencia, sino que la infringe con claridad al tocar al leproso.
Luego Jesús manda al leproso que no cuente sobre su curación, ya que la finalidad no es hacer propaganda y lograr que por ello venga la gente junto a Él, sino que una persona marginada quede curada, convertida, e integrada a la sociedad y a la vida religiosa. De ahí que le pide para que se presentara a un sacerdote, el encargado de la certificación oficial para que una persona sea reinsertada a la comunidad o pueblo de Dios. Era el sacerdote quien tenía que dictaminar si la persona queda pura y pudiera vivir en común con las otras personas del pueblo.
Este texto es un llamado para orar y acompañar a nuestros sacerdotes, sabiendo que son seres humanos con debilidades, fragilidades y cualidades como cualquier otro ser humano, aunque ciertamente tiene la unción para ejercer el ministerio y facilitarnos esa Gracia de Dios. Así como el leproso que se reconoce impuro, también nosotros los sacerdotes; y que sintamos el llamado de acercarnos a hacer una buena confesión, porque el pecado nos mancha el alma. Acudamos al Señor y pidámosle que nos limpie de nuestras manchas personales, especialmente de esas que nadie sabe, pero nos atacan con los pensamientos sucios, imágenes o de los deseos viciosos, que nos opacan para seguir creciendo y que no condicen con la voluntad de Dios. Que el Señor nos limpie de nuestras manchas sociales, las que afectan las relaciones interpersonales, sobre todo el egoísmo, que nos encierra para saber compartir con la familia y comunidad. Que nos lave de las manchas morales, para que estando limpios podamos ayudar a la purificación social.

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